ENLACE JUDÍO
Raquel Schlosser es autora del libro “Mi Zeide es historia”, que se transformó en un libro de lectura nacional para las primarias. La Secretaría de Educación Pública obtuvo 58,600 ejemplares que colocará en las aulas de primaria de todos los estados del país.
Les presentamos extractos de la entrevista con la autora.
¿Cómo nació la idea de escribir el libro?
Lo que rasga la historia, quiebra la continuidad de la vida. La herida se vuelve innombrable atrincherada en el anonimato del lenguaje y se torna impensable. Después, la memoria colectiva busca a sus portavoces para que no se olvide.
“Mi Zeide es historia”, es testimonio vivo de un sobreviviente del Campo de Exterminio de auschwitz (minúsculas intencionales) Salomón Schlosser Flack, quien a través de información histórica deja ver la orfandad de justicia , patria, techo y familia.
Canto por la cultura de paz, para enseñarle a las y los pequeños el valor de la tolerancia–respeto–dignidad, para que la discriminación y los genocidios no se repitan contra ningún pueblo.
El nacimiento de un libro queda acunado en el recuerdo de quien lo escribe. Lo comparto en estas líneas. En un momento de diálogo e introspección confesé: “Cuando nací no existía el presente. Para mi padre fui la reconstrucción del pasado; para mi madre, la edificación de sus sueños. Ese vacío es mi fuente de inspiración ”. El silencio se desvaneció con un suspiro de palabras:”Algún día encontrarás su sentido”, me dijo . Pasaron veinte años desde entonces con muchos eventos que dejaron huellas . Era claro que tenìa un compromiso con el recuerdo.
A través del testimonio-historia se entretejen tres conceptos para enriquecer el vocabulario infantil y ampliar su visión:
• La construcción del prejuicio,
• El significado de la discriminación y el racismo
• Las consecuencias de la violencia política.
Incluir conceptos y definiciones permite hacer distintas lecturas de la realidad para cuestionar y aumentar los grados de libertad para la toma de decisiones. Lo que se nombra, existe. Lo que existe, se puede mirar. Los conceptos participan de la vida.
¿Por qué el título?
El nombre del libro tiene un sentido político, ideológico y espiritual, más allá de que Zeide es el término utilizado para nombrar al abuelo en las familias judías Askenazim proveniente de la europa oriental.
¿Para ti, ¿qué es Yiddish?
-La lengua que los nazis trataron de destruir. La lengua que hablaban los abuelos y que la tradición mantiene.
Uno de los objetivos se cumplió. La lengua de Sholem aleijem, viva . El Yiddish existe en este libro porque es la esencia de la historia de las comunidades judías aniquiladas. Mi Zeide, pasa a ser el de todas las familia; habla por quienes quedaron silenciados para siempre. Honra la memoria histórica mas alla de lo personal.
¿Cómo se iniciaron las conversaciones con tu padre sobre el tema?
En 1982, después de ver la película “La decisión de Sophie” me dijo: -No estoy de acuerdo con la segunda la decisión.
Yo recordaba solo una, fue terrible, la de tener que decidir a cual de sus dos hijos mataban. Él continuó.
–Ella ya habìa sobrevivido y decidió suicidarse- dijo mi padre.
Me congelé.
-Mientras hay vida hay esperanza.
Me atreví entonces a preguntarle crudamente:
-Con tanto sufrimiento, ¿por qué no te mataste? –
-Sólo querìa vivir un día más cada día, y así es hasta hoy. Deseaba transmitirle a la siguiente generación lo que sucedió. ¿Quien iba a creer que habitamos el infierno?
La frase que fue confesión en poesia unos meses antes de este encuentro, construyó sus enlaces.
Recordé que de pequeña me decía que el número tatuado en su brazo era el teléfono de la oficina. Lo creí hasta que comprendí que no debía preguntar más. En la escuela me enseñaron el significado cosificador de su número – 111907. Con nuestra conversaciòn el misterio se develó.
Don Salomón, aprendió a vivir con sus cicatrices, no para ellas. “No se puede vivir con odio, si lo haces estas muerto”. Ése es su legado.
¿Cómo influyó en tu vida ser hija de un sobreviviente?
