AMERICAN SPECTATOR/TRADUCCIÓN MAY SAMRA (fragmento)
Muamar Gadafi fue sin duda más que profético en 2008, durante la Cumbre de la Liga Arabe (LA) , cuando preguntó acerca el destino de su predecesor iraquí, Saddam Hussein, tras las intervenciones militares occidentales:”El gobernante y jefe de un miembro de la Liga Árabe ha sido ahorcado. ¿Por qué?” preguntó. “En el futuro, llegará el turno de ustedes. Sí, incluso ustedes, los amigos de Norteamérica”, dijo a los líderes árabes presentes en la audiencia, los cuales se destornillaban de risa. “Somos amigos de los Estados Unidos, pero Estados Unidos aprobará algún día nuestra horca.”
Dos años más tarde, el dictador excéntrico fue sacado de un canal de desagüe y linchado por una turba de rebeldes, después de que el régimen sucumbió a una alianza de insurgentes nacionales y ataques aéreos de la OTAN. En la Casa Blanca, Obama elogió la desaparición de Gaddafi, diciendo: “Uno de los dictadores más veteranos del mundo ya dejó de existir. La sombra de la tiranía se ha levantado.”
Bueno, Gadafi pudo haber desaparecido, pero su sombra sigue persiguiendo a Obama y otros entusiastas de la intervención en Libia. Cuando Obama ganó el Nobel de la Paz en 2009, la justificación del premio descansaba en gran parte en el compromiso del presidente con el desarme nuclear, con la correspondiente cita del Comité Nobel que elogiaba a Obama por una “visión de un mundo libre de armas nucleares”.
Además, la cita decía lo siguiente: “El diálogo y las negociaciones son sus instrumentos favoritos para resolver incluso los conflictos internacionales más difíciles”.
O como el profesor Juan Cole -un “experto” para Oriente Medio – dijo:. “Barack Obama recibió el premio porque propuso un cambio de juego … Hace dos años se hablaba de si Cheney podría convencer a los estadounidenses a ir a la guerra contra Irán. Ahora Washington está participando en conversaciones directas con Teherán, que han aliviado las tensiones “.
Sin embargo, cuando la nueva entrega del “reality show” – la guerra civil de Libia – de la serie también conocida como La Primavera Árabe estaba llegando a las pantallas de televisión, la participación de la OTAN atrajo a un público no deseado ni deseable, a saber: Corea del Norte e Irán.
Un oficial no identificado de la política exterior de Corea del Norte, citado por la agencia de noticias norcoreana, criticó los ataques aéreos en Libia y estableció un paralelismo directo entre el arsenal nuclear de su país y el programa de armas de destrucción masiva de Libia, que Gadafi desmantelara en 2003 como parte de sus planes de cooperación con Occidente. Llamó a la negociación de Occidente con Gadafi “una táctica de invasión para desarmar al país”, y dijo que el posterior bombardeo de Libia por las fuerzas de la OTAN servía para “enseñar a la comunidad internacional una grave lección”. Además, proclamó que un ejército poderoso era el único medio de asegurar la paz en la península coreana.
Más inquietante aún para el gobierno norteamericano, las consecuencias de la guerra de Libia no pasaron desapercibidas para el líder supremo de Irán – el ayatolá Ali Jamenei. El Líder Supremo comparó los incentivos diplomáticos y económicos de Occidente a cambio de las ambiciones nucleares de Gaddafi a “caramelos dados a un niño.” Jamenei dijo que Irán tenía razón de rechazar las restricciones sobre su programa nuclear, dejando claro que se puede engañar a un niño con dulces, pero sólo una vez. Después de haber visto lo que pasó a Gaddafi, Irán no va a negociar sus ambiciones nucleares por cualquier “dulce”.
Muchos analistas han pasado por alto la conexión de la no proliferación con la guerra en Libia. El mismo Juan Cole apoyó la guerra en Libia de la siguiente manera (al tiempo que expresó reservas acerca del hecho de que Obama continuara con la participación de EE.UU. en Irak sin la autorización del Congreso): “La intervención de Libia, en sí misma es legal, según el derecho internacional, de una manera que la guerra de Irak no lo era. Personalmente, creo que el intento de la ONU para detener una guerra de agresión unilateral es absolutamente esencial para nuestra supervivencia en la tierra, aunque ha tenido muchos fracasos”. Su posición respecto a Irán se mantuvo sin cambios.
En octubre pasado, Juan Cole hizo de nuevo un llamamiento al diálogo entre el gobierno estadounidense e Irán. Llegó a la oficina de Obama convencido “de que la mesa de negociaciones era la única manera posible para tratar con Irán.”
Hoy, quedó muy claro que si un camino plausible para tratar con Irán existe, no es la mesa de negociaciones…
Al respaldar la lucha contra las fuerzas de Gaddafi en la guerra civil de Libia hasta el punto de empujar una política de facto de un cambio de régimen (y no simplemente “proteger a los civiles”), Obama rompió el acuerdo tácito de los Estados Unidos con Gaddafi que había estado en vigor desde que el autócrata libio renunció a sus ambiciones de poseer armas de destrucción masiva en 2003. El presidente ciertamente ha hecho un “cambio de juego” … eliminó la mesa de negociación de la lista de opciones para tratar con Irán.
Mientras tanto, el príncipe saudí manifestó la posición de la monarquía sobre las ambiciones nucleares de Irán en términos muy claros en una conferencia en Riyadh: “Si nuestros esfuerzos, y los esfuerzos de la comunidad mundial, no convencen a Israel de arrojar sus armas de destrucción masiva para prevenir que Irán obtenga armas similares, debemos, como el deber de nuestro país y la gente, ver todas las opciones que se nos dan, incluyendo la obtención de estas armas nosotros mismos”.
La advertencia de Arabia Saudita, que incluye una referencia a las armas nucleares de Israel que han existido desde hace décadas, no deja ninguna duda respecto a que la desagradable posibilidad de un Irán nuclear desataría una carrera árabe-persa de armas nucleares en una región que, generalmente, no es conocida por su estabilidad o previsibilidad.
En 2010, Yousef Al-Otaiba , embajador de los Emiratos Árabes Unidos en los EE.UU. fue más directo. Llamó a Irán el único país de la región que representan una amenaza para los Emiratos Árabes Unidos, y dijo: “No podemos vivir con un Irán nuclear.”
Hoy en día, la administración Obama se enfrenta a un dilema nunca soñado en la filosofía del profesor Cole. La forma en que el ideal de la prevención de las guerras de agresión unilateral terminó con el linchamiento de Gaddafi ha desconcertado a los regímenes de Irán y Corea del Norte. Las posibilidades de que uno u otro país suspenda voluntariamente los programas de armas de destrucción masiva, se ha convertido en muy escasa o inexistente. De hecho, a la luz del destino de Gadafi, ¿creen que dichos países deban desarmarse?
En las actuales circunstancias, el gobierno de Obama podría estar considerando un ataque preventivo contra las instalaciones nucleares de Irán, antes de que el régimen adquiere una fuerza de disuasión nuclear y lleve toda la región a una ola de adquisiciones armas de destrucción masiva.
Hoy, contrariamente a los argumentos de algunos analistas, un ataque preventivo es la única opción realista, para que la visión de Obama de un mundo libre de armas nucleares tenga alguna posibilidad de supervivencia en el Oriente Medio. El régimen de Teherán no va a retroceder a través de un enfoque de “zanahoria y palo”, o sea negociaciones y sanciones, después de lo ocurrido en Libia.
…En verdad nunca se debe subestimar la sombra de un hombre muerto: en este caso, Gaddafi.
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