Judy Gross: “La condena de Alan sobrepasa el sentido de la razón”

CAJA FUERTE.COM

La esposa del contratrista estadounidense Alan Gross, condenado en Cuba a 15 años de cárcel, pidió una movilización de la comunidad judía en Estados Unidos y en el mundo para lograr su liberación inmediata.

“En la víspera del segundo aniversario de su detención y encarcelamiento, queremos que nuestra comunidad, nuestro país y el mundo recuerde que Alan Gross debe ser liberado por Cuba”, declaró este martes Judy Gross durante una intervención especial ante líderes judíos.

Judy Gross habló ante más de cuatro mil asistentes a la Asamblea General de Federaciones Judías de Norteamérica, que sesiona en Denver, Colorado.

Contó las vicisitudes de su familia tras el arresto de su esposo y calificó de injusta e inhumana la condena de 15 años que le fue impuesta bajo cargos de atentar contra la integridad del Estado cubano.

“Que Alan haya sido condenado por ayudar a la comunidad judía a compartir oraciones y mirar imágenes de Jerusalén, sobrepasa cualquier sentido de razón”, sentenció la mujer.

Organizaciones judías anunciaron el comienzo de una serie de vigilias frente a la Oficina de Intereses de Cuba en Washington DC para exigirle al gobierno de Raúl Castro la excarcelación de Gross por razones humanitarias.

CaféFuerte reproduce íntegramente a continuación las palabras de Judy Gross.

Palabras de Judy Gross ante la Asamblea General de Federaciones Judías de Norteamérica en Denver, Colorado, el 8 de noviembre del 2011

Gracias, Michael. También me gustaría dar las gracias al Consejo Judío de Relaciones Comunitarias (JCRC) del área metropolitana de Washington y su director ejecutivo, Ron Halber, por su gran apoyo y sus esfuerzos en nombre de mi familia.

Casi dos años atrás años -la noche del tres de diciembre de 2009- la mesa de Shabat estaba servida. En media hora, Alan estaría entrando por la puerta, con su Kippa y leyendo el motzi. Cuando pasó la media hora, pensé que su vuelo tenía que haberse retrasado. Lo comprobé y quedé un poco sorprendida al comprobar que el vuelo había aterrizado en tiempo. Empecé a tener una sensación de hundimiento. Después de unas cuantas llamadas telefónicas, me enteré de que Alan no había tomado el vuelo. Entonces supe que algo muy malo estaba pasando. Más tarde, esa misma noche, supe que Alan había sido arrestado, bajo acusaciones desconocidas, y se hallaba en una prisión de máxima seguridad. Este fue el comienzo de casi dos años de increíble sufrimiento para Alan, nuestra familia y nuestros amigos.

La mayoría de ustedes no conoce a Alan, así que me gustaría decir algunas palabras sobre él. Por encima de todo, él es un ser con vocación humanitaria. Ha dedicado su vida a ayudar a los demás. Ha trabajado en más de 50 países con un único objetivo: mejorar la calidad de vida de los desfavorecidos. Alan también siente pasión por la comunidad judía, tanto aquí como en el extranjero. Trabajó para la Organización Juvenil B’nai B’rith y la Federación en Washington, y siempre ha estado activo en nuestra congregación.

Es la combinación de estas cualidades lo que llevó a Alan a la comunidad judía en Cuba. Quería hacer lo que siempre hace: ayudar a sus compatriotas judios. La comunidad judía en Cuba es pequeña y dispersa, y es difícil que puedan comunicarse entre sí y con el resto del mundo. Alan vio la oportunidad de poder ayudarlos a mejorar su capacidad de conectarse y compartir entre sí. Él les ayudó a tener un mejor acceso a la internet para poder descargar libros de oraciones y comunicarse con los judios a través del mundo. Trató de ayudar a crear una “intranet” para acercar a los miembros de la comunidad, permitiéndoles así compartir cosas como recetas, oraciones e incluso resultados deportivos. Eso es lo que él estaba haciendo en Cuba. Nada más.

Lo crean o no, uno de los aspectos más conmovedores de su trabajo en Cuba salió a la luz durante el breve juicio de Alan en La Habana. El gobierno cubano llamó a varios testigos de la comunidad judía para testificar sobre Alan. Nunca olvidaré el testimonio de un hombre. Era un señor mayor -tuvo dificultades en levantarse de la silla para declarar como testigo. Cuando el fiscal le preguntó lo que Alan le había mostrado a través de internet, se emocionó. “¡Vimos el mundo!”, exclamó. El explicó que Alan había utilizado la internet para mostrarles los lugares que nunca antes habían visto -imágenes del Muro de las Lamentaciones en Jerusalén y de la ciudad de Londres.

Y es por esa labor humanitaria que Alan está confinado hoy en una celda. Que Alan haya sido declarado culpable de delitos contra el Estado cubano -y que haya sido sentenciado a 15 años de prisión- por ayudar a la comunidad judía a compartir oraciones y mirar imágenes de Jerusalén, sobrepasa cualquier sentido de razón. Es inhumano y es injusto. La única intención de Alan fue ayudar a las pequeñas comunidades judías en Cuba. Nada más. Creo que las autoridades cubanas lo saben. Ellos estaban en el mismo juicio al que yo asistí; ellos escucharon el mismo testimonio que yo escuché.

Ustedes tal vez conocen acerca de los retos de salud que nuestra familia ha enfrentado desde que Alan está encarcelado. Mis dos hijas están sufriendo terriblemente por la idea de que ellas no puedan ver nuevamente a su padre. Una de ellas ha sido diagnosticada con -y ahora está luchando contra- el cáncer de seno, sin tener el padre a su lado. La madre de Alan, que también está batallando contra el cáncer, tiene el corazón destrozado pensando en que nunca volverá a ver a su hijo. Y, por supuesto, está Alan. Ha perdido más de 100 libras. El no está bien, y está sufriendo cada día, mental, física y espiritualmente.

Alan y nosotros estamos desesperados por su retorno a casa. En la víspera del segundo aniversario de su detención y encarcelamiento, queremos que nuestra comunidad, nuestro país y el mundo recuerde que Alan Gross debe ser liberado por Cuba. Les pedimos unirse a nosotros en este esfuerzo. Póngase en contacto con los miembros del Congreso y díganles que emprendan acciones a favor de Alan. Háblenle a cada persona conocida acerca de Alan. Escriban cartas a los periódicos. Déjenle saber al gobierno cubano que la comunidad judía quiere a Alan en casa.

En nombre de Alan y de nuestra familia quiero agradecerles a todos por su preocupación y su anticipada ayuda. Gracias.

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