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domingo 17 de noviembre de 2024

Hay que tener cautela con la Hermandad Musulmana

DORE GOLD / PORISRAEL.ORG

El año después de la tragedia del 11 de septiembre del 2001, la actitud oficial de Arabia Saudita hacia la Hermandad Musulmana sufrió un cambio revolucionario. En 2002, el ministro del Interior saudita, Príncipe Nayef bin Abdul Aziz comentó acerca de la Hermandad Musulmana de la siguiente manera: “Le hemos dado demasiado apoyo a este grupo. La Hermandad Musulmana ha destruido al mundo árabe“. El comentario de Nayef fue importante. Era el poderoso Ministro del Interior de Arabia Saudita, responsable de la protección de la monarquía saudita frente a las amenazas internas. Cabe señalar la actitud de Nayef por otra razón. Éste octubre fue promovido para convertirse en el Príncipe Heredero de Arabia Saudita – y con el rey Abdullah habiendo cumplido 87 años de edad el año pasado, es probable que Nayef se convierta en el próximo rey de Arabia Saudita.

La oposición de Nayef a la Hermandad Musulmana fue, a la luz de la historia saudita, una sorpresa. Durante los años 1960, el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser oprimió a la Hermandad Musulmana. En 1966, los egipcios colgaron a su principal ideólogo, Sayyid Qutb, en la cárcel. Durante esos años, a los activistas egipcios de la Hermandad Musulmana se les dio refugio político en Arabia Saudita. Poco después les siguieron los activistas de la Hermandad Musulmana de Jordania y Siria. Los sauditas querían fortalecer la Hermandad Musulmana como un contrapeso al nasserismo y el socialismo árabe.

Con la oferta de la protección saudita, Muhammad Qutb, el hermano de Sayyid Qutb, escapó de Egipto y se convirtió en profesor de la Universidad Rey Abdul Aziz en Jeddah; se le unió Abdullah Azaam de la Hermandad Musulmana de Jordania. A finales de los años 1970 los dos profesores de la Hermandad Musulmana tuvieron un estudiante saudita llamado Osama bin Laden, quien más tarde seguiría a Abdullah Azzam a Afganistán para combatir a los soviéticos.

Los sauditas también les dieron a los miembros visitantes de la Hermandad Musulmana, empleo en sus enormes organizaciones de caridad mundiales, que se utilizaban para difundir la versión wahabita del Islam sunita. La más importante de estas organizaciones de caridad, para la Hermandad Musulmana, era la Asamblea Mundial de Juventudes Musulmanas (AMJM), que también difundía propaganda de la Hermandad Musulmana en los países musulmanes. Su primer director, Kamal el-Helbawy, provenía de la Hermandad Musulmana egipcia.

AMJM también empleó a Mohammed Mahdi Akef, antes de convertirse en el anterior Guía Supremo de la Hermandad Musulmana egipcia. (También empleó a un joven activista turco, Recep Tayyip Erdogan, el actual primer ministro de Turquía). Hasta hace seis o siete años, los sauditas utilizaban todas estas organizaciones de caridad para proveerle fondos a Hamas que, debe recordarse, es la rama palestina de la Hermandad Musulmana. Ahora los iraníes son el mayor apoyo de Hamas.

Recientemente, ha habido cada vez más indicios de que esta alianza, entre el liderazgo saudita y la Hermandad Musulmana, estaba terminando. CNN informó, en enero de 2011, que el gobierno saudita estaba investigando cómo la Hermandad Musulmana estaba usando el dinero de los donantes sauditas para extender su influencia en una serie de países árabes e islámicos. Los sauditas también estaban investigando la forma en que el dinero de la Hermandad Musulmana estaba llegando a Al-Qaeda.

Este año también hubo un informe, en Al-Hayat, de que el Ministerio de Educación de Arabia había decidido retirar, de las bibliotecas y escuelas, los libros extremistas de Hasan al-Banna, fundador de la Hermandad Musulmana, y los de su gran ideólogo, Sayyid Qutb. Hubo sauditas que dudaban de la eficacia de esta iniciativa, ya que esta literatura había influido en la educación en Arabia Saudita durante, al menos, 30 años. No obstante, dio otra indicación más de que Arabia Saudita quería distanciarse de su antiguo aliado, la Hermandad Musulmana.

De hecho, los sauditas efectuaron una conexión entre la ideología de la Hermandad Musulmana y el crecimiento del terrorismo internacional. En 2005, un ex Ministro de Educación kuwaití, el Dr. Ahmad Al-Rab’i, sostuvo en el diario a-Sharq al-Awsat, de propiedad saudita, que los fundadores de la mayoría de los grupos terroristas modernos en Medio Oriente, surgieron “del manto” de la Hermandad Musulmana. Dos años más tarde, Hussein Shobokshi, un columnista habitual de a-Sharq al-Awsat, escribió que “hasta el día de hoy” la Hermandad Musulmana “no ha traído más que fanatismo, divisiones, extremismo y, en algunos casos, derramamiento de sangre y asesinatos”. Los medios de comunicación sauditas culparon directamente a la Hermandad Musulmana por el nuevo terrorismo islámico que enfrentaba el mundo.

Mishari al-Zaydi, un periodista saudita y editor de opinión de a-Sharq al-Awsat, decidió, el 5 de noviembre, rebautizar a la “Primavera Árabe” como la “Primavera de la Hermandad Musulmana”. Teniendo en cuenta la actitud saudita durante los últimos años, no es de extrañar que hayan sido los principales opositores de la agitación en el mundo árabe. Le han dado refugio al líder derrocado de Túnez, Zine El Abidine Ben Ali, y se negaron a extraditarlo para un juicio al estilo de Mubarak. Los sauditas son, sin duda, conscientes de los esfuerzos iraníes para ejercer influencia sobre la Hermandad Musulmana.

Arabia Saudita debe tener cuidado con el surgimiento de un régimen revolucionario en Egipto. Históricamente, Egipto fue el país que invadió la Península Arábiga y amenazó el patrimonio saudita. En el siglo XIX°, durante el régimen de Muhamad Ali, un anterior estado saudita fue destruido por las tropas egipcias y su líder fue enviado al sultán otomano para su ejecución en Estambul. A comienzos de la década de 1960, el Egipto nasserista intervino en la Guerra Civil de Yemen y desplegó bombarderos rusos que los egipcios utilizaron para bombardear ciudades sauditas. Un régimen activista de la Hermandad Musulmana en Egipto, bien podría cuestionar la legitimidad del gobierno saudita, como parte de su general política anti-occidental.

Lo que la reacción saudita a la Hermandad Musulmana muestra, es que la tendencia islámica en el mundo árabe, hoy en día, no puede pintarse con un pincel y que, bajo la superficie, hay profundas rivalidades y diferencias entre la Hermandad Musulmana y los estados que, hasta hace poco, eran sus aliados más cercanos.

 

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