RABINO WOLPE, REFERIDO POR EL RABINO MARCELO RITTNER
Mientras nos preparamos para Pésaj, ésta es mi pregunta: ¿Eres un israelita o un egipcio?
No me refiero a los egipcios de hoy, por supuesto. La pregunta es: En tu comportamiento,¿estás más cerca del esclavo que del amo?
Nos dice la Hagadá: “En cada generación, una persona debe pensarse como un esclavo en Egipto”. Durante gran parte de la historia judía, no se necesitó mucha imaginación para ello. A menudo, los judíos eran pobres y oprimidos. Hoy, sin embargo, esta frase debe cobrar una implicación adicional para los judíos con corazones receptivos.
Estudios recientes demuestran que cuánto más poder alguien alcanza dentro de una organización, menos empatía tiene con aquellos que están debajo de él. En otras palabras, el poder “ataranta” la compasión. A medida que nuestra autoridad crece, nuestra empatía disminuye gradualmente. El control reduce el cuidado.
Así que, este Pésaj, no te imagines siendo un esclavo – sino un egipcio.
La historia del Éxodo no es sólo acerca de los sufrimientos de los esclavos, sino acerca de la crueldad de los amos. Las plagas nos recuerdan lo difícil que es romper el caparazón de indiferencia. A lo largo de la historia, perpetradores y espectadores forman una coalición nefasta que crea sufrimiento. Alrededor de la mesa del Seder, nos comprometemos a entregar nuestro mejor esfuerzo para estar con las víctimas, estén donde estén – incluso en nuestros propios hogares.
Muchos de nosotros emplean a otras personas en casa, en los negocios, o para cuidar nuestros hijos. No son esclavos, sin duda, pero personas sobre las cuales ejercemos poder. ¿Acaso consideramos, en caso de una niñera, que cuidar a nuestros hijos es más importante que cuidar a los suyos propios? ¿Acaso el deseo de una casa limpia nos da derecho a ser crueles, tiránicos, a pagar magros salarios, haciendo recordar en espíritu, si no en hechos, al Egipto de la antigüedad? ¿Hasta qué horas tienes a tus sirvientes en atendencia en el Seder – y acaso los compensas adecuadamente?
El ritual no es un fin en sí mismo. Si éste no cambia nuestro corazón y nuestro comportamiento, entonces lo logrado es blasfemia, no santidad. Sentarse en una mesa de Seder y hablar de los sufrimientos de los esclavos, sólo para actuar después cruelmente hacia nuestros empleados, es negar el propósito de Pésaj. Pésaj es acerca la ampliación del círculo de nuestra compasión; con cada repetición de la historia, nuestras almas deben lograr más profundidad .
La gran prueba moral de la vida no es la forma en que tratamos a los que tienen poder sobre nosotros, sino cómo tratamos a aquellos sobre los cuales tenemos poder. El Talmud enseña que un verdadero judío es conocido por su compasión. Tratar cruelmente a quienes tenemos bajo nuestro poder es Hillul Hashem, una profanación del nombre de Dios; y ser misericordioso y bondadoso es Kidush Hashem, una santificación del nombre de Dios.
Recuerda a Egipto: ésta y otras noches, actúa como israelita con quienes empleas.
Aquí una entrevista exclusiva de Enlace Judío con el Rabino Wolpe
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