RABINO MARCELO RITTNER EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO
Se cuenta que una joven vestida de forma de poder enfrentar el intenso calor de Yerushalaim, sube al camión y se sienta junto a un hombre vestido de negro, de larga barba y gran sombrero, con un libro de Talmud en la mano. El hombre, incómodo con su compañera de asiento, saca de su bolsillo una manzana y se la da a la joven. Ella lo mira extrañada. El hombre sin mirarla le dice: “Cuando Eva comió la manzana se dio cuenta que estaba desnuda”. La joven no respondió. Al día siguiente vuelven a encontrarse en el mismo camión y ella se sienta junto a él. Sin hablar palabra le da una manzana. El se siente sorprendido. La joven, mirándolo le dijo: “Cuando Adán comió la manzana que le dio Eva, descubrió que debe trabajar”.
Naama es una niña de 8 años, rubia, tímida, de ojos azules y gafas que vive en Beit Shemesh y que hace algunos días vio su nombre en periódicos y televisión en Israel y en muchos lugares del mundo. En repetidas ocasiones camino a su escuela ella y algunas compañeras fueron hostigadas por hombres ultra-ortodoxos que las insultaron y escupieron exigiendo que se vistieran con más recato. Lo que vale la pena mencionar es que Naama viste faldas que cubren sus tobillos y cubre también sus hombros, como lo hacen todas las alumnas en su escuela.
La historia de esta niña es el último incidente de la intimidación de ultra-ortodoxos a las mujeres. Pocos días antes de este evento la televisión informaba sobre Tanya, una mujer de 28 años de Ashdod, quien denunció a un hombre ultra-ortodoxo que la obligó a que se sentara en la parte posterior en un autobús público en un viaje de Ashdod a Jerusalén. En septiembre, nueve soldados religiosos siguiendo órdenes de su rebbe, se salieron del auditorio porque soldadas cantaban en una ceremonia militar oficial. Algunas clínicas de salud y oficinas de correos tienen horarios de atención separados para hombres y mujeres, todo de manera extra oficial y en Bet Shemesh el intendente cierra los ojos mientras el transporte público hace sentar a las mujeres en la parte posterior o se instalan placas haciéndolas atravesar la calle en algunos lugares cercanos a lugares de estudio.
En el pasado estas historias no recibían mayor atención, pero con Naama, ha cambiado. El propio presidente Shimon Peres pidió a los israelíes “salvar a la mayoría de las garras de la minoría”. Y agregó: “Luchamos por el alma del pueblo y por la sustancia del Estado”.
Hay hoy un sentimiento de ira social que se manifiesta públicamente contra esa discriminación y acoso religioso contra las mujeres y las niñas. Una situación que ha cruzado la línea de la observancia religiosa a la de los derechos civiles. Las mujeres deben ser respetadas y no deben ser ofendidas ni siquiera en nuestras plegarias diarias. Ofenderlas, discriminarlas, agraviarlas es desconocer la esencia misma del judaísmo.
Hace pocos días, Masortí, que es el nombre de nuestro movimiento, celebró 35 años en Israel. Shimon Peres fue el primer Presidente de Israel en participar en un evento público del movimiento. Después de escuchar Shirat Majar, el coro mixto de jóvenes del movimiento juvenil, Peres comenzó su discurso diciendo: “He venido aquí esta noche para escuchar a las mujeres cantar…”
Pero la emoción duró poco. Al finalizar Shabat vimos con horror la foto de un niño vestido de forma de imitar la famosa de la época Nazi de un niño judío con un Maguen David amarillo en su ropa y sus manos alzadas simbolizando su rendición. Así lo usaron sus padres, extremistas religiosos para protestar contra el Estado judío y el pueblo judío. Ellos se presentaron como las víctimas pero desataron la cólera de todos los sectores de la sociedad israelí y del mundo judío.
El grupo de 1500 personas protestó sobre el hostigamiento de los seculares contra ellos. “Así nos sentimos porque no nos permiten vivir la Torá del modo que lo deseamos.”
Para quienes tanto defienden el recato en las vestimentas, usar ropas como las que eran obligados a utilizar los prisioneros de la Shoá, lo que hicieron fue un acto repugnante y una falta de respeto a cada una y todas las víctimas. Para quienes se declaran los verdaderos guardianes de la religión,lo que hicieron fue “Hilul Hashem”, profanaron el nombre de D-os.
Les digo que querer imponer un estado teocrático no se puede disfrazar como Shoá, ni como modestia, ni siquiera como Torá. Yo creo que en una sociedad democrática los manifestantes tienen derecho a expresar sus ideas, pero aquellos que agreden, escupen e insultan, acosan e intimidan, tiran piedras, cierran calles, los que violan las leyes y sus responsabilidades civiles, ellos sí deben ser encarcelados y juzgados en Israel, en México, o en cualquier parte del mundo.
Hoy es Shabat Shemot. Comenzamos a leer un nuevo momento en la historia judía. Pasaremos de la esclavitud a la libertad, de la libertad al compromiso. El compromiso de construir una sociedad mejor y más justa. Y leemos sobre admirables mujeres. Yojeved, la madre de Moshé, que tuvo valor de dar vida, leemos sobre Miriam, la hermana de Moshé, que tuvo una devoción inmensurable por su hermano. Leemos sobre la hija del Faraón que salvó una vida. Leemos sobre las parteras que salvaron a Moshé contra las órdenes del Faraón.
Nuestros sabios nos enseñan que fue por causa de las mujeres justas que el pueblo de Israel salió de la esclavitud. A todas ellas, mi reconocimiento y mi respeto.
Amigas y amigos, “Luchemos por el alma del pueblo y por la sustancia del Estado”. Comprometámonos por el respeto al prójimo, que es el verdadero respeto a D-os.
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