JUDIT BOKSER-LIWERANT
EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO
Durante los últimos días del debate de la Comisión ad hoc, la postura de México, que se abstuvo de participar a lo largo del debate, fue expuesta por el embajador Rafael de la Colina, señalando que:
Su delegación se abstuvo de participar en la discusión general porque estimaba que únicamente debían tomar la palabra los miembros de la Comisión que habían adoptado una actitud netamente definida con respecto al problema. No es la falta de interés sino lo inadecuado de las soluciones ofrecidas lo que obligó a la delegación de México a adoptar tal actitud. El problema jurídico ha surgido a causa del carácter obligatorio de los tratados internacionales. El Mandato de Palestina ha tenido consecuencias naturales y jurídicas de importancia innegable en lo social y en lo jurídico.
El Alto Comité Árabe ha invocado el principio del derecho internacional contemporáneo, es decir, el derecho de libre determinación de los pueblos; y ha afirmado, fundándose en argumentos muy sólidos, que el Mandato no contenía ninguna disposición a favor del pueblo judío que tuviese por efecto la anulación de los derechos naturales de la población autóctona de Palestina. Si se invoca el carácter obligatorio de los tratados, se puede recurrir a la doctrina implícitamente contenida en el artículo 14 de la Carta en lo que concierne al arreglo de las situaciones que pueden comprometer el bienestar general o las relaciones amistosas entre las naciones. México no cree que se pueda desconocer el derecho de la mayoría a expresar su voluntad respecto del problema de Palestina.
Parece que toda solución deba menoscabar los derechos de una y otra parte, o los de ambas. Si se lleva a la práctica un plan cualquiera por razones de oportunismo político, lo que se podría aducir como razón válida para el plan de partición, queda por resolver la cuestión de la aplicación practica y de todos los problemas jurídicos que entraña, Todos esos aspectos de la cuestión y otros mas que han sido mencionados en el curso del debate general, explican la abstención de México.
Como puede apreciarse, hubo un reconocimiento explicito a que la abstención de participar en la discusión general se debió a la ausencia de una actitud definida frente a la cuestión de Palestina, así como a lo inadecuado y poco satisfactorio de las soluciones planteadas. Sin embargo, a esta razón el embajador le sumo consideraciones de tipo jurídico de las que se desprende que, al no reconocer el nexo histórico y el derecho del pueblo judío a Palestina, contempló a la población árabe como la única a la que le asistía el derecho. En esta línea, parece haber desconocido los compromisos internacionales previos de México, a los que había aludido Isidro Fabela.
Desde la perspectiva del desarrollo final de la cuestión de Palestina en las Naciones Unidas, la propuesta de resolución recomendando la creación de una Palestina unificada fue rechazada en la Comisión ad hoc el 24 de noviembre. Al día siguiente, la propuesta de partición fue aprobada en la Comisión por 25 votos a favor, 13 en contra y 17 abstenciones, y en esta ocasión también el voto de México fue abstencionista, Sin embargo, a pesar de que la propuesta de partición fue aprobada en el Comité de Palestina, le faltaba aun un voto para alcanzar los dos tercios requeridos por la Asamblea General. Esta es la causa por la cual los últimos tres días del debate plenario fueron tan cruciales y la acción de los diferentes grupos se centro en reclutar el apoyo necesario para que el resultado de la votación le fuese favorable.”
El 29 de noviembre tuvo lugar la votación, y la propuesta de la partición de Palestina fue aprobada por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones. México figuró entre los 10 últimos.
La distinción entre el considerando humanitario frente a los judíos y el argumento de derecho frente a los árabes, y lo insatisfactorio e incierto de toda solución, que fundamentaron el discurso de la delegación mexicana para explicar su abstención en el debate general y su posterior abstención en la votación final, quedaron registrados en las Memorias del canciller Torres Bodet:
…Pero los estadistas no prestaron la más leve atención a advertencias tan descarnadas y tan concretas. EI sentimiento humanitario, avivado por el recuerdo de las persecuciones nazis contra los representantes del pueblo judío, hizo lo demás. ¿Quién pensó en el derecho de autodeterminación y en el principio de no injerencia en el destino de comunidades históricas, arraigadas – durante siglos – en un pedazo de tierra tan deseado? La simpatía personal me inclinaba a entender la causa de los judíos. Pero la razón histórica, y el recuerdo del caso de Texas, me obligaban a imaginar – como mexicano – la reacción que tendrían por fuerza los pueblos árabes.
