Juntos venceremos
domingo 22 de diciembre de 2024

Cinco para las doce

ALBERTO MAZOR/ARGENTINA.CO.IL/PORISRAEL.ORG

2011 es el año más crítico de la história para la diplomacia israelí-palestina. Faltan cinco minutos para las doce. Si no se trata rápidamente de que la diplomacia mundial recapacite, seremos testigos del fin de la solución basada en dos Estados. Y puede que ya sea demasiado tarde.

Nos estamos aproximando rápida y peligrosamente al fin de las oportunidades para una solución al conflicto israelí-palestino que incluya dos Estados, ya que los principales saboteadores – Hamás en Gaza y los grupos de fanáticos colonos judíos en Cisjordania – se sentaron en el asiento del chofer. Hamás está ocupado en que la solución de dos Estados se torne inconcebible, mientras que los fundamentalistas israelíes que se autodenominan “Etiqueta de Precio” obran sistemáticamente para hacerla imposible.

Si Hamás y todas las organizaciones terroristas continúan recibiendo y lanzando misiles de alcance cada vez mayor y llevando a cabo atentados, ningún gobierno israelí podrá tolerar el control palestino independiente en Cisjordania, ya que un cohete disparado desde esa zona podría fácilmente clausurar el Aeropuerto Ben Gurión, cercano a Tel Aviv, y paralizar la economía de Israel.

Por otro lado, si el liderazgo de los colonos israelíes sigue con el objetivo de apropiarse de la mayor parte de Cisjordania, cualquier solución propuesta será imposible de llevar a la práctica. Conviene recordar que desde 1976 ningún gobierno israelí se esforzó realmente para desmantelar los asentamientos declarados ilegales, o no autorizados por las mismas autoridades israelíes, a pesar de haber asegurado infinidad de veces que tomarían dicha medida.

O sea que se está haciendo muy dificultoso ver como los asentamientos pseudo legales con aproximadamente 97.000 colonos empalagados de influencias mesiánicas, serán removidos algún día.

Es difícil creer que el actual gobierno de Netanyahu pueda resistir la presión de la dirigencia de los colonos y de los partidos de ultraderecha que la amparan para que aún sea posible implementar una solución encaminada hacia dos Estados. La total falta de tratativas con la Autoridad Palestina no anticipa buenas noticias al respecto.

Sin un acuerdo estable basado en dos Estados, lo que tendremos a la larga será una nación israelí atrincherándose detrás de un muro de seguridad cada vez más alto, defendiéndose de un Estado palestino fracasado gobernado por Hamás en Gaza, de un Estado fracasado gobernado por Hezbolá en el Líbano y de un Estado fracasado gobernado por Al Fatah en Ramallah.

Por lo tanto, quien crea en la necesidad de un Estado palestino, o apoya a Israel, vale la pena que empiece a preocuparse. Ésto no es un examen. Estamos en una encrucijada de la historia.

Lo que convierte a este asunto en algo tan complicado para la Administración de Obama es el hecho de que la diplomacia en Oriente Medio se transformó, como resultado de la desintegración regional desde los Acuerdos de Oslo, en tres vías fundamentales.

Hace años atrás, el ex canciller norteamericano, Henry Kissinger, podía aterrizar en tres capitales, reunirse com tres reyes, presidentes o primeros ministros, y firmar un acuerdo que podía ser mantenido. Eso se acabó. Actualmente un diplomático que lucha por la paz, necesita ser al mismo tiempo constructor de naciones y negociador.

Los palestinos se encuentran tan divididos política y geograficamente que la mitad de la diplomacia americana tendrá que dedicarse a encontrar una forma de obtener la paz entre ellos, además de ayudar a reconstruir sus instituciones para constituir un gobierno coherente y legítimo capaz de tomar decisiones. Todo eso, antes de que intente promover la paz entre israelíes y palestinos.

Hamás sigue conservando el poder de veto sobre cualquier acuerdo de paz palestino. La organización fundamentalista fue culpable de provocar una guerra que devastó a los habitantes de la Franja de Gaza. Pero Hamás no se bajará del escenario. Los radicales islamistas continúan rearmándose a pesar de su accionar suicida, profundamente arraigado a su ideología.

La Autoridad Palestina, liderada por Mahmud Abbás en Cisjordania, no asumirá ningún compromiso con Israel mientras sepa que Hamás, en posición de fuera de juego, la denuncie como colaboracionista – o “colabora-sionista” – y traidora. Por lo tanto, la segunda misión para EE.UU y los países árabes – y en menor grado para Israel -, es encontrar la fórmula mágica que permita a Hamás formar parte de un gobierno palestino de unidad nacional. Prácticamente imposible.

A Israel no le alcanza con que la comunidad internacional reconozca que Hamás obró criminalmente con la responsabilidad para con su pueblo. El interés israelí a largo plazo es tener un socio palestino fiable para poder negociar, un socio que cuente con la legitimidad suficiente de su pueblo para firmar acuerdos y también acatarlos.

El problema es que conducir a Hamás hacia un gobierno de unidad palestino sin debilitar la dirección moderada de Cisjordania, que actualmente lidera la Autoridad Palestina, será como encuadrar el círculo. Sería necesario que Arabia Saudita y Egipto, o la mayoría de la Liga Árabe acepten la idea y traten de presionar a Hamás para que mantenga el cese de fuego, apoye las negociaciones de paz y abandone sus misiles, todo eso mientras Irán y Siria lo empujan en sentido contrario.

Eso conduce a un tercer factor – Irán como protagonista central en la diplomacia israelí-palestina. El equipo de Bill Clinton trató de atraer a Síria al mismo tiempo que aislaba a Irán. George W.Bush procuró aislar tanto a Irán como a Síria. Ante la actual situación del gobierno de Damasco, Obama puede olvidarse de ver al presidente Assad en la mesa de negociaciones y de entablar conversaciones con Irán.

Entonces, apenas para resumir: faltan cinco minutos para a las doce antes de que empiecen a a sonar las campanadas de la fatalidad. Todo lo que resta es reconstruir a Al Fatah, aglutinarlo a un Hamás sin misiles que garantice el armisticio con Israel, elegir un gobierno israelí capaz de congelar los asentamientos en Cisjordania, esperar la caída de Assad en Síria e impedir que Irán adquiera capacidad nuclear. Todo eso sólo para que de allí en adelante se pueda tratar de que todas las partes involucradas empiecen a dialogar.

Si todavía queda un optimista capaz de armar este rompecabezas diplomático, que dé un paso al frente.

Se acerca el invierno a Oriente Medio; se vislumbran nubes negras, muy negras, demasiado negras.

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