JOSÉ KAMINER TAUBER
EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO
Un poco de historia
Los primeros judíos llegan a los Balcanes a principios del Siglo II, poco después de que los romanos conquistaran la región. A estos judíos se les conocía con el nombre de Romaniotas (los romaniotas era el sobrenombre de los judíos griegos que se encontraban en Grecia desde la época del Primer Templo).
El origen de la comunidad judía de Bulgaria comienza, antes de la destrucción del Segundo Templo (año 70). Los judíos se asentaron en la zona de Bulgaria en la época bizantina, Testimonios acerca de la llegada de los judíos a Bulgaria, se remontan al siglo III-VI, así como la documentación de la situación de la comunidad, la cual se encontró cerca de la ciudad de Nicópolis al lado del Río Danubio.
Muchos judíos emigraron a Bulgaria de Hungría, luego de la expulsión en 1376. Refugiados adicionales que llegaron de Bohemia y de Baviera a Bulgaria, debido a las persecuciones de 1470. Dichos judíos húngaros preservaron sus tradiciones y hablaban idish, pero más tarde tomaron las tradiciones locales del resto de los ashkenazim y finalmente todos adoptaron las costumbres sefardíes y el ladino. La comunidad comenzó a florecer en forma significativa luego de la expulsión de los judíos de España en el año 1492. En ese momento, el sultán turco autorizó a los exilados que se establecieran en el Imperio Otomano donde recibieron un trato tolerante por parte de las autoridades y de la población local.
Los judíos sefardíes llegaron a Bulgaria, por lo visto, después de 1494, se asentaron en las ciudades comerciales donde se encontraban los judíos askenazíes. Muchos llegaron a Bulgaria de Salónica pasando por Macedonia y de Italia. Hasta 1640 había en Sofía tres comunidades diferentes: los romaniutos, los ashkenazíes y los sefardíes.
Entre los exiliados que llegaron a Bulgaria desde España y Portugal, se encontraba Rab Iosef Caro, escritor del Shulján Aruj, que llegó allí en su camino a la tierra de Israel. Se estableció allí durante 20 años, en la ciudad de Nicópolis, donde estableció una yeshivá y es posible que haya escrito allí parte de sus tratados. Posteriormente decidió viajar a Israel para establecerse en Tzfat.
Los judíos de Bulgaria vivieron su judaísmo, sin crisis alguna, hasta mediada del siglo XIX. En el siglo XIX comenzó a aparecer el iluminismo y con él cambios sufridos en la educación de los niños judíos del país, contribuyendo posteriormente la “Alliance Israelita Universal”, la cual buscó combinar la educación y la cultura del momento con la educación judía clásica.
En el contexto de las constantes olas de antisemitismo en la Europa moderna, la coexistencia de los judíos y los pueblos balcánicos pareció casi idílica. Así, a la inauguración de la majestuosa Sinagoga de Sofía en 1909, asistieron no sólo toda la élite de gobierno, sino también el Rey Ferdinando, acompañado por la reina Eleonora.
El incremento del nacionalismo trajo consigo persecuciones y pogroms y al mismo tiempo comenzó a aparecer el sionismo y el nacionalismo judío entre los judíos de Bulgaria.
La persecución nazi
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Alemania comenzó a hacer presión sobre las autoridades búlgaras para establecer la “Solución Final a la Cuestión Judía”. En diciembre de 1940, la Asamblea Nacional Búlgara aprobó la vergonzosa ley del “Acta de Defensa Nacional”, que inició el terror organizado y la persecución de los judíos y francmasones.
Hubo prohibición para los matrimonios mixtos, para la práctica de ciertas profesiones, la mayor parte de los judíos de Bulgaria que era un cuarto de su población tuvieron que llevar la insignia de la estrella de David con la palabra judío y entre otras leyes fueron puestos en toque de queda, Seis o siete meses por año los hombres, hasta los 55 años, eran enviados “a campamentos de trabajo”.
Sin embargo, la ley de Defensa de la Nación y el antisemitismo eran completamente ajenos a la mentalidad nacional. La campaña antijudía no era bien vista por los campesinos y habitantes de la ciudad, por la intelectualidad, la iglesia Ortodoxa, la Iglesia Cristiana (el Nuncio Apostólico en Turquía era Angelo Roncalli, luego ungido Papa Juan XXIII) y los círculos dirigentes. La deportación secreta planeada, para la población judía a los campos de concentración alemanes fue frustrada, en febrero del año 1943 fue la caída de Stalingrado, para el 9 de marzo, el comisario para los asuntos judíos Belev, junto con el alemán Dänneker, habían decidido deportar a los judíos según órdenes de una de las oficinas de Adolf Eichman que funcionaba en Sofía.
