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¿Qué hace la comunidad judía al ver la oleada de recientes titulares describiendo altos niveles de antisemitismo en Alemania? ¿Cómo han reaccionado a los planes de publicar extractos de Mein Kampf (Mi lucha)?
En la tierra donde se produjo el Holocausto, un estudio académico indica que uno de cada cinco alemanes tiene por lo menos una “latente” antipatía hacia los judíos.
Por otra parte, una editorial británica planeaba publicar extractos del manifiesto de Hitler, algo que sólo fue bloqueado después de que un tribunal en Bavaria manifestó su descontento.
Uno esperaría una fuerte indignación ante a la publicación, pero no.
Y, aunque algunos grupos han expresado su ira, la mayoría no vienen de Alemania.
El tono que se ve en los medios es mesurado y solo detrás de los titulares están los matices y complejidades.
Alemania tiene una creciente población judía, cuyo crecimiento puede ser el más acelerado en Europa.
Muchos de los inmigrantes viene de Rusia y de Israel: gente que ha venido a recoger las raíces de sus padres, a vivir en la tierra que los expulsó bajo el riesgo de morir.
Rafael Seligmann, editor de un periódico judío en Berlín, Voz Judía de Alemania, dijo a la BBC: “Es importante tener una identidad positiva, no sólo ecir “mi tío fue asesinado”.”
“La gente no siente que sea necesario tener una “identidad del Holocausto”; estamos tratando de demostrar que la identidad judía es un concepto amplio”, dijo Seligmann. “Se trata de una cultura, una historia y una política”.
Un futuro con esperanza
Entonces, ¿qué piensa él de que el 20% de los alemanes sienta algún tipo de antisemitismo?
“Eso indica que el 80% no lo sienten”, dijo. “Hay que ser positivos”.
Seligmann opina que el pasado fue terrible, que debe ser recordado y hay que aprender de él. Pero también ve una esperanza en el presente y el futuro.
Los grupos judíos en Alemania no han condenado de manera radical la publicación del Mein Kampf. Han sospechado, pero no se han indignado.
El jefe del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Dieter Graumann, dijo: “Por supuesto, sería mejor si no se publica; pero si tiene que ser publicado, debe ser acompañada de un comentario de los historiadores”.
Por ahora, los editores no han querido publicarlo después de que un tribunal en Baviera expresara su escepticismo.
La publicación del Mein Kampf no es ilegal, pero el gobierno de Baviera, que aún está por dictar su opinión, posee los derechos de autor.
Aquellos incómodos con la publicación parecen reconocer que no hay una agenda antisemita en la editorial británica, quien dijo que los extractos revelan un “trabajo de mala calidad y la confusión de una mente totalmente retorcida”.
Las actitudes hacia los judíos en Alemania tienen, obviamente, una gran importancia, pero quienes estudian el racismo lo ponen en un contexto más amplio. Hay enemistad -y la falta de enemistad- hacia muchos grupos.
El año pasado la Universidad de Bielefeld publicó los resultados de una encuesta en toda Europa que estudiaba las actitudes no sólo hacia judíos, sino hacia musulmanes y otras víctimas de lo que el estudio denominó “enemistad hacia grupos concretos”.
La conclusión fue que “la enemistad hacia las minorías está muy extendida en Europa”.
Es más débil en los Países Bajos y en el Reino Unido y más fuerte en Polonia y Hungría. En Portugal, seguido de cerca por Alemania, el antisemitismo es mucho más prominente que en los otros países de Europa occidental. En Italia y Francia las actitudes antisemitas son menos sobresalientes que el promedio de Europa occidental.
Tensiones económicas
Para decirlo sin rodeos, hay un sentimiento generalizado –aunque no de la mayoría- contra los inmigrantes en toda Europa y las diferencias entre cada país son pequeñas.
En general, el antisemitismo aumenta de Oeste a Este, con la excepción de Portugal, donde es relativamente alto.
El prejuicio parece estar empeorando. ¿Por qué?
Según el sociólogo Wilhelm Heitmeyer, de la Universidad de Bielefeld, la culpa es del difícil momento económico.
Durante los últimos 10 años, Heitmeyer ha investigado las actitudes y ha publicado los resultados en un libro titulado Las condiciones alemanas.
Ahí se encuentran las declaraciones de unas 2.000 personas, entre ellas “Para preservar la ley y el orden, tenemos que acabar con los extraños y perturbadores”, “A veces me siento como un extraño en mi propio país, debido a las grandes cantidades de musulmanes”, “Muchos judíos están tratando de utilizar el pasado nazi de Alemania para obtener beneficios hoy y hacer que los alemanes paguen por ello”.
Heitmeyer llega a la conclusión de que la xenofobia está creciendo, “especialmente después de la crisis [económica] que comenzó en 2008”.
Dice, también, que no sólo se trata del antagonismo hacia los extranjeros, o aquellos que son percibidos como extranjeros. Sino que también existe lo que él llama la “misantropía de grupos específicos”.
Según esto, hay antagonismo hacia judíos, musulmanes o cualquier otro grupo étnico, pero también hacia, por ejemplo, los que llevan un tiempo largo desempleados.
Esta “misantropía de grupo específico” no se ha generado en contra de los homosexuales y las mujeres en Alemania, pero sí hacia los desempleados, tanto como contra las minorías étnicas.
Pareciera que, ante los tiempos difíciles, los alemanes buscan a alguien con quien pueden estar enojados.
Inmigración e identidad
En esto, claro, no están solos.
Pero hay una particularidad de las actitudes alemanas que las diferencia del resto de Europa.
En países de inmigración como Reino Unido y los Estados Unidos la definición de la identidad nacional no es tan ligada a la etnicidad.
En una nación isleña, con más de 1.000 años de inmigración, la identificación de las raíces exactas de cada quien es mucho más difícil.
Pero, en Alemania, sólo hasta hace poco tiempo la definición de la nacionalidad estaba ligado a la “línea de sangre”: uno era alemán si sus padres eran alemanes.
Con la llegada de un gran número de grupos turcos y el nacimiento de sus descendientes la ley se tuvo que modificar. Lo que no es claro es cuántas generaciones se necesitan para que un grupo étnico sea considerado parte de una nación.
Pero este tipo de conciencia sobre lo racial no parece persistir entre los alemanes comunes y corrientes.
El autor Thilo Sarrazon publicó un best seller llamado “Alemania se anula a sí misma”.
En él habla de un “gen judío”, aunque asociándolo con el éxito.
Es una manera de ver el mundo que podría parecer extraña en muchos otros países.
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