RODICA RADIAN GORDON*
Esta semana se cumplen veinte años de la muerte del sexto Primer Ministro del Estado de Israel, Menahem Begin, destacada figura del escenario político nacional y regional, cuya llegada al poder marcó profundos cambios en todas las esferas de la vida israelí.
Begin fue el primero de los mandatarios cuyas raíces no estuvieron dentro del movimiento Laborista de cuyo seno emergió el liderazgo sionista desde los años treinta del siglo pasado y, posteriormente, con la creación del Estado en 1948, conformó los gobiernos hasta 1977. Ese año, con el triunfo electoral de Begin, el Partido Laborista pasó a la oposición.
Begin fue discípulo del fundador del movimiento Sionista Revisionista, Zeev Jabotinsky y líder de las facciones que lucharon en contra del Mandato Británico previo a la creación del Estado de Israel. Desde 1948 fue parlamentario y líder de la oposición, cuya influencia, por cierto, fue limitada hasta los años 70.
Su formación ideológica fue de derecha y su pensamiento tuvo una sólida base democrática. Documentos publicados esta semana en ocasión del aniversario de su muerte subrayan una vez más el lugar primordial que tuvo para Begin el Estado de Derecho y la autonomía del Poder Judicial, al tiempo que destacan su sobresaliente integridad ética y moral. El ministro Dan Meridor, quien fue Secretario de Gobierno en los gobiernos de Begin, recalcó el rol que cumplió el mandatario como líder de la oposición, alentando el juego político democrático y electoral y afirmando su lucha por la igualdad y los derechos de todos los ciudadanos israelíes.
Su llegada al poder marcó un profundo cambio en la sociedad israelí. Los gobiernos de Begin trajeron una agenda económica liberal hasta la que pueden rastrearse las recientes tendencias neoliberales de algunos de los gobiernos israelíes. A su vez, marcó un cambio en la composición de las elites, las concepciones y representaciones sociales de la sociedad israelí, tal como se manifestaron en la visibilidad que adquirieron los grupos étnicos marginados así como los grupos económicamente débiles, aunque las brechas permanecen abiertas.
En la política exterior de Israel la Era Begin está marcada, principalmente, por tres decisiones estratégicas. En primer lugar, por la firma del tratado de Paz con Egipto en 1979, primera vez en que Israel llegó a un acuerdo de paz con alguno de sus vecinos árabes, mostrando la voluntad de renunciar a territorios (Península del Sinaí). En segundo lugar, el bombardeo del reactor de Osirak en Iraq en 1981, antes de convertirse en nuclear. Por último, la Guerra de Líbano en 1982, cuyo desarrollo distó de ser lo que él tenía planeado y que lo condujo a un conflicto moral, que es quizá la explicación más lógica de su sorprendente retirada política.
Con la perspectiva del tiempo, bien podemos afirmar que Begin es, sin lugar a dudas, el último de los grandes líderes israelíes que consolidaron el Estado de Israel en su forma presente: un Estado Democrático y judío. Su semblanza refleja la historia dramática del pueblo judío en el siglo XX. Aunque parte de sus decisiones políticas fueron cuestionables, sus cualidades morales han trascendido hasta hoy día y pueden servir como ejemplo para la clase política actual.
Rodica Radian Gordon
*Embajadora de Israel en México
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