RABINO MARCELO RITTNER
Shabat Jaie Sará 5772/En honor de mi suegro Shmuel ben Dov Beer
Hace dos días regresé de Brasil. Viajé para celebrar los 90 años de mi suegro. Fue muy conmovedor poder compartir su emoción al ver a su mishpoje reunida, incluyendo a su joyita de yerno. Una escena que me impresionó, fue verlo sentado frente a la computadora leyendo periódicos, su correo y comentando acerca de la política israelí. Se me hizo un bello ejemplo de actitud de vida para alguien que a lo largo de su vida enfrentó muchas turbulencias y tormentas.
Y resolví dirigir este mensaje, respetuosamente y con especial cariño, para todos aquellos que tienen artritis y arrugas. Que peinan canas o como quien les habla, no tienen qué peinar. Me dirijo a aquellos que les cuesta levantarse cada vez que se abre el arca y a quienes cuando les preguntan algún nombre, responden: ¿cuánto tiempo tengo para responder? A los que cada día descubren que su brazo está más corto y les cuesta más leer el periódico. A los que se quejan que cada día la gente habla más quedito… a los que tienen en su agenda más nombres de doctores que de amigos… a los que ya están en esta etapa y a los que estarán en algún momento de su vida.Habrán notado que nuestra generación hará cualquier cosa para escapar o disimular los signos de la vejez.
Se gastan miles de millones de pesos al año para ocultar cualquier prueba que estamos envejeciendo. Cosméticos, inyecciones, operaciones, todo para encubrir los signos de edad. Todo está orientado a resaltar la juventud. Recuerdo que me estaba probando un traje y el vendedor esforzándose en lograr su objetivo, me repetía, “lo hace lucir más joven”, o “lo hace ver más delgado”, aunque yo apenas podía respirar…
Creo que, lamentablemente, somos parte de una generación donde la cultura resalta que joven es bueno y viejo es obsoleto. Que encara la edad como un pasivo en lugar de un activo. Que ve la vejez como un producto con fecha caducada.Claro que envejecer no garantiza necesariamente una vida mejor. Conozco muchas personas que han alcanzado edades increíbles pero, que, hace mucho tiempo han dejado de disfrutar de las bendiciones de la vejez. Conozco personas que a pesar de ocultar las arrugas del tiempo, no han logrado ocultar las arrugas del alma.Y aquí es donde quiero referirme al mensaje de la parashá de esta semana. Leemos: “Ve-Abraham zaken ba baiamim Ve-Ad-nai beraj et Abraham Bakol”, “Abraham era anciano, entrado en años, y D-os había bendecido a Abraham en todo”.
La Torá nos describe a Abraham, entrado en años pero todavía activo en el mundo y con su familia. Y los sabios enseñan que la palabra “zaken”, implica sabiduría y honor.Como ejemplo, Rabí Josef nos enseña que, “tanto las tabletas enteras con los 10 mandamientos así como los fragmentos rotos de las primeras tablas fueron colocados juntos en el arca.” Y el Talmud nos relata que cuando el Rabí envejeció y olvidó mucho de la Torá, sus alumnos le recordaban las lecciones que él les había enseñado en otro momento de la vida. Los sabios querían resaltar cómo Rabí Josef seguía siendo tratado con respeto y reverencia. Algo que esta generación debería aprender.
Hace tiempo les conté acerca de la abuela que fue a vivir a la casa de su hija, su marido y su nieta. Como resultado de su enfermedad, sus manos temblaban y ella comenzó a romper platos, vasos y objetos alrededor de la casa. La hija se enojaba y le hablaba de manera grosera a la anciana por ser tan torpe. Finalmente un día la hija le pidió a su pequeña hija para que comprara a la abuela un platón de madera para que de esa forma no rompiera más la vajilla. La niña regresó con dos platos de madera. “¿Por qué dos?, yo solo te pedí uno”, dijo la madre a su hija. La niña le respondió: “Mami, compré uno para la abuela y el otro para cuando tú seas vieja como ella…”
¿Qué enseñamos a nuestros hijos sobre esto? ¿Qué dicen nuestras acciones y palabras acerca de nuestras actitudes para con nuestros ancianos? ¿Les enseñamos que poder darles afecto y honor es una bendición? o ¿nuestros hijos escuchan que los “viejos” son una carga que nos quita tiempo?
Fue Abraham Joshua Heschel que declaró que “una sociedad es medida por la forma en que trata a sus ancianos”. Y la nuestra, lamentablemente es una sociedad primitiva. Cada uno, cada zaken o zkeiná, es una bendición y si tan solo les diéramos la oportunidad y el afecto, es inimaginable lo cuánto podemos seguir aprendiendo y recibiendo de ellos…
Abraham se sintió bendecido en todo porque el había dado el primer paso. Había comenzado la tarea, y sabía que sus descendientes la seguirían. Tenía fe en Dios y tenía fe que otros completen lo que había comenzado. Entendió que era parte de una narración más grande.
Abraham aprendió que ser feliz no significa que tienes todo lo que quieras o prometieron. Significa, simplemente, que has cumplido tu misión en la vida. Significa que has vivido cada día y todos los días con propósito y pasión.Por ello Abraham fue bendecido con “todo”, porque a pesar de sus limitaciones naturales no estaba avergonzado por su edad. Supo ser un anciano con vida y D-os lo bendijo por ser un ejemplo.
Que así sea con cada uno de nosotros, y que podamos ser una bendición para otros y para nosotros mismos.
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