REBECA CIMET PARA ENLACE JUDÍO
Estando tan involucrada en el tema del Holocausto y los genocidios del siglo XX siempre hay una cuestión que me persigue en cada ponencia. ¿Cómo abordar el concepto divino en estos acontecimientos de tanta violencia entre los seres humanos?
En repetidas ocasiones la pregunta de: ¿Dónde estaba Dios en el Holocausto? surge.
En mi infancia e incluso en mi edad adulta la pregunta me alteraba, recientemente me resulta incluso naive y hasta irreverente.
Hace poco tomé un curso sobre La Guía de los Perplejos de Maimónides, Rambam. ¡Qué maravilloso descubrimiento! Interpretar el concepto de Dios desde este libro ha logrado esclarecer muchos conceptos desarrollados en mi formación religiosa inicial que ha evolucionado en un descubrimiento secular que trata continuamente de hacer sentido racional, ético y humanista a todas las interpretaciones de la Torá.
Por ello mi increíble asombro ante el transparente sentido de Dios que propone Maimónides. Según lo que entendí de su propuesta Dios está en cada uno de nosotros en la medida en que nosotros reflexionamos, dudamos y entendemos el mundo que nos rodea. El insiste en ésta obra suya en explicar que Dios no tiene ningún parecido con el hombre; es más bien: “lo que no somos”. Se pasa hojas y hojas desarrollando el tema para ubicarnos en un Dios único no solo en lo opuesto al politeísmo sino en su naturaleza “especial”. Una vez que trascendemos en ese punto poco a poco logramos integrar su presencia en nuestra capacidad de entender el mundo que creó para que nosotros lo entendamos. Su grandeza emerge precisamente de éste concepto: “Todo tiene una explicación, si no la encontramos es porque no estamos listos aún”.
Bajo éste cristal de interpretación, varios paradigmas se me han aclarado.
Por mi casi obsesivo interés en estos temas una amiga con preparación jungeana, me prestó un libro de Jung llamado: La respuesta de Job.
Job, siempre me ha parecido un personaje sumamente conflictivo, la historia me conduce a una persepción de un Dios vengativo, que apuesta contra sus propios hijos ante Satán. Se manejan acontecimientos violentos cargados de injusticias que no me permitían encontrar a éste Dios en el que creo, que en otros momentos muestra la necesidad de “derecho” al individuo, de “ética”, de una Justicia hasta ese momento inexistente en las culturas del momento y que en el relato de Job pareciera ser más un Dios de la Mitología Griega que juega con el hombre y sus sentimientos, su lealtad.
¿Cómo puede ese mismo Dios “jugar” así con los sentimientos, propiedades, familiares de un hombre que sólo ha sido fiel, reverente, obediente? Los amigos de Job no empatizan con él, lo juzgan y critican ya sea porque no ha sido un buen judío o porque no se rebela a Dios.. No hay salida para Job, ni los que lo rodean ni Dios mismo lo reconocen, tienen piedad de él o lo defienden. ¿Es esa una conducta ética de Dios?
¿Qué mensaje profundo nos envía este capítulo de tal abuso por parte, no de algún personaje nefasto sino del propio Dios?
Aquí es donde ese cuestionamiento acerca de la presencia divina en el holocausto, aunada a lo aprendido en la Guía de los Perplejos se revelan. Si como dice Maimónides todo en la Torá tiene una razón de ser. Si el lenguaje maneja metáforas para aclararnos los mensajes enviados; ¿Cuál es el mensaje de Job? Sin tratar de ser contundente ya que las revelaciones que uno tiene son solo interpretaciones, ¿será que Dios en este cuento de Job nos está dando justamente una metáfora de lo que nos puede suceder cuando todo va mal? ¿Será que la idea es: estas cosas inexplicables en donde la violencia, la agresión hacia tu persona, te vienen de lugares incomprensibles, sin justificación; no se trata de que todo lo que sucede es una consecuencia a tus actos. En la vida te va a suceder que en momentos, nada hace sentido… todo tu esquema se derrumba. Te llega una especie de “caída” que no parece tener fin y no pareciera tampoco que está en tus manos resolver.
¿Qué entonces? ¿Cuál es el camino? ¿Cómo se recupera un joven que sin ningún sentido o razón resulta ser el único sobreviviente de toda su familia y ve ante sus ojos el exterminio sin poder hacer nada para evitarlo? ¿Qué elementos de esa experiencia puede rescatar? ¿Qué lo hace seguir adelante y rehacer su vida, mientras que otros no encuentran salida y terminan en el suicidio o en la muerte lenta de todos sus anhelos?
Mi humilde interpretación es la máxima lección de la Torá, cada uno con su presencia divina, sus dudas, cuestionamientos; necesidades y herramientas personales, podrá encontrar su camino.
Al igual que Job pierde todo y ni sus amigos cercanos le ofrecen apoyo o consuelo. Su Dios, aliado eterno e incondicional, no solo lo abandona sino que lo traiciona mostrándole su cara más obscura. El logra con “sus” limitadas o enormes habilidades humanistas, con su esperanza inquebrantable, recuperarse. Es la presencia divina en cada uno de nosotros lo que nos permite o no recuperarnos. Esa presencia divina es lo que cada uno de nosotros permite que sea. Con nuestras interpretaciones, creencias, necesidades espirituales de justicia. Lo que a cada uno le hace sentido. Eso el lo que nos permite, o no, recuperarnos de lo que nuestro entorno nos propone incluso de la maldad indescriptible, fuera de todo entendimiento, de la barbarie humana…
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