NELLY HUSNY SMEKE*
Nos asusta y atemoriza de sobremanera escuchar que un país teocrático, fundamentalista y terrorista como Irán pueda poseer un arma nuclear, con el poder suficiente para acabar o dañar severamente al Estado de Israel.
El hecho de que un actor internacional cuente con ADM, no significa, necesariamente, que vaya a ser uso de ellas; inclusive, un actor como Irán. A pesar de las diversas declaraciones, amenazas, discursos y agresiones verbales hacia Israel, la finalidad última del presidente iraní Ahmadineyad no es el mero lanzamiento de una ojiva nuclear para acabar con Israel.
Esta situación tiene claros tintes geopolíticos. En el escenario internacional hay una lucha constante, entre los actores, por el poder. Esta situación en Medio Oriente es, sin duda alguna, una lucha de poder, un reajuste de la balanza en el Orden Mundial.
La posesión de ADM para un Estado significa incrementar su capacidad bélica y automáticamente su poderío y posición estratégica.
Contar con un arma que tiene la fuerza y capacidad de destrucción tal, otorga una carta importante para “jugar” en el tablero internacional. Automáticamente se abre a una diferente manera de negociación e interacción, desde una posición mucho más estratégica e importante. Ahora Irán deja de ser la nación “temerosa” y débil y pasa a ser parte de los actores fuertes y principales. Digamos que es una acto por medio del cual, Ahmadineyad grita la mundo y a las potencias hegemónicas “aquí estoy, no se olviden de mi”, “ahora ya estoy preparado y listo para interactuar”.
La solución para impedir o “controlar”, de cierta manera, la proliferación nuclear en Irán, como lo menciono el presidente estadounidense, Barack Obama, en el marco de la conferencia anual de la American Israel Public Affairs Comitte, es la diplomacia y la negociación internacional; basados, desde luego, en el principio estadounidense de “la zanahoria o el garrote”, principio que ha regido la política exterior norteamericana de todos los tiempos.
Las sanciones que la comunidad internacional le ha impuesto a Irán, han ayudado para amenazar, desestabilizar e intimidar a un Irán ya sumido, en severos problemas y presiones económicas, políticas y sociales en su interior y en la región; dejándolo en gran parte, acorralado y “debilitado” en el exterior.
El control de la oferta petrolera y en consecuencia, el incremento de los precios de dicho insumo, es el arma que posee Irán para enfrentar las sanciones del exterior.
Sin embargo, se prevé que el desabasto de crudo por parte de Irán podrá ser absorbido y compensado por otros estados petroleros y así, la comunidad internacional podrá balancear con mayor fuerza la situación.
Según fuentes de inteligencia israelí, Irán no se ha salvado de la tempestad que ha traído consigo la “Primavera árabe”. Incluso se espera, que en las próximas elecciones parlamentarias, el gobierno de Ahmadineyad falsifique resultados a su favor, para no perder escaños; acto que podría, sin lugar a dudas, provocar el descontento de la ciudadanía y en consecuencia una serie de protestas como en otros países árabes.
Diversos analistas políticos y miembros de la inteligencia israelí, consideran, que en gran parte, el proyecto nuclear de Irán, es una técnica política interna para desviar la atención de la ciudadanía, y de esta manera, seguir teniendo el apoyo, la cohesión y la legitimidad de la población, creando así, un enemigo en común, que evidencie la “necesidad” de perpetuar el régimen de Ahmadineyad.
Sin embargo, el Estado de Israel no puede bajar la guardia y debe anticiparse ante cualquier eventualidad. Es importante dejar en claro, que es un asunto de seguridad para Israel y por lo tanto deberá tomar medidas diplomáticas e incluso preventivas, junto con sus aliados norteamericanos.
Irán es un régimen fundamentalista y teocrático, cegado por el odio y el deseo de que el Islam debe prevalecer ante todo. El Estado de Israel no puede confiar en el uso cabal y racional, del arsenal nuclear, por parte de Ahmadineyad.
Hablando de una balanza de poder y del control de la seguridad y estabilidad en Medio Oriente, Estados Unidos no puede darse el lujo de que otros países de la región, comiencen con una carrera armamentista copiando a Irán. Los neoconservadores norteamericanos, no permitirán que un Estado “canalla” como Irán, se atreva a manejar y manipular las relaciones internacionales a su conveniencia, poniendo en riesgo a la seguridad internacional y al Orden Mundial, por el simple hecho de poseer una ventaja o superioridad estratégica respecto a otros, otorgada por la posesión de una arma nuclear.
Ha sido claro el apoyo del gobierno norteamericano, de los lobbys judíos estadounidenses, y la necesidad de los neoconservadores de seguir siendo una potencia hegemónica que propague valores básicos y necesarios para la vida y la paz.
¡Y que mejor momento de llevar a Medio Oriente, los valores e ideales de libertad y democracia que estos, aprovechando los vientos de la “Primavera árabe” y la crisis nuclear de Irán!
*Lic. en Relaciones Internacionales
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