Juntos venceremos
viernes 22 de noviembre de 2024

Los consejos del Consejero Luis Wertman

MAY SAMRA Y ELENA ACHAR EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

El principio judío de co- responsabilidad (Kol Israel Arevim Ze laze/ Todos quienes conforman a Israel son responsables unos de los otros) y su “doble orgullo” de ser mexicano y judío son probablemente dos de los motivos que convencieron a Luis Wertman para liderar el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Procuración de Justicia del Distrito Federal, transformando su sede en un museo, sus instalaciones en un lugar de primera, y su infraestructura en un modelo de eficiencia y funcionalidad.

“Si a ti te pasa algo yo me tengo que preocupar y viceversa, creo que eso es lo que hace fuerte a una comunidad o a una sociedad y le permite trascender” dice Luis. “También tenemos que re-educarnos en cosas que hemos perdido de vista como es la solidaridad, y entender que cumplir es un compromiso de todos los días. Un general colombiano me dijo ayer: “Imagínese que usted es maleza, la maleza hay que recortarla todos los días para que no crezca”. Llevando a la práctica este principio, éste es el primer consejo de Luis Wertman: “ La solidaridad es de todos los días para que una comunidad y una sociedad no se desintegren.”

La idea de crear el Consejo se debe a otro judío mexicano, Meyer Klip, quien, hoy, es Consejero Presidente del Instituto de Verificación Administrativa del Distrito Federal: formar un centro que apoye y asesore a los ciudadanos víctimas de la delincuencia. Las palabras de Klip son el segundo consejo de Luis Wertman: “Nos quejamos siempre de todo lo que esta ciudad tiene que cambiar, y ahora que tenemos la oportunidad, ¿no crees que es el momento de comprometernos?”

La fórmula del Consejo: “Primero lograr facultades: el Consejo Ciudadano tiene facultades sobre el gobierno de la Ciudad de México, eso ya pone una voz que debe ser escuchada; segundo, operación: el contacto diario con la ciudadanía; tercero, la acción como sociedad: denunciar para erradicar el delito”.

Reviste el lugar la personalidad de Luis Wertman: vestimenta impecable, rostro abierto, sonrisa fácil. Un hombre con una misión de servicio y la convicción de que no hay imposibles. Parece mentira que esta persona jovial tenga la sangre fría para ser el intermediario entre una ciudadanía en momento de crisis y un Ministerio Público frío e indiferente. El Consejo se ocupa de las víctimas de delitos comunes en nuestra ciudad: atracos, secuestros, extorsión, delitos sexuales…. Lo que caracteriza al equipo es la empatía: para Luis, la indiferencia es un pecado capital.

Su optimismo es contagioso y un detalle demuestra una exquisita generosidad : nos obsequia, al salir, unas deliciosas alegrías rosas y negras. Rosas, porque las produce una familia de escasos recursos, cuya hija, enferma de depresión, conoció la hija de Luis al realizar su servicio social en una clínica psiquiátrica. La familia no podía costear las medicinas y los Wertman ayudaron a pagar el tratamiento. Negras porque, a pesar de todo, la niña acabó suicidándose (y también porque son de chocolate). Sin embargo, el Presidente del Consejo Ciudadano sigue obsequiando a los visitantes del Consejo estas alegrías, mexicanas por excelencia, para apoyar a la familia; y manda hacer las pequeñas etiquetas amarillas con la marca “Yolanda”, el nombre de la niña que no se pudo salvar.

“Me acaban de llamar, dicen que tiene a mi hija, la escuché llorar, la estaban golpeando, me piden diez mil pesos, no los tengo, por favor ayúdenme …” El Consejo inicia con un número de teléfono: 55335533, que bien deberíamos todos de registrar en nuestros teléfonos celulares. A este número responden unos treinta personas, entre psicólogos y abogados, de un call center, quienes asesoran y apoyan a las víctimas de delitos comunes en nuestra ciudad. En caso de la llamada mencionada anteriormente, el asesor tranquiliza a la víctima, mientras otro intenta comunicarse con la persona supuestamente secuestrada. El desenlace: es una falsa llamada de extorsión, el delito más común reportado al Consejo. Los sollozos escuchados no eran de su hija, la cual estaba tranquilamente viendo la televisión en casa de una amiga. La violencia de las llamadas pueden, incluso, desorientar a una persona: un hombre se encontraba en el cine cuando recibió una llamada avisándole que su hijo estaba secuestrado. Preso del pánico y empuñando su celular, salió del cine. Fue entonces cuando se cortó la llamada y el hombre recordó que su hijo estaba de viaje y no se encontraba en la ciudad.

El tercer consejo de Luis: si reciben este tipo de llamadas, cuelguen el teléfono. Si el secuestro es real, les volverán a llamar.

Dichas llamadas son las más comunes en el Consejo Ciudadano y, por desgracia, la mayoría se generan en los reclusorios. De hecho, el jueves de diez a cinco, día y horario de visita para los familiares de los reos, es el momento donde , milagrosamente, se detienen las llamadas de extorsión.

El Consejo Ciudadano no se detiene allí. El concepto, muy judío, de acompañamiento, se hace patente en este lugar: un equipo de Agentes Ciudadanos está de pie en una de las salas. Una pareja de abogado-psicólogo va hacia la víctima, para escucharla, asesorarla y hacer la denuncia. De hecho, la casa de Amberes tiene un MP integrado.

En la misma sala, se encuentra un enorme mapa del DF donde cada acto delictivo es marcado: así se tiene un monitoreo de cuáles son las delegaciones más peligrosas y se tipifican los delitos; lo cual es muy útil para dirigir mayor atención policiaca a las zonas de mayor conflicto.

El cuarto Consejo de Luis: denuncien, es la única manera de acabar con la impunidad.

Cuando hicimos la pregunta obligada acerca de los 3 libros que marcaron su vida, supimos que el primero es “El hombre en busca de sentido” de Victor Frankl. Luis Wertman ha descubierto aquí, en Amberes 45, el sentido de su existencia: servir al prójimo, de forma altruista, en su momento de debilidad. Es aquí donde Luis amplía la vocación judía de co responsabilidad a nuestra patria, México, para decirle a quien ha sido despojado, vejado, asustado; a quien teme por la vida de un hijo o de un hermano: “No estás solo, estamos contigo.”

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