GABRIEL ROZILLIO EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO
Cada vez es mayor la indignación de la ciudadanía sobre el rezago educativo de nuestro país, sin embargo a lo largo de los años las autoridades educativas han minimizado ese déficit diciéndonos que no es tan grave nuestra situación; ¿como lo han logrado? A través de “Por lo Menos”, en otras palabras “Una Mediocridad Estandarizada”.
“Por lo menos no ocupamos el ultimo lugar de las evaluaciones PISA en la educación”, “por lo menos la UNAM estuvo entre las mejores 100 universidades del mundo en 2005 (95 de 100)”. Esta lógica social compartida, la cual es pasiva y conformista, ha caracterizado y ha contribuido a esta desaceleración en materia educativa la cual ha frenado el desarrollo económico así como al crecimiento de México en sus múltiples vertientes.
¿Si todos estamos de acuerdo que la educación es tan importante dónde está el clamor conjunto de la sociedad? ¿Cómo entender que miles marchen para defender a un líder sindical pero nadie marche para protestar contra una educación deficitaria? ¿Dónde esta esa reacción vigorosa por parte de sus ciudadanos? No la hay, esto debido a que estamos tan mal educados que no sabemos lo importante que es la educación.
Hace un par de semanas se estrenó “De panzazo” una película conducida por el periodista Carlos Loret y auxiliada por expertos en materia educativa, entre muchos datos mostrados hay uno alarmante: 56 porciento de los mexicanos evaluados por la prueba PISA (la mejor métrica internacional) se encuentran en niveles 0 y 1 es decir sin las habilidades mínimas para enfrentar a un mundo globalizado, competitivo y meritocrático. Datos alarmantes y desastrosos.
Todo esto vinculado a un sindicalismo que ha alentado, ha desarrollado y ha sido el principal causante de este efecto, un sindicalismo corrupto en el cual se ilustra ese “derecho adquirido” de vender, heredar o intercambiar una plaza de maestro, en el cual se le paga al maestro por antigüedad y no por mérito.
Denise Dresser en su libro “El País De Uno” explica de acuerdo a la medición realizada por Mexicanos Primero que en México hay 16,433 docentes que no tienen la capacidad para desempeñarse como tales, y según el mismo Loret en una encuesta realizada por dicha asociación, 91% de los maestros de escuelas públicas salieron reprobados del examen de profesores: dos días mas tarde estaban de regreso en las aulas. Pensemos en el daño que causa un maestro malo, el cual produce a lo largo de una carrera de 30 años decenas de miles de ciudadanos discapacitados en una economía competitiva, ahora multipliquemos ese daño por 16,433; sin embargo, no es posible separarlos del cargo debido al proteccionismo que otorga un sindicato corrupto y beligerante, más preocupado por empoderar a sus allegados que por educar mexicanos.
Pero ¿quienes pagan el costo de la complicidad entre el gobierno y la maestra de este sistema secuestrado por distintos gobiernos con intereses políticos y partidistas? Seis de cada diez alumnos que no concluyen secundaria con conocimientos básicos en matemáticas, 15 millones de estudiantes de secundaria que ya están listos para entrar a la preparatoria y no entienden lo que leen, es un sistema educativo que cuesta mucho y rinde poco, un sistema de cantidad mas no de calidad, un sistema tan “adoctrinado” en sus libros de texto gratuitos que no entendemos cuán deficientes y obsoletos son, un sistema donde millones de niños colorean figuras de héroes mexicanos muertos, rindiéndole tributo al pasado en vez de pensar en el futuro.
Un sistema educativo enfocado en producir personas orgullosamente nacionalistas pero educativamente atrasadas.
Y el problema fundamental está en un modelo político y económico que privilegia el mantenimiento del corporativismo encima del crecimiento económico, un modelo que usa a los maestros para ganar elecciones en vez de educar niños. Lo que no hemos logrado entender es que la única apuesta que verdaderamente cuenta es a la gente y su formación profesional, al capital humano, a aquello que es genuinamente renovable y multiplicador. Hoy en día el activo más importante al que tenemos que invertirle pesa mil trecientos gramos y se llama cerebro.
La educación en los países exitosos es diametralmente opuesta. Allí se ayuda a desarrollar las facultades críticas de la mente para prosperar en el mundo y en la vida; no únicamente es acumular el conocimiento sino cómo generar valor a partir de él, un sistema en el cual los alumnos viven con la mano arriba y con la boca abierta preguntando, procesando y debatiendo con los maestros y no nada más copiando lo que se escribe en el pizarrón. Premia el ingenio, el raciocinio y la capacidad de resolver problemas y no sólo lamentarse frente a ellos. Tenemos que entender que la educación es el pasaporte para la superación personal familiar y nacional.
El estado de la educación de un país avisora como será en los próximos treinta años, por lo que si leemos correctamente este discurso, podemos pronosticar que lo que padeceremos en un futuro será: una deceleración económica si no es que un decrecimiento, una sociedad poco competitiva frente a las exigencias de un mundo globalizado. Un país que no albergará empresas dedicadas al desarrollo tecnológico que demanden personal competitivo y preparado; donde los empresarios más destacados tengan que migrar a otros en busca de ese capital humano calificado; donde se polarizarán más las clases; donde continuará el conformismo, la mediocridad en las bases sociales, la impunidad y la corrupción en sus esferas más altas.
Si la respuesta de las autoridades a este desastre educativo sigue siendo el silencio, la actitud defensiva, o la descalificación como lo ha sido hasta ahora, condenarán a México a ser cada vez más rezagado, más rebasado, más aletargado, pero sobre todo- cada vez más pobre. Ya que mientras este desastre educativo no cambie, estaremos condenados a la mediocridad permanente.
Es por eso que debemos de transformar a la educación desde las bases sociales por medio de un esfuerzo ciudadano conjunto y constante, un sistema que exija una formación periódica y obligatoria a todos los docentes en el cual su trabajo sea remunerado en base a sus resultados y su desempeño, donde les exijamos a las autoridades transparencia y excelencia en su labor, donde se involucre a los padres de familia en completar la educación de sus hijos, y la escuela deje de ser una guardería nacional. Se tiene que llamar a la sociedad civil a una revolución educativa.
No podemos esperar que este tema sea resuelto por el estado. Ya que por un lado la visión del gobernante es cortoplacista debido a que ésta se limita a la duración de su gestión, lo que le impide ver a nivel generacional; por otro lado la educación es algo demasiado importante como para dejarla a los políticos.
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