Las «mujeres-talibán» judías preocupan a Israel

LARAZÓN.ES

25 de noviembre 2011 – – Se trata de un grupo de fundamentalistas, muchas de las cuales procedían de familias seculares antes de abrazar la religión, que han cosechado incluso el repudio de sectores ultra-ortodoxos al considerar que su modestia sobrepasa todos los límites.

Aunque las autoridades no cuentan con cifras exactas de cuántas mujeres siguen esta corriente, pues muchas apenas salen de casa para lo estrictamente necesario, se calcula que son entre 200 y 500 repartidas entre la localidad de Bet Shemesh, núcleo duro de la secta, y barrios ultra-ortodoxos judíos de Jerusalén.

En los últimos años, los medios israelíes comenzaron a denominar al grupo como “mujeres-talibán”, pues visten con varias capas de ropajes generalmente de color negro, guantes y fundas que cubren sus cabezas completamente, con lo que van incluso más tapadas que las afganas con el burqa.

Hana Slutzki, trabajadora social jefe para la protección del menor en el Ministerio de Asuntos Sociales, destaca a Efe que este fenómeno es cada vez más visible en las calles. “En un país democrático cada uno tiene derecho a vestirse como quiera, pero debemos proteger a sus hijas que no van al colegio, no reciben tratamiento médico o sufren abusos”, explica.La secta fue descubierta hace tres años cuando una mujer de Bet Shemesh compareció ante un tribunal completamente cubierta.

Su caso conmocionó al país al tratarse de una madre de 54 años y 12 hijos, seis de los cuales sufrieron serios abusos y llegaron a protagonizar relaciones incestuosas.En los últimos meses, la justicia israelí han tenido que lidiar con expedientes en los que se decidía si pertenecer a la secta era legal, a fin de proteger a menores en el seno de estas familias. Se debate si la práctica de forzar a menores -incluso algunas con edades comprendidas entre los seis y diez años- a ir cubiertas hasta los pies, negarles una educación formal y obligarlas a contraer matrimonio a una edad temprana, es constitutivo de delito.En la última década, los servicios sociales han incorporado rabinos en sus equipos de trabajo para lidiar con casos extremos en comunidades fundamentalistas.

Debido al rechazo que suscitan las “mujeres-talibán”, ningún colegio de la comunidad ultra-ortodoxa desea acoger a niñas cubiertas, por lo que la propia secta ha establecido escuelas clandestinas cuyo currículo no está sujeto a supervisión del Ministerio de Educación.”Estas mujeres educan a sus hijos de una forma muy radical, desconectándolos de la comunidad y la sociedad en general”, sostiene a Efe Dorón Agasi, director de la organización “Shlom Banaij”, que ayuda a las víctimas de abuso sexual y violencia en la comunidad ortodoxa.

Al igual que otros sectores ultra-religiosos, esta corriente judía es extremadamente cerrada, recelosa del Estado y de todo lo que considera sionista, al estimar que Israel no debería existir antes del advenimiento del mesías. El último y extremo caso destapado por la prensa fue el de una madre perteneciente a la secta, que dio a luz en su casa a fin de evitar hacerlo en un hospital “sionista” y “contaminado”, pero, finalmente, dejó a su pequeño a las puertas de un centro médico de Jerusalén tras presentar complicaciones y se negó a revelar su nombre o identidad, así como la del recién nacido.

Previamente salió a la luz el caso de dos hermanas de 13 y 15 años cuyos padres se sumaron al brazo israelí del grupo Lev Tahor (Corazón Puro) -cuyas mujeres se cubren por completo- y las enviaron a Canadá para formarse en unas prácticas declaradas ilegales en Israel y EEUU.

El carismático líder de la organización, que se hace llamar Shlomo Elbarnes, lleva años formando a menores e incluso obliga a niñas de 14 años a casarse. Tras una demanda interpuesta por familiares de las hermanas, las autoridades canadienses las deportaron a Israel tras aterrizar en Montreal y su caso está en los tribunales, que analizan si sus progenitores deberían continuar con su custodia.

Pese a las críticas que reciben por su extrema interpretación de la ley judía, las “talibán” defienden lo que consideran unas costumbres ancestrales y, recientemente, empapelaron las calles de barrios ortodoxos con fotografías de mujeres rezando frente al Muro de los Lamentos hace setenta años cubiertas de pies a cabeza, sobre la leyenda: “Así eran nuestras madres”.

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