SONSOLES ZUBELDIA / ELPAÍS.COM
Los bioquímicos estadounidenses David Julius y Linda Watkins, y el israelí Baruch Minke*, considerados tres referentes mundiales en el campo de la neurobiología, recibieron el año pasado el Premio Príncipe de Asturias de Investigación por el descubrimiento de las causas y los mecanismos por los que se produce y percibe el dolor, así como otras sensaciones como el frío, el calor o el gusto. En concreto, Minke caracterizó las bases de la percepción y de la señalización sensorial a través de los llamados canales TRP. El investigador israelí inició sus estudios sobre estos receptores hace más de veinte años.
El paraninfo de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV acogió ayer un BioForo titulado Pain: from individual percepción to treatment through molecular biology -Dolor: De la percepción individual al tratamiento a través de la biología molecular-. Minke fue uno de los científicos de referencia internacional que participó en la jornada. Abrió las ponencias con una charla sobre los canales TRP.
Pregunta. ¿Cómo fue el proceso de búsqueda e identificación de los canales TRP?
Respuesta. No fue queriendo. Me llevó 20 años darme cuenta de que los había encontrado. Buscaba saber más sobre la visión en moscas de la fruta, pero hallé una cadena de proteínas que resultó ser básica para sentir dolor, regular el calor, la presión arterial la percepción del gusto y la proliferación celular -se encuentran en el extremo de neuronas específicas que parten de la médula espinal y que llegan hasta la piel o la superficie de las cavidades corporales internas como terminaciones nerviosas libres o fibras nerviosas específicas (nociceptores)-. Los canales se llaman TRP (Receptores de Potencial Transitorio). Cuando entendí lo que pasaba vi que era muy importante. No fue fácil convencer a otros científicos de lo importante que era. Estos canales influyen en todos los aspectos de la vida.
P. ¿Puede el dolor dividirse en categorías?
R. Sí. En general, está el provocado por el daño de tejidos o por condiciones extremas, como mucho frío o mucho calor, presión, cortes…Pero también puede generarse por sí mismo en el sistema nervioso, que transforma la señal del dolor en sensaciones.
P. ¿Faltan fármacos para el dolor?
R. Absolutamente, sí. Los fármacos que tenemos hoy no son selectivos. Puede que sean efectivos, pero no son selectivos. Este es el problema principal. Hay anestésicos locales que paralizan el dolor o los generales, que tampoco te hacen sentir dolor, pero estás inconsciente. Quienes usan morfina se vuelven adictos. Las soluciones de hoy no son buenas soluciones. Tenemos que encontrar algo específico que no sea adictivo, que pueda ser autocontrolado. Cuando algo inicie el dolor, éste pueda ser aliviado localmente, en el punto exacto donde se inició.
P. ¿Hay suficientes estudios sobre el dolor?
R. No realmente. Los anestesistas sí lo estudian porque está directamente relacionado con su trabajo en los hospitales, pero el dolor no es algo que se investigue intensivamente, como el cáncer. Tenemos que ser conscientes de la importancia del dolor. No es solo un síntoma, es un problema en sí mismo.
P. ¿Faltan medios para la investigación del dolor?
R. Hay, no los suficientes. Nada comparado con los destinados a los programas de corazón, cáncer…
P. ¿Cómo interviene el cerebro en la regulación del dolor?
R. Es esencial porque nos dice que sentimos dolor. Como cualquier otra sensación. Sin cerebro no sentiríamos dolor. El cerebro puede controlarlo. A veces, aunque exista una buena razón para sentirlo, el cerebro puede ignorarlo. Cuando estás muy excitado, por ejemplo. También pasa al contrario, el cerebro puede iniciar la sensación de dolor sin una razón.
P. ¿Puede doler físicamente el dolor emocional?
R. El dolor real es cuando lo sentimos. Es decir, cada vez que sientes dolor, es real. No importa cómo se inicia la sensación. Cuando el cerebro dice que hay dolor, sientes dolor.
P. ¿Es posible erradicar por completo el dolor?
R. El dolor es algo esencial que necesitamos en nuestro día a día. Si no, dañaríamos terriblemente nuestro cuerpo.
*Baruch Minke (Tel Aviv, 1940) es un bioquímico y genetista israelí que se doctoró por la Universidad Hebrea de Jerusalén en 1973. Ha sido profesor en distintas universidades, como la de Johns Hopkins, la de California en San Diego o la Nacional de Australia. Ha trabajado en varios centros de investigación como el Instituto Max Planck de Alemania o el Hospital Cantonal de Ginebra. Desde 1987 es profesor de Fisiología en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Ganó el Premio Príncipe de Asturias 2010 de investigación.
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