EL ECONOMISTA.ES
Un retrato del compositor polaco Frederic Chopin que estuvo en Auschwitz ha reaparecido en la vivienda de un profesor universitario polaco casi siete décadas después.
Pintado en 1943 por el prisionero de Auschwitz y artista polaco Mieczyslaw Koscielniak, perteneció a una serie de cuadros realizados como parte de una campaña de relaciones públicas sobre el tratamiento de los presos en el campo de concentración de la Segunda Guerra Mundial en el que los nazis asesinaron a alrededor de 1,5 millones de personas.
Se creía que la serie de retratos obra de Koscielniak, que murió en 1993, fue destruida por los nazis cuando se retiraron del campo antes de su liberación por el Ejército Rojo en 1945.
“Todos los demás retratos se destruyeron, pero este sobrevivió como si fuera una chispa de esperanza, sobre todo para los prisioneros”, dijo su actual propietario, Aleksander Skotnicki, profesor de la Universidad Jagiellonian en Cracovia.
Skotnicki se dio cuenta de la importancia de la obra que estaba en su apartamento este mismo año, unos días antes del 67 aniversario de la liberación de Auschwitz. Se encontró con su descripción en un libro sobre Koscielniak, cuyas iniciales “MK” y el año en que fue pintado aparecen en una esquina.
“Recibí el retrato de mi secretaria, Krystyna Szymanska, que al parecer la recibió de un miembro de la Comisión para la Investigación de Crímenes de Guerra de los Nazis, Jan Sehn”, agregó.
El retrato estuvo con otros cuadros en las paredes de un edificio en el que ensayaba la orquesta de prisioneros de Auschwitz. La sala fue adecentada porque el comandante del campo y soldados de las SS llevaban a invitados a escuchar a la orquesta
“Muy a menudo, el comandante o soldados de las SS llevaban a invitados al salón de música, para que pudieran escuchar a la orquesta y para demostrar que los prisioneros no estaban tan mal”, dijo Jolanta Kupiec, antigua comisaria del museo de Auschwitz y autora de un libro sobre Koscielniak. “Y las autoridades del campo querían que la sala de ensayos tuviera buen aspecto”.
El retrato, que muestra el perfil de Chopin con su característico pelo abundante y nariz afilada, es excepcional porque a los nazis no les gustaba el arte no relacionado con la cultura alemana o austriaca.
“No sé cómo, pero mi padre consiguió colar un Chopin”, dijo el hijo del pintor, Adam Koscielniak.
Se han preservado cientos de dibujos de su padre que documentan los horrores de la vida diaria de los presos de Auschwitz y permanecen expuestos en el museo del campo. Pero la existencia de Chopin ha resultado ser una cierta sorpresa.
“Nunca me dijo que pintó al compositor. Nuestra familia solo sabía que a mi padre los nazis le ordenaron que pintara a compositores de habla germana”, afirmó Adam.
La orquesta de Auschwitz ensayaba en unos barracones cerca de la infame puerta de entrada con la inscripción “Arbeit Macht Frei” (El trabajo os hará libres), donde también tocó para prisioneros que entraban y salían del campo.
Alrededor de 1,5 millones de personas, judíos en su mayoría, murieron en Auschwitz, situada cerca de la localidad polaca de Oswiecim, durante la ocupación de la Alemania nazi de Polonia en la Segunda Guerra Mundial.
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