18 de abril de 2012
Ayer, por la mañana, visité un hogar de sobrevivientes mayores del Holocausto. Allí, conocí a Idit Yapo, una sorprendente mujer de 104 años, clara y lúcida. Idit huyó de Alemania poco después que Hitler subiera al poder en 1934.
Conocí a Esther Nadiv, de 89 años, una de las mellizas de Mengele. Estaba leyendo un libro, la biografía de Golda Meir, y me dijo, con una insinuación en su mirada: “Estoy tan orgullosa, pero tan orgullosa de ser parte del Estado de Israel que está en constante desarrollo”.
Me reuní con Hanoch Mandelbaum, un sobreviviente de 89 años de Bergen-Belsen. Poco después que llegara a Israel, como joven carpintero, ayudó a construir el escritorio en el cual Ben Gurion firmó la declaración de la independencia. Eso es MiSho´a liTkume: del Holocausto a la Resurrección.
Conocí a Elisheva Lehman, sobreviviente del Holocausto de 88 años, proveniente de Holanda, profesora de música. Le pregunté a Elisheva si podía tocar algo para nosotros y lo hizo. Con entusiasmo ejecuto “Am Yisrael Chai” y todos cantamos juntos. Me emocionó tanto.
Damas y Caballeros,
Am Yisrael Chai (La Nación de Israel vive)
Nuestros enemigos trataron de enterrar el futuro judío pero renació en la tierra de nuestros antepasados. Aquí, construimos los cimientos de un nuevo comienzo de libertad, esperanza y creación. Año tras año, década tras década, levantamos las bases para nuestro país, y continuaremos fortaleciendo, año a año, los pilares de nuestra vida nacional.
En este día, cuando la nación entera se reúne para recordar los horrores del Holocausto y los seis millones de judíos asesinados, debemos cumplir con nuestra más sagrada obligación. Esa obligación no es solo recordar el pasado. Es la de aprender sus lecciones, y, lo más importante, aplicarlas al presente a fin de asegurar el futuro de nuestro pueblo. Debemos recordar el pasado y asegurar el futuro aplicando las lecciones del pasado.
Eso es, en especial, verdadero para esta generación; una generación que una vez más está enfrentada a llamados a aniquilar al Estado judío.
Espero que, algún día, el Estado de Israel goce de paz con todos los países y todos los pueblos de la región.
Espero que, algún día, leamos sobre esos llamados a la destrucción de los judíos solo en los libros de historia y no en los periódicos.
Pero ese día aun no llego.
Hoy, el régimen en Irán abiertamente convoca y trabaja, con determinación, para nuestra destrucción. Y está desarrollando armas atómicas para alcanzar ese objetivo.
Sé que están aquellos a quienes no les gusta cuando hablo de esas incómodas verdades. Prefieren que no hablemos de un Irán nuclear como amenaza existencial. Dicen que ese lenguaje, incluso si fuese verdadero, siembra temor y pánico.
Pregunto, ¿esa gente ha perdido su fe en el pueblo de Israel?
¿Piensan que esta nación, que superó cada peligro, carece de fortaleza para confrontar esta nueva amenaza?
El Estado de Israel ¿no triunfó sobre las amenazas existenciales cuando era menos poderoso que lo que es hoy? Sus líderes ¿tienen algún reparo en decir la verdad?
David Ben Gurion dijo a su pueblo de Israel la verdad, en 1948, sobre los peligros existenciales que enfrentaban cuando cinco ejércitos árabes intentaron arrojar a Israel de su cuna.
Levi Eshkol dijo, en 1967, al pueblo de Israel la verdad cuando fue colocada una soga alrededor del cuello de Israel y nos quedamos solos para enfrentar nuestro destino.
Y cuando escuchamos esas verdades, ¿el pueblo de Israel entró en pánico o se unió para frustrar los peligros? Nos paralizaba el temor o hicimos lo necesario para protegernos.
Creo en el pueblo de Israel y esa convicción está basada en nuestras experiencias.
Creo que el pueblo de Israel puede manejarse con la verdad.
Y creo que tenemos la capacidad de vencer a los que buscan dañarnos.
Aquellos que desestiman las amenazas de Irán como exageradas o meras posturas vanas no han aprendido nada acerca del Holocausto.
Pero no deberíamos sorprendernos. Entre nosotros siempre estuvieron los que prefieren burlarse de los que dicen incómodas verdades que enfrentar la verdad.
