RODICA RADIAN GORDON/ EXCELSIOR
23 de febrero 2012- La continua crisis en Siria atrae la atención internacional ya que cada día el número de las víctimas masacradas por el régimen sigue creciendo y la situación se encuentra estancada. A pesar de las estrictas medidas del gobierno para suprimir la revuelta popular, la gente continúa saliendo a las calles de las ciudades más importantes y cercanas a la capital.
El régimen, desde su perspectiva, hace todo por mantenerse e incluso hay una escalada en los actos de violencia en contra de sus ciudadanos, empleando métodos de violencia contra sus mujeres, ancianos y niños. De esta manera, el presidente Bashar Al-Assad y su régimen han perdido toda legitimidad moral para continuar gobernando.
Es por esta continua violencia que la Liga Árabe bajo el liderazgo qatarí y de Arabia Saudita ha decidido implementar sanciones y medidas diplomáticas más severas en contra del régimen sirio. Esto conlleva a que la credibilidad de Al-Assad decaiga aún más ante la comunidad internacional.
Sin lugar a dudas, la comunidad internacional, incluso las Naciones Unidas, deben hacer todo lo posible para evitar las continuas matanzas de civiles inocentes. Desafortunadamente, el caso sirio demuestra una complejidad intrínseca que se deriva de la geopolítica contemporánea, misma que obstaculiza consolidar un frente común, a pesar de que la presión sobre el régimen se sigue incrementando.
Asimismo, es importante destacar que los factores que han apoyado al gobierno de Al-Assad son precisamente los elementos desestabilizadores de la zona, es decir Irán y Hezbolá.
La causa de su apoyo radica en el hecho que Siria forma parte primordial del eje radical y al mismo tiempo funge como un corredor geográfico entre Irán y Hezbolá. Es a la luz de lo anterior que podemos analizar la llegada de dos barcos iraníes a las costas sirias hace una semana.
Parte de la complejidad del caso sirio es el peligro que la pérdida de control por parte de las autoridades sirias podría resultar en la desintegración del Estado de acuerdo a la conformación étnica-religiosa de la sociedad, lo que podría permitir el surgimiento de factores extremistas como la Hermandad Musulmana. Otra opción sería que el colapso del régimen terminará en un Estado fallido que, a su vez, facilitará la penetración del terrorismo mundial tipo Al-Qaeda.
En el marco de dichos escenarios, se suma el riesgo a que depósitos tanto de armamento no-convencional como de misiles y cohetes de diferentes alcances los cuales el régimen sirio posee en gran escala, caigan en manos irresponsables.
El posible colapso del Estado sirio podría tener consecuencias preocupantes más allá de sus propias fronteras al perjudicar la estabilidad geopolítica regional, afectando países como Líbano, Irak y Jordania. Junto a las consideraciones presentadas, la situación que priva hoy en Siria nos conduce a lamentar el hecho de que sus ciudadanos siguen siendo las víctimas de las hostilidades de su propio gobierno, y, lo que es igualmente triste, que hasta el momento no se vislumbra una solución inminente o viable.
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