En varias ciudades concentraron a los judíos alrededor de las estaciones ferroviarias para embarcarlos a los campos de muerte. Cuando Demiter Peshev vicepresidente de la Asamblea Nacional se enteró, encabezó una serie de protestas, demostraciones y debates parlamentarios. La iglesia Ortodoxa Búlgara, bajo sus dos lideres: los metropolitanos Stefan y Kiril, movilizó a sus fieles y a ellos se sumaron los intelectuales, abogados, profesionales y el pueblo entero
Sin embargo, los planes de Belev fallaron por la reacción oficial de las autoridades y la oposición de la gran mayoría del pueblo: iglesias, políticos, organizaciones profesionales, todos encabezados por el venerado por búlgaros y judíos, el Cardenal Stefan y también por el Obispo Kiril, que se plantó entre las vías del tren en Plodiv, declarando que el tren debería pasar únicamente sobre su cuerpo.
El rey Boris III decidió revocar la deportación y los judíos que volvieron a sus casas. Lamentablemente en las zonas ocupadas por las hordas nazis fueron exterminados más de once mil judíos.
El Acta de Deportación fue derogada posteriormente por Dimitri Peshev. De esta manera muchos judíos rumanos, polacos, checos, húngaros y lituanos, salvaron sus vidas al poder circular por Bulgaria en su camino de salvación hacia Palestina.
Ahora bien, la salvación de los judíos búlgaros es un motivo de verdadero orgullo histórico de la nación búlgara. Pero este episodio nos brinda la oportunidad de extraer por lo menos una conclusión actual. Ella es que las tendencias totalitarias, la agresividad, la persecución colectiva, la segregación racial, étnica o religiosa tienen eficacia y poder si hay indiferencia y apatía en la sociedad; el terror tiene su fuerza hasta que los ciudadanos se dejan estar silenciosos. Por eso la gran moraleja universal de este hermoso capitulo de la historia búlgara y el gran desafío de la actualidad es la necesidad de consolidar la cultura de la solidaridad y tolerancia para generar bienes de convivencia, paz y democracia.
Lazar Koprinarov
En la Bulgaria actual existe una discusión, a quien se debe agradecer la salvación de los judíos, si fue por la intervención del Rey o de la población. En cualquier caso, una cosa está fuera de toda duda: los judíos locales no fueron enviados a las cámaras de gas debido a la enérgica oposición de la mayoría de la sociedad búlgara.
Lamentablemente, esto no ayudó a los judíos de la Tracia, Egea (ahora Grecia) y el Vardar Macedonia (ahora la República de Macedonia), que estaba entonces bajo la ocupación búlgara y alemana. En marzo de 1943, aproximadamente 11 mil judíos de esas regiones fueron deportados y más tarde masacrados en el Holocausto.
Al concluir la segunda Guerra Mundial el número de judíos en Bulgaria era de 50 mil, esto es, tantos como en el período de pre-guerra. Después de 1948 la gran mayoría de ellos emigró al recién proclamado Estado de Israel. Según el último censo oficial de la población realizada en el año 1992, sólo 3461 personas declararon su identidad judía. Ahora este número es probablemente más pequeño, debido a la constante emigración de judíos de la joven generación a Israel.
Además, según datos presentados por la organización judía “Shalom” el número de ciudadanos búlgaros de origen judío es casi de 6000, incluyendo a individuos nacidos de matrimonios mixtos. En el curso de su larga presencia en las tierras búlgaras, la comunidad judía contribuyó continuamente en todas las esferas de vida. Figuras de renombre mundial son judíos como la del pintor Pascin, nacido en Vidin y Elías Canetti, nacido en Russe, laureado Premio Nobel de Literatura. Desde 1990 existen relaciones diplomáticas entre Bulgaria e Israel, luego del derrocamiento del gobierno comunista.
En el mes de marzo el pueblo búlgaro conmemora una de sus hazañas morales por la salvación de los judíos búlgaros. Durante la Segunda Guerra Mundial ni un solo de los casi 50 000 judíos búlgaros fue deportado a los campos de la muerte. En este periodo tan vergonzoso y amargo de la historia moderna de Europa, el único país que no permitió deportar los judíos era Bulgaria. Toda la sociedad, desde el Rey hasta los comunistas, desde la Iglesia Ortodoxa hasta los poetas y los comerciantes, cada uno en su manera, se opuso sin violencia a la deportación de los judíos. En esta batalla por salvar su vida, David de la solidaridad y tolerancia del pueblo búlgaro se enfrento victoriosamente contra el brutal y fornido Goliat de la Alemania nazi y sus adeptos nacionales.
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