Consulté el caso con el Presidente de la República. Y me cerciore de que compartía mis dudas. No hubiera sido honorable pronunciarse contra las aspiraciones de los judíos, ni era sensato ignorar los derechos del mundo árabe. Por mucho que nos desagradasen las abstenciones, habríamos de abstenernos; así lo comunique a nuestros delegados en Lake Success… Ahora bien, ante la disputa irreconciliable de dos grandes grupos humanos, cualquier resolución que la asamblea tomara, sin su cabal consentimiento, violaría los derechos de una de las partes, o de las dos.
A diferencia de los apoyos sociales reclutados, la postura oficial de México destacó argumentos que concernían a la libre determinación de las mayorías y apeló al derecho internacional, cuestionando este en el caso judío. A su vez, proyectó frente a su consideración de lo inapropiado de la partición como solución, su propia experiencia histórica pasada; tal fue el caso de la perdida de Texas, en palabras del canciller Torres Bodet y los casos de California y Nuevo México,
Sin embargo, y como veremos, otros factores influyeron sobre su decisión.
La acción política del liderazgo sionista
Consideramos que más allá de la explicación de la postura abstencionista de México por el contenido de su propia argumentación, existen diferentes órdenes de factores que es necesario atender. Uno de ellos es el que compite a los nexos y relaciones entre México y las partes directamente involucradas y en pugna en la cuestión de Palestina.
Este nivel no solo arroja luz a los considerandos que conciernen inmediatamente a las poblaciones judía y árabe que se encontraban en el país y a las del exterior, sino que nos permite ver, desde nuestra particular óptica, el comportamiento político del liderazgo sionista en sus esfuerzos por esclarecer frente al gobierno de México sus aspiraciones nacionales y, consecuentemente, influir sobre su posición.
Sobre la temática de la actuación de los grupos árabes y judíos a lo largo del proceso y en especial antes de la votación final, también da testimonio Torres Bodet en sus Memorias:
Durante varias semanas, fui sometido a un tenaz acoso de los partidarios de los judíos y de los árabes en su lucha por el dominio de Palestina. Unos y otros tenían en México múltiples simpatías. Existía – y existe – en la República una importante colonia de sirios y libaneses. Por otra parte, no era posible ignorar el dramático nomadismo de los judíos, su heroicidad en el sacrificio, su perseverancia en el esfuerzo y la admirable plasticidad de su inteligencia, que les ha permitido adaptarse – con éxito incuestionable – al sistema de vida de los países que les brindaron, salvo excepciones honrosas, hospitalidad reticente, enojosa y dura.
Ciertamente hubo esfuerzos por parte de los árabes para influir sobre la posición de México. A partir de mediados de los años cuarenta, diferentes documentos esgrimieron, junto al argumento del derecho histórico, otros, de tipo más antagónico, en los que se destacó la amenaza que para el cristianismo significaba la presencia judía en Palestina, así como los inminentes riesgos de doble nacionalidad que para los judíos implicaría la existencia de un Estado judío, llegando a argumentar que ello seria, en el caso de los judíos de México, un atentado contra la democracia.
El antagonismo más directo frente a la idea sionista así como frente a la condición judía en general, fue expresado a través de la revista sirio-árabe Tempestad. Junto a una posición que podría caracterizarse como un nacionalismo árabe extremo, se perfilaron argumentos antisemitas basados en prejuicios tales como el poderío económico judío o bien argumentos de inferioridad racial.
A través de diversos canales, los árabes buscaron la negativa de México a la partición. En conferencias de prensa, artículos, entrevistas con funcionarios del gobierno y con miembros de la delegación mexicana en las Naciones Unidas, procuraron exponer la posición de la Liga Árabe frente a la cuestión de Palestina.
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