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La paciencia de Sir John Charlton, Alto Comisionado del Mandato Británico en Palestina, se agotó una mañana de 1930. Sentado en su despacho de la residencia Augusta Viktoria Stifung, un antiguo hospicio alemán en el Monte de los Olivos de Jerusalén, firmó el documento que ordenaba la prohibición de partidos de fútbol entre ciudadanos judíos y militares británicos. La acumulación de incidentes, protestas y el tener que dedicar cada vez más fuerzas de seguridad en ese tipo de actividades condujo a las autoridades británicas a tomar esta medida.
Bajo mandato de Londres desde la resolución de las Conferencia de San Remo de 1920, ratificada por la resolución de la Sociedad de Naciones de 1922, Palestina (un territorio que iba desde el actual Israel incluyendo Jordania, Iraq, hasta partes de Arabia Saudí) pasaba de manos turcas a británicas. El primer Alto Comisionado fue Sir Herbert Samuel, nacido en una familia ortodoxa judía y formado en Oxford.
En 1917, Inglaterra se había comprometido a crear un hogar nacional judío con la declaración de Balfour, lo que tenía que compaginar con una población árabe que era mayoritaria (560.000 habitantes de 700.000 eran musulmanes según los censos británicos de 1920). A la hora de estructurar una nueva sociedad, el Alto Comisionado Británico se encontró con la necesidad de crear un marco para el deporte. El fútbol era el rey, un elemento importante para los árabes (desde 1910 se jugaba de manera regular en la región) y para una población judía que en su mayor parte procedía de Europa, donde el fútbol era ya más que un deporte. En 1912 se había formado la Federación de Deportes Maccabi. La mayor parte de sus miembros eran futbolistas judíos.
La llegada de soldados británicos hizo que los partidos entre estos y equipos árabes y judíos se convirtieran en una imagen habitual en Tel-Aviv, Jaffa y, sobre todo, en Jerusalén. A partir de 1922, el Jerusalem Sports Center organizó torneos de fútbol en los que el dominio de los diferentes clubes británicos que se crearon en la región (todos militares) era abrumador. El mejor fue apodado ‘The Flyers’, formado por pilotos de la fuerza aérea británica (RAF) y ganador de todos los torneos hasta 1928. El libro ‘The Football in the Land of Israel’ (N.Beit-Halevi) data en ese año el primer triunfo de un equipo judío sobre ‘The Flyers’, derrotados por el Hapoel-Alenby Tel Aviv.
Josef Yekutieli, jugador, emigrado en 1908 desde su Rusia natal e instructor de educación física y traductor en el Ejército Turco, iba a ser el hombre clave para lanzar el fútbol nacional en la zona. Antes de crear en 1928 la Federación de Fútbol, arrancó en 1925 las negociaciones para que Palestina fuera aceptada como miembro de la FIFA, lo que logra en 1929 con unos estatutos en los que se hace hincapié en “aceptar a toda persona sea la que sea su raza o religión”.
En 1930, una selección formada por seis jugadores judíos y nueve británicos hace una gira por Egipto. El nombre del equipo es selección de la Tierra de Israel. Juegan sus partidos con una camiseta en la que aparece en grande la letra P (Palestina) y en pequeño LD (las iniciales en hebreo de Tierra de Israel). Pierden los tres partidos que juegan con un balance de 12 goles en contra por 2 a favor. La prensa judía desprecia a ese equipo tras las derrotas: “Su uniforme no era azul y blanco, era negro y blanco y sólo se veían en pequeño las letras LD. No eran los representantes de este país”, escribía el 10 de abril el periódico ‘Doar Haymon’.
La relación entre judíos y británicos no era sencilla. Los equipos de la estrella de David entendían que los árbitros, siempre británicos, no les dejaban actuar en igualdad de condiciones. La violencia se adueñó de los partidos. “Partidos salvajes”, lesiones cada vez mayores, bajas en el ejército y la policía a causa de las patadas y peleas, un sentimiento nacionalista cada vez mayor alrededor del fútbol (el Tel Aviv se celebró como una fiesta nacional el empate a cuatro logrado por el Maccabi en el último minuto ante una selección británica)… Así, el coronel Frederick Herman Kisch, que había apoyado siempre al movimiento sionista, presentó varias quejas ante las autoridades por el comportamiento violento de jugadores y seguidores judíos en los partidos de fútbol. En octubre, Lord Pasfield presentó el informe, ‘White Box’ en el que se pedía que más control a las actividades judías nacionalistas, las restricción de la emigración de judíos y se destacaba el aumento de violencia en los partidos de fútbol entre equipos militares británicos con judíos y de éstos con los árabes. Un mes después, se prohibía el fútbol.
