ITON GADOL
“El proyecto fue aprobado a fines de febrero por el Fondo Pincus, que lo ve no sólo como una investigación de campo, sino también como una necesidad para el planeamiento estratégico de nuevas políticas educativas” en ambas comunidades, según explicó el investigador argentino-israelí Yosi Goldstein a la Agencia Judía de Noticias (AJN).
Se trata de “un proyecto tripartito muy interesante, con una mirada novedosa hacia lo que es la educación judía” del Centro Liwerant para América Latina, España, Portugal y sus Comunidades Judías de la Universidad Hebrea de Jerusalem, junto con el Vaad Hajinuj de la Argentina y México, el Centro Marc Turkow de la AMIA y la Universidad Hebraica de México, agregó.
“El proyecto principal del Centro Liwerant es ‘Judíos latinoamericanos en un Mundo Trasnacional: Redefiniendo experiencias e identidades en cuatro continentes’, sobre las migraciones judeolatinoamericanas; somos un grupo de investigadores que toma el tema desde distintas aristas, y mi subproyecto apunta a estudiar estas transformaciones en un mundo globalizado, a través de la educación judía”, contó este argentino que se fue a estudiar a Israel en 1975 y se radicó allí.
El experto en judaísmo contemporáneo, con especialización en la vida judía de Argentina, Brasil y Uruguay, especificó que la investigación “consiste en mapear y hacer un perfil cualicuantitativo de quiénes son los educadores en la Argentina, cómo se formaron, por qué adoptaron la vocación educativa y comunitaria y qué necesidades nuevas tienen en el siglo XXI, con miras al perfeccionamiento y la futura formación”.
Si bien “vamos a trabajar globalmente desde Israel, México y Argentina, estamos nombrando un equipo de investigadores en cada país”, razón por la cual “estuve entrevistando a candidatos para coordinación, con un perfil más académico, y a asistentes más jóvenes”, precisó.
Además, durante esos 24 meses “vamos a ir publicando” informes parciales y “va a haber encuentros regionales”, añadió Goldstein, quien destacó que su tarea “cuenta con el total apoyo de la AMIA”, en cuyo cuarto piso se centrará el trabajo, ya que allí funcionan el Centro Marc Turkow y el Vaad Hajinuj.
“No es casual que nuestras socias naturales sean Anita Weinstein y Batia Nemirovsky”, directoras de ambos departamentos, subrayó.
El investigador señaló que esta labor tripartita tiene “un antecedente de colaboración, en el marco de Melamed, el instituto de formación docente” de la comunidad judeoargentina, la cual también se vio facilitada por la profesora Judit Bokser Liwerant, una investigadora argentina radicada hace ya cuatro décadas en Ciudad de México, que está a cargo de un departamento importante de posgrado de la Universidad Autónoma de México y tiene amplios vínculos con su par Hebrea en Jerusalén.
Los responsables del proyecto también son muy reconocidos en el medio y en la Argentina, como Mario Sznajder, Sergio Della Pergola y Leonardo Senkman, respectivamente director, jefe del Comité Académico y titular de Programas del Centro Liwerant. Junto a ellos lidera el proyecto la Profesora Judit Bokser Liwerant, de la UNAM de México y miembro del Consejo Académico del Centro Liwerant de la Universidad Hebrea de Jerusalem.
En diálogo con AJN, Goldstein recordó que “en la historia de la comunidad judía de la Argentina hay por lo menos cuatro institutos de formación docente y una narrativa exitosa, que hay que recuperar, sobre el éxito de la educación judía”.
“Por más que uno se lamente por las pérdidas, creo que hay que ver en el ADN del judaísmo argentino por qué triunfaron muchos profesionales comunitarios en todas partes del mundo: estoy hablando de educadores -morim o directores de escuelas-, directores comunitarios que trasladaron el modelo sociodeportivo a Europa, Miami o San Diego, y rabinos, no sólo conservadores”, propuso.
“Muchos de estos profesionales, que son educadores natos y un resultado natural de su formación en la Argentina, están aportando tanto al mundo que nos interesa investigarlos y ver no sólo la circulación de personas -la ‘fuga de cerebros’-, sino la de conocimientos en un mundo de espacios y redes virtuales en el cual no sólo existe la asimilación, sino también la libertad de culto y el desafío de ser judío”, así que “por qué no aprovechar los conocimientos de los que se fueron” del país, aseguró el experto, que prometió que “más adelante” analizará “este fenómeno global del educador judío que viaja por el mundo o que dejó la Argentina pero sigue conectado” con su país.
