PALOMA KUNG SULKIN
“Había un hambre enorme de cultura en un lugar donde no había suficiente pan para comer” Testimonio de sobreviviente de Terezín
Frente al sanguinario régimen nazi, los judíos opusieron diversas formas de resistencia, una de ellas fue la resistencia pasiva. Los nazis pretendían quebrarlos física y mentalmente sin embargo fracasaron en su intento de doblegarlos espiritualmente. Los prisioneros judíos del campo de Terezín, entre los cuales había un gran número de intelectuales, músicos y artistas de elevado nivel, organizaron grupos de estudio, educación infantil, conciertos, obras de teatro y otras actividades. Se sobrepusieron a las denigraciones, creando con su imaginación, una realidad aparte y la posibilidad de un futuro ideal, donde el “heroísmo consistía en la voluntad de crear, de pintar, actuar y componer en el infierno”. Testimonio de sobreviviente de Terezín
Resistió el que contrabandeó el pan.
Resistió el que enseñó en secreto
Resistió el que escribió y publicó y advirtió y rompió ilusiones.
Resistió el que contrabandeó un rollo de la Torah.
Resistió el que ayudó a los fugitivos en su ruta.
Resistió el que escribió lo que ocurría y lo ocultó […]
Resistió el que desarmado se levantó contra sus asesinos […]
Resistió el que sobrevivió.
Resistió el que se rebeló en los ghettos, entre paredes que caían, en la rebelión más desesperada de todas.
Jaim Guri
Karel Svenk, dramaturgo, compositor y actor, pionero del teatro de vanguardia en Checoeslovaquia, escribió y dirigió El último Ciclista en 1943, en el campo de Terezín, ubicado a 60 Km. de Praga, un campo de trabajo y de tránsito hacia los campos de exterminio en Polonia. Svenk con una trayectoria prolífica en teatro y cabaret, escribió y escenificó ésta y otras obras, en unas precarísimas condiciones, determinado a animar a la gente y levantarles la moral, haciéndolos reír con estas parodias para olvidar su realidad por unos momentos. “ No había audiencia más agradecida, y no había actores o músicos, más recompensados con el amor de su público, que los de Terezín”, Testimonio de sobreviviente de Terezín
Armado de un humor ácido y subversivo, en sus presentaciones reflejaba irónico, el absurdo de la vida en el ghetto. La Cruz Roja Internacional, ante los rumores de las siniestras actividades de los nazis contra los judíos, decidió efectuar una visita de inspección a los campos y fue enviada a Terezín. Esto promovió entre las autoridades de Terezín, una serie de “preparativos” para darle un aspecto “presentable” al ghetto que era utilizado como modelo hacia el mundo exterior. Se construyeron decorados para simular cafés, bancos y teatros e instruyeron a los prisioneros en cuanto a las respuestas que deberían dar a los visitantes. El éxito de tal engaño canceló la posterior inspección al campo de Auschwitz,- que generaba entre los reclusos la esperanza de que el mundo se enterara de las atrocidades perpetradas por los nazis. Este frustrante evento fue consignado con una gran dosis de ironía por Svenk en la obra, para dar cuenta del enorme desencanto y desmoralización que el éxito de esta farsa le provocó a la gente en el Campo.
El Último Ciclista es una obra que enfrenta al espectador con un abanico de interpretaciones posibles para comprender las implicaciones dramáticas, paródicas, políticas, semánticas o filosóficas, que ofrece su lectura.
En el momento histórico de su creación se conjugaron una serie de circunstancias que, como el Holocausto mismo, desafían nuestra capacidad de comprensión. La paradoja, la contradicción y lo grotesco, eran componentes de la lógica que tuvieron que incorporar a su cotidianidad. No es por casualidad seguramente, que Karl Svenk ubicó la acción en un manicomio, y que el resultado sea una sátira sobre los nazis, ridiculizados por los personajes; unos locos dirigidos por La Mama y Rata, que pretenden exterminar a los ciclistas porque según ellos son los culpables de todos los problemas del mundo.
Los géneros de farsa y cabaret permiten como dice Foucault abordar “lo humano desde lo político” y son una herramienta importante para denunciar las injusticias dentro de una sociedad, misma que utiliza Svenk recurriendo al tema de la locura, que ha sido abordado frecuentemente en el teatro para escapar de la realidad que rodea a los personajes y los victimiza. En este caso Svenk invierte la metáfora del loco que cuestiona a la sociedad que lo etiqueta y aísla, des-metaforizando la locura mostrándola no como espejo de la realidad sino la realidad misma como advertimos en innumerables casos de abusos, y de crueldad patológica de que eran objeto.
