EGON FRIEDLER/LR21
“Todo aquel que observe los métodos de Irán en el Medio Oriente comprobará que su poder no radica en su arsenal de armas, ni en su poder económico o cultural. Irán no es lo que son los Estados Unidos, China o incluso Turquía en la región. El poder de Irán radica en su acción de sabotaje. El régimen iraní deliberadamente explota los sentimientos sectarios en la región y construye alianzas sobre esta base. Sin embargo, Teherán no duda en explotar a grupos fundamentalistas sunnitas en la región, incluyendo a Al Qaeda. El objetivo de Irán en la región, y específicamente en el mundo árabe, no es la construcción sino la destrucción. La diferencia es clara y tajante.”
¿De dónde está extraída esta cita? ¿De declaraciones de algún militar israelí en el marco de la guerra sicológica de su país contra el armamentismo nuclear iraní? ¿De un artículo de algún político o académico israelí escrito para tratar de presionar a las grandes potencias para imponer sanciones más duras a Irán luego de que la Agencia Internacional de Energía Atómica denunciara las actividades secretas de ese país para dotarse de un arma nuclear?
No. Nada de eso. Es un artículo de Tariq Alhomayed, el editor del diario panárabe de Londres “Asharq Alawsat”. El editor del diario cita distintos tipos de apoyo de Irán a grupos subversivos en el Medio Oriente: las milicias shiítas en Irak y otros grupos shiítas en la región como Hezbollah en el Líbano, los Huthis en el Yemen y al-Wefaq en el Yemen, así como otros grupos en Kuwait y en Arabia Saudita.
Significativamente no cita a los palestinos. A diferencia de algunos ingenuos occidentales, el articulista, como muchísimos árabes, no cree en absoluto en la devoción del régimen teocrático iraní por la causa palestina. Sabe perfectamente que es un pretexto para la expansión de su “revolución islámica” en el Medio Oriente y que es tan artificial como su conflicto inventado con Israel. Alhomayed no se engaña: tiene muy claro el hecho de que lo único que importa al régimen islamista iraní es el poder.
Pero ¿qué pasa con el poder mismo, en Teherán? El enfrentamiento entre su rama clerical y su rama política nunca fue tan duro y despiadado como en los últimos meses. La lucha se libra en distintos frentes y ha tenido toda clase de víctimas, algunas de ellas mortales. Una de estas últimas fue el luchador Ruhollah Dadashi quien fuera apuñalado por tres asaltantes en el mes de julio en Teherán. El crimen de este “hombre fuerte” había sido su decidido apoyo al presidente Ahmadinejad en su pulseada con el líder espiritual Ali Khamenei. Nadie sabe exactamente cuántos aliados del presidente Ahmadinejad fueron arrestados en los últimos meses con distintos pretextos.
A comienzos de octubre, un caso de fraude millonario en el banco Melli llevó a la cárcel a 22 sospechosos. El diario de línea dura “Kayhan” sostuvo que el ideólogo del fraude había sido el jefe de gabinete de Ahmadinejad, Esfandar Rahim Mashaei. Otro diario conservador cercano a los líderes clericales “Siyasat e-Rouz” escribió que parte del dinero robado fue dado a una “corriente divisionista” para ser utilizada en la próxima elección partidaria. Obviamente el escándalo brindó al poder clerical una carta magistral en su conflicto con el poder político. Por su parte, el líder supremo criticó al gobierno por no haber podido impedir el fraude (que implica el robo de $2.5 billones de dólares) y dijo que no habría piedad para los culpables. Legisladores islamistas de línea dura leales a Khamenei firmaron una carta acusando el gobierno de fraude, según la agencia iraní semioficial Mehr. Ahmadinejad se defendió en una entrevista con la radio estatal acusando a sus críticos de apuñalarlo por la espalda y afirmó que el gobierno no tuvo nada que ver con el fraude.
Aprovechando la ventaja que le dio este escándalo, Khamenei llevó su ofensiva al campo institucional. En una reunión académica propuso modificar el sistema iraní convirtiéndolo en un sistema parlamentario en el cual no existiría el cargo de presidente. El ataque del “líder espiritual” a la presidencia provocó reacciones antagónicas. Ari Larijani, presidente del Parlamento y rival de Ahmadinejad, expresó su acuerdo y apoyó la creación de un régimen parlamentario. El ex presidente Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, advirtió que la eliminación de la presidencia es contraria a la Constitución y debilitaría la libertad de elección de la gente. Según Seyed Mojtaba Vahedi, un ex editor de “Aftab e Yazd” un influyente diario reformista “La lucha de poder es muy seria. El Líder Supremo quiso durante mucho tiempo tener pleno control de la presidencia, pero nunca esperó enfrentar un desafío de Ahmadinejad”
En opinión de Robert Worth, del “New York Times” (26.10.2011) “la eliminación de la presidencia haría aumentar el poder del Ayatollah Khamenei, que fue electo de por vida en 1989, dejando una sola institución a la cual controlar y no dos. Según el sistema parlamentario propuesto, los legisladores habrían de elegir a uno de sus pares como primer ministro.
Algunos analistas minimizaron la propuesta pero otros la vieron como una posibilidad muy real para 2013 cuando toca realizar la próxima elección presidencial. Worth cita a Karim Sadjadpour, del Instituto Carnegie para la Paz en Washington, quien considera que una de las razones para eliminar el sistema presidencial es precisamente evitar la incertidumbre política y las oportunidades que puede ofrecer para la expresión de la inconformidad popular con el régimen. Para Sadjadpour es evidente que el Ayatollah Khamenei tratará de que el próximo presidente o primer ministro sea un débil y confiable subordinado al que pueda controlar sin problemas.
¿Cómo terminará la disputa por el poder? En opinión del semanario británico “The Economist” (edición del 5 al 11 de noviembre) “Los partidarios del Líder Supremo instigan al presidente a tomar medidas drásticas pero Khamenei se resiste a dar el golpe de gracia: se supone que él está por encima de querellas políticas. Su debilidad se reveló cuando su apoyo a Ahmadinejad no fue suficiente para que éste último ganara las elecciones de 2009. Por el contrario, Khamenei se vio obligado a ordenar una dura represión para aplastar a la oposición. El descartar la presidencia dos años más tarde socavaría aún más su posición como Líder Supremo. Pero el escándalo bancario podría brindarle una ocasión irresistible para librarse de Ahmadinejad, manteniendo una presunta posición de superioridad moral.”
Pero luego de este último estallido de rivalidades internas, se produjeron las noticias sobre los debates en Israel sobre un ataque a Irán y la publicación del informe de la Agencia de las Naciones Unidas sobre los esfuerzos iraníes para obtener armas nucleares. Todo parece indicar que los dos bandos enfrentados en la cúpula de Teherán harán una tregua para hacer frente a la crisis con Israel, los Estados Unidos y las Naciones Unidas.
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