El también profesor del Centro Melton de Educación Judía de la Universidad Hebrea, especializado en Shoá y “comunidades judías en el mundo globalizado, con énfasis en las latinoamericanas”, que estudia “la parte histórica y sociológica, los vínculos con Israel, las transformaciones ideológicas y las corrientes educativas”, sostuvo que “la educación judía es un microcosmos” que recibe “un impacto muy claro de procesos de globalización o trasnacionalización”.
“Un ejemplo claro es la disputa entre el hebreo y el inglés, o la decadencia del hebreo, especialmente en los sectores no ortodoxos porque el padre joven busca para sus hijos su inserción exitosa en un mundo occidental”, de modo que “la educación judía no puede ser ajena a lo que sucede en la privada o pública en general”, analizó quien fuera el último director del emblemático Majón Grinberg de formación de morim en Jerusalén, que cerró hace 11 años.
De todos modos, Goldstein resaltó que “la judía es una educación típicamente en valores y no puede perder eso”, en la cual ve “una vitalidad importantísima”, con un incesante aumento en la matriculación y edificios nuevos, no sólo en el sector ortodoxo.
“Es cierto que hay un crecimiento de los sectores ortodoxos, que marca la búsqueda de respuestas totales, raigales, ante un mundo de incertidumbre; eso también existe y me parece legítimo”, aceptó.
Quien fuera shelíaj del Departamento de Educación de la Agencia Judía a mitad de los años ’90 no se privó de recordar que “hubo pesimistas que vaticinaron la lenta desaparición de las escuelas judías después del atentado a la AMIA”.
Por otra parte, Goldstein recomendó que a “los 390 mil judíos que viven en América Latina hay que sumarles, en una perspectiva global, a por lo menos 150-200 mil judíos latinoamericanos dispersos por el mundo”, la mitad de los cuales está en Israel.
El académico afirmó que “ellos portan una identidad latinoamericana que los acompaña toda la vida”, ya que “en pocos casos hubo una transformación total, y menos hoy en día en un mundo globalizado”, a diferencia de “la generación del ’48”, con la creación del Estado judío, cuando entre “hacían aliá desde los tnuot había una adopción de la ideología de negación de la Diáspora, querían olvidarse de su identidad argentina”.
Por otra parte, el experto aseveró que “los judíos buscan lugares libres” y el futuro de sus comunidades “está en países abiertos, democráticos y pluralistas” porque “cuando falta la libertad y hay una amenaza constante, los judíos no se quedan”, lo cual lleva a “una lenta extinción de la comunidad”.
“La concentración judía es un fenómeno interesante de toda la época contemporánea y no es casual que el 80 por ciento del pueblo esté en Israel y los Estados Unidos y marque pautas para el resto del mundo”, apuntó.
Goldstein recalcó que “la emigración de judíos de Europa oriental se frenó cuando hubo más opciones y más sensación de libertad y estabilidad en países como Rusia o Ucrania”.
En este contexto, “de alguna manera el caso venezolano está desembocando en lo que fuera el caso cubano en el ’59”, después de la revolución, aunque “en forma más paulatina” y en un momento “histórico diferente”.
Finalmente, el también investigador de Yad Vashem manifestó que la Shoá y la asimilación “son los dos ejes centrales de la vida judía contemporánea” y temas de “diagnóstico y debate desde el siglo XIX”, si bien en “el contexto latinoamericano” la segunda “es más importante que el antisemitismo”.
“Hay estudiosos que pensamos que el paradigma de la asimilación es complejo” porque “no es una cuestión de suma cero: uno es judío o asimilado”, sino que “son tantas las variedades internas, y más como producto de los matrimonios interculturales, que tenemos una amplia diversidad de identidades judías”, la cual “nos enriquece el estudio y nos desafía” porque “estamos en un proceso de aculturación acelerado y de integración en el mundo occidental”.
“Son procesos sociológicos, culturales, históricos que planteo desde el aspecto positivo, y mi respuesta es claramente judía: con la educación podemos combatir la asimilación y afianzar la identidad en un mundo globalizado”, resumió este argentino que suele volver a su país por visitas académicas, en años sabáticos y para ver a su familia.
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