El autor, para su obra se inspiró en un chiste que circulaba en Europa entre la Primera y Segunda Guerra Mundial, y la obra absorbió de éste, el humor negro y el absurdo: “Los judíos y los ciclistas son responsables de nuestras desgracias”.
-“¿Por qué los ciclistas?”
– “¿Y por qué los judíos? “
Una obra escrita en un campo de concentración nazi, por un prisionero judío, para escenificarla abierta o clandestinamente frente a prisioneros y verdugos; expuestos ambos a los mensajes explícitos o encubiertos, esto ya es en sí, una trama poderosa que no se puede ignorar.
Esta obra fue vista y percibida por los autores y espectadores del Campo desde su perspectiva de prisioneros, y ahora nosotros tenemos la oportunidad de leerla en otro momento de la historia, con la posibilidad de recrear la emoción que le producía a ese público – frágil y vulnerable, – captar las chispas de humor, de alegría, y de esperanza, a pesar de que las risas y los aplausos tenían que ser inhibidos para evitar ser atrapados. “todos sabían que aquellos que no se presentaban a la función, faltaban porque habrían sido deportados a los campos de exterminio. Testimonio de sobreviviente de Terezín.
Público y actores de Terezín, estaban constantemente en peligro; sin embargo necesitaban del teatro o de la música para que les remitiera y confirmara su dignidad humana, dándole sentido a su vida aunque ésta estuviera cada minuto a punto de terminar. Los dirigentes del Campo por su lado, aprovechaban impúdica y sádicamente las capacidades de los artistas confinados, obligándolos a representar y ejecutar sus creaciones para su propio divertimento. Cierta dosis de burla y de crítica era tolerada, después de todo, a cada uno de ellos lo enviarían a la cámara de gas. Estos elementos contradictorios que convivían: el arte vs. el sadismo, la música vs. la muerte, palabra y espíritu vs. lo abyecto, adquirieron un peso tal que no permite la pasividad del espectador, le exige una mirada participativa y lo sitúa en contexto para aprehender la obra en toda su complejidad.
La Introducción de la obra, logra de una manera rápida y sintética ubicarnos en el momento y el clima que viven los artistas en el Campo, la información que tienen del exterior, su relación con el Consejo de Ancianos, con los Nazis y con el público. Con unos cuantos trazos, estamos al tanto de su estado de ánimo, de sus verdades existenciales tambaleantes, de la pasión y la necesidad vital de presentar la obra, que producirá en actores y espectadores la catarsis necesaria para exorcizar sus miedos, manifestar el desprecio por los nazis y su posibilidad de reírse de ellos, no siempre impunemente. El amor y el final feliz de la obra, son una fantasía necesaria, una manera de cargarse de la energía indispensable para enfrentar la realidad un día más, al salir expulsados de esa matriz que les permitió descansar un momento eterno y a la vez efímero del sinsentido que los rodeaba
El género de Comedia que Karl Svenk dominaba, le mereció ser llamado el Aristófanes de Terezín. Los parlamentos de la obra, son agudos y directos, por momentos crípticos e irónicos, encabalgados van marcando un ritmo vertiginoso. Cada escena se va desarrollando con la rapidez y longitud necesaria, y con la meticulosidad de un relojero que arma ante nuestros ojos una maquinaria paso a paso, no reconocible de inmediato pero al terminar consigue que engrane en un todo que no sólo hace sentido lo que dice, sino que revela mucho más entrelíneas. Los diálogos aparentemente inconexos, conforme avanza la obra, van tejiendo una malla de situaciones cómicamente aterradoras que nos arrancan risas dolorosas y no nos atrevemos a expresar en fuerte. Algunos de los guiños chaplinescos eran entendidos sólo por los espectadores del Campo en un lenguaje de claves concentracionarias, o transmitían una frescura inesperada que la fuerza del amor logra, a pesar de la intensidad que provoca el absurdo.
Si bien la combinación de condiciones en las que surge El Último Ciclista resultan como mencioné, irracionales y perversas, los valores que enarbola y los vicios que señala, subrayan el carácter universal e increíblemente actual, que a pesar del tiempo conserva la obra.
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