El destino se manifestó en el trabajo terapéutico. Una madre angustiada por los intentos de suicidio de su hija de 17 años, llegó a mi consulta. La familia era de origen alemán. La etapa de migración del abuelo, su posición en el ejército, el silencio que guardó al respecto, denunciaban su participación nazi. Mi respiración se detuvo cuando me di cuenta que estaba en el cruce entre mi familia, la historia sociopolítica, mi religión y mi carrera profesional.
Me encontré en una paradoja histórica: a la hija de un sobreviviente judìo, le pedía ayuda la hija de un nazi, para auxiliar a la nieta de éste. Su depresión crónica estaba ligada a la historia de la guerra.
Oré desde mi corazón y encontré la bendición a las madres judías que hubieran hecho cualquier cosa para salvar a sus hijos e hijas. Les pedí permiso para buscar los caminos y reencontrar la puerta de la vida de esta muchacha. Siguió el tratamiento. La consultante nunca supo mi origen, para ella era mejor.
El soliloquio fue mi acompañante después de esta experiencia. La necesidad de prevenir la violencia social era inminente ante sus consecuencias; poner un grano de arena para vivir en tolerancia y armonía, fue desde entonces un pensamiento recurrente.
¿Cuál es tu experiencia profesional con familias de sobrevivientes?
También trabajé con familias cuyos amores yacìan en tumbas sin lápida ni Kadish (Oración fúnebre) algunos calcinados. Escribí un artículo que a pesar de todos los sinsabores por los que atravesè, lo presenté en el congreso al que fui invitada a Wurzburg, Alemania en 2002. Al acercarse el tiempo del viaje, mi cuerpo reaccionó con manos sudorosas y brotaban lágrimas sin sollozos. Me disponía a violar una de las promesas que me hice a temprana edad: nunca pisar tierra alemana. Un colega alemán ofreció llevarnos antes del congreso a Polonia, para recorrer el camino de mi padre y nuestros muertos. De una sola pieza aceptó acompañarme con su esposa.
¿Cómo fue el viaje a Auschwitz y Alemania?
Vi lo inenarrable. Las rodillas se me doblaron en los crematorios. Mi comprensión se desgarró en las barracas de birkenau (auschwitz 2). Me desvanecí frente a la vitrina de los zapatos calzados por ilusiones pisoteadas. Quedé muda “Te vi tan mal hija, que me hice fuerte para ti”, me dijo.
La presentación en el Congreso incluyó el caso, y las reflexiones del camino de vuelta de Polonia. Los asistentes quedaron pasmados, suspiraban, no aplaudieron. De pie, se inclinaron ante mi padre y así, ante el recuerdo de cada uno de sus abuelos, bisabuelos, tías, primos, hermanas y hermanos. El trabajo fue publicado en revistas especializadas en Alemania e Inglaterra y en un libro sobre paz y reconciliación, editado con artículos selectos del congreso: De Auschwitz a las constelaciones familiares. Un viaje del alma hacia la reconciliaciòn.,
¿Cuándo pasó por la pluma el libro?
Al regreso, mi niña de seis años entonces, le preguntó a su Zeide sobre el viaje y su número. Una noche, con las fotos, la improvisada servilleta con las notas de esa plàtica, mis recuerdos infantiles y la conversación de veinte años atrás, nació el libro. No obstante, Azul Moris, la diseñadora gráfica me dijo –No puedo trabajar sobre el libro; cada vez que lo saco, lloro.
Dos años despuès, propuso agregar dibujos infantiles hechos por los nietos para acompañar el texto y las fotografìas del viaje. La primera edición del IBH ( Instituto Bert Hellinger hasta 2008) se agotó de mano en mano, 1000 ejemplares a los ochenta años de Don Salomón.
La editorial alemana Herder, en 2007 hace una segunda edición en español. En 2011, con la editorial Euroméxico, el libro es seleccionado entre los cien de casi diez mil que concursaron para el Rincón de la Lectura. Cada estado pide un número de ejemplares y los coloca en las aulas. “Mi Zeide… tuvo una gran demanda. Educar para la paz es un tema que nos une.
Hoy, en la celebraciòn de los 25 años del Rincon de la lectura y los 90 años de la SEP, celebramos también que en las aulas de las primarias del paìs se siembre la frase del Sr. Salomón cuando visitó Auschwitz:
“Entré, salí vivo, y ahora entro y salgo con la siguiente generación de la mano. Valió la pena vivir”.
#DiadelMaestro
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