La decisión provocó un profundo disgusto y la Agencia Judía (cuna del movimiento sionista) trabajó para que los británicos cambiaran su postura y volviera el fútbol entre judíos e ingleses, pero hasta 1938 los equipos de la Royal Army y la Policía no iban a regresar a las competiciones oficiales. En ese periodo, la selección de Palestina bajo Mandato Británico, un equipo sin árabes y sí con judíos, participó en las fases de clasificación de los Mundiales de 1934 (eliminada por Egipto) y 1938 (Grecia impidió su pase a la fase final). Hoy, la FIFA mantiene que son partidos oficiales de la selección de Palestina mientras que Israel cuenta esos cuatro partidos más un amistoso con el Líbano (Tel Aviv, 1940, 5-1 en el único triunfo de aquella selección) como propios.
Desde 1936 las relaciones entre judíos y británicos mejoran a la vez que la población árabe se mostraba cada vez más arisca respecto a los hijos a de Israel. En el seno del nacionalismo que sueña con tener su propio país, con David ben Gurion a la cabeza, se ve al fútbol como una forma de crear un espíritu nacional, una forma de generar un sentimiento solidario y combativo en sus unidades militares y en la población civil. Así, en diciembre 1937 se anuncian tres partidos entre el equipo de la Federación Palestina de Fútbol y militares británicos que serían a puerta abierta “para oficiales y soldados” a la vez que desea la aparición de un equipo de jugadores árabes para “mejorar las relaciones porque deporte y política no deben mezclarse”, como citan Haggai Harif y Yair Galily en su recorrido por el deporte en esta parte del mundo en los años en los que se preparaba el nacimiento del estado de Israel.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial no iba a alejar al fútbol de los planes de la Agencia Judía. Sus tropas formaron parte de las fuerzas aliadas que lucharon contra las alemanas de Rommel y sus refuerzos árabes. Los jugadores hebreos reclutados formaron parte de una competición organizada en plena guerra entre equipos de soldados. Los israelíes compitieron con selecciones de Inglaterra, Australia, Estados Unidos, Checoslovaquia, Grecia, Sudáfrica, India o Polonia.
Entre 1941 y 1943, un equipo británico llamado ‘Wonders’ recorrió Palestina acompañando al Ejército Británico y jugando partidos de exhibición. La Federación Palestina de Fútbol se citó en Tel Aviv con los ingleses ante 12.000 personas, pero no quiso que fuera un equipo formado sólo por judíos, lo que provocó tensiones políticas. Seis judíos, tres británicos, un griego y un árabe formaron un equipo que perdió 8-3. Al descanso el resultado era 8-0 y la prensa sionista resaltó que “después del descanso, cuando el portero árabe dejó su puesto a uno judío, el equipo empezó a ser competitivo”.
Si la Segunda Guerra Mundial sirvió para acercar a británicos y judíos, la derrota alemán dio inicio a un crecimiento de la tensión al reclamar al Agencia Judía la independencia y la prometida creación del Estado de Israel. El crecimiento de la violencia hizo que en 1945 las autoridades británicas prohibieran de nuevo todo encuentro deportivo entre sus equipos militares y los civiles judíos, una limitación que no se aplicó a los clubes árabes.
El 22 de julio de 1946, el brazo armado de la lucha judía, Organización Militar Nacional en la Tierra de Israel (Etzel), voló el hotel King David como respuesta a la Operación Agatha, organizada por la autoridades británicas contra el movimiento sionista. En agosto de 1947, el Alto Comisionado inglés declaró ilegal al movimiento deportivo judío Beitar por “ser un foco de lucha contra las tropas británicas”. El 29 de noviembre, las Naciones Unidas decidieron dividir Palestina en dos partes, una árabe y una judía. La violencia no hizo más que crecer y el 14 de mayo de 1948 se declaró la independencia de Israel y se decretó la salida de las tropas británicas. Con ellas se iban los futbolistas que habían ayudado a lanzar el fútbol en esa parte del mundo. El 20 de septiembre de 1948, en Nueva York, Israel juagaba su primer partido internacional (derrota por 3-1 ante Estados Unidos). El 30 de julio de 1949 lo hacía por primera vez en su país (3-1 a Chipre en Tel Aviv). Palestina tuvo que esperar hasta el 20 de julio de 1998 para jugar por primera vez bajo bandera propia (3-1 cayó en el Líbano) y en suelo palestino no pudo hacerlo hasta que el 26 de octubre de 2008 empató ante Jordania a uno en Al Ram.
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