RODICA RADIAN GORDON*/EXCELSIOR
En 2012 también se conmemoran los 70 años de la Conferencia de Wannsee
Desde el año 2005 se conmemora el Día Internacional de la Memoria del Holocausto, establecido por la Organización de las Naciones Unidas en la fecha de la liberación del campo de exterminio nazi Auschwitz. En el año 2012 también se conmemoran los 70 años de la Conferencia de Wannsee —20 de enero de 1942— en la que Hitler presentó explícitamente a sus oficiales de más alto rango los planes para el asesinato industrializado y en gran escala de los judíos.
El pasado viernes el presidente alemán Christian Wulff afirmó durante la conmemoración de Wannsee que “este lugar y el nombre de Wannsee se ha convertido en el símbolo de la decisión burocrática que definió entre aquellos que merecieron vivir y aquellos que merecieron morir, adoptada por la política de Estado para el exterminio organizado, planificado y sistemático de los judíos europeos”.
Las palabras del presidente alemán enfatizan la singularidad del Holocausto en comparación con otros genocidios que se han dado antes y después de éste. Basándose en una milenaria tradición antisemita, el régimen nazi destinó su capacidad de organización y su poder burocrático, así como su avance tecnológico, su economía y su propaganda a ese fin, logrando convertir a uno de los grupos de ciudadanos más prominentes por sus aportes a las diferentes esferas de la sociedad y la cultura europea en un grupo ilegítimo que se podía y debía exterminar.
De ahí la importancia de la conmemoración internacional de este acontecimiento histórico, así como la enseñanza del Holocausto. El conocimiento de este quiebre civilizatorio y sus profundas raíces históricas en el prejuicio antisemita lo proyectan como un evento histórico singular que tiene significados universales.
Este año también se conmemora el centenario del nacimiento de Raoul Wallenberg, quizá la figura más reconocida entre los “Justos entre las Naciones”. Siendo un diplomático en la Legación Sueca en Budapest en el verano de 1944, durante el clímax del exterminio de los judíos húngaros, Wallenberg actuó. Desafiando los obstáculos de los regímenes nazis como de la Cruz de Hierro Húngara y arriesgando su vida, Wallenberg salvó a cien mil judíos otorgándoles “pasaportes de protección” suecos, escondites y víveres. Sus actos se guiaron por principios y valores que todos desearíamos poseer aun en los tiempos más desesperanzadores.
El pueblo judío, a través del Instituto Yad Vashem, Centro Mundial para la Investigación, Documentación y Enseñanza del Holocausto, ubicado en Jerusalén, se empeña en realizar una labor de documentación puntual de todos los casos excepcionales de aquellos no judíos que actuaron de la manera más noble para salvar vidas judías, arriesgándose en esos oscuros tiempos. Hasta ahora se han entregado la medalla y el título de Justos entre las Naciones a más de 23 mil personas, en su mayoría europeos.
La memoria del Holocausto y su estudio sistemático y riguroso se hacen cada vez más imperiosos en la medida en la que nos alejamos de los acontecimientos y la memoria se construye como “narrativa”. La designación del 27 de enero como Día Internacional del Holocausto es una contribución de suma importancia de las Naciones Unidas a este esfuerzo.
* Rodica Radian-Gordon es Embajadora del Estado de Israel en México.
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