Así es cómo Zeev Jabotinsky fue recibido cuando advirtió a los judíos de Polonia del Holocausto en ciernes. Esto es lo que dijo, en 1938, en Varsovia:
“Hace ya tres años que estoy llamándolos, judíos polacos, que son la corona del Judaísmo Mundial. Continúo advirtiéndoles, incesantemente, que se está acercando una catástrofe. En estos años encanecí y envejecí. Mi corazón sangra por ustedes, queridos hermanos y hermanas, que no ven el volcán que pronto comenzará a escupir su devoradora lava… Veo que no lo están viendo porque están inmersos y hundidos en las preocupaciones cotidianas… Escúchenme en esta Noche de Reyes: En nombre de D´s! Que permita que cada uno se salve, en tanto aun hay tiempo, y el tiempo es muy escaso”.
Pero los líderes intelectuales judíos ridiculizaron a Jabotinsky, y más que prestar atención a su advertencia, lo atacaron.
Esto es lo que Sholem Asch, uno de los escritores más grande de nuestra nación, dijo acerca de él: “Lo que Jabotinsky está haciendo ahora con Polonia está yendo demasiado lejos. Su declaración es perjudicial para el sionismo y los intereses vitales de nuestro pueblo. Es desgraciado que esos sean líderes de una nación”.
Sé que están aquellos que creen que maldad única del Holocausto nunca debería haber sido invocada en la discusión de otras amenazas que enfrenta el pueblo judío. Hacerlo, sostienen, es menospreciar el Holocausto y ofender a sus víctimas.
Estoy en total desacuerdo. Por el contrario. Al acobardarse de hablar sobre incómodas verdades; hoy, como entonces, están los que quieren destruir a millones del pueblo judío. Eso es menospreciar el Holocausto. Eso es ofender a sus víctimas y eso es ignorar las lecciones.
No solo el Primer Ministro de Israel tiene el derecho de hablar sobre esos peligros existenciales, de invocar la memoria de un tercio de nuestra nación que fue aniquilada. Ese es su deber.
Hay una escena memorable en el documental Shoah de Claude Lanzmann que explica, mas que nada, esa obligación. En la dura existencia en el gueto de Varsovia, Leon Feiner del Bund y Menachem Kirschenbaum de los Sionistas Generales se reunieron con Jan Karski del Movimiento de Resistencia Polaco de la Segunda Guerra Mundial. Jan Karski era un hombre decente y sensible. Le rogaron que apelara a la conciencia del mundo contra los crímenes nazis. Describieron lo que estaba ocurriendo. Le mostraron pero no sirvió de nada. Dijeron: “Ayúdennos. No tenemos país propio, no tenemos gobierno e, incluso, no tenemos voz entre las naciones”
Tenían razón.
Setenta años atrás, el pueblo judío no tenía la capacidad nacional de convocar a las naciones, ni militares que las defendieran.
Hoy las cosas son diferentes.
Hoy tenemos un ejército.
Tenemos la capacidad, el deber y la determinación de auto-defendernos.
Como Primer Ministro de Israel nunca me avergonzaré de decir la verdad ante el mundo, no importa cuán incómoda pueda parecerle a algunos. Digo la verdad en Naciones Unidas. Digo la verdad en Washington D.C., la capital de nuestro querido amigo, EEUU, y en otras importantes capitales; y digo la verdad aquí en Jerusalén, en Yad Vashem en donde estamos recordando. Continuaré diciendo la verdad al mundo pero primero y principal debo decirla a mi propio pueblo. Sé que mi pueblo es lo suficientemente fuerte como para escucharla.
La verdad es que un Irán con armas nucleares es una amenaza existencial para el Estado de Israel.
La verdad es que un Irán con armas nucleares es una amenaza política para otros países de la región y una grave amenaza a la paz mundial.
La verdad es que Irán debe ser frenado en su camino hacia la obtención de armas nucleares.
Es el deber de todo el mundo, pero por sobre todo, es NUESTRO deber.
La memoria del Holocausto va más allá de realizar servicios recordatorios. No es solo una recolección histórica.
La memoria del Holocausto nos obliga a aplicar las lecciones del pasado para asegurar nuestro futuro.
Nunca enterraremos nuestras cabezas en la arena.
Am Yisrael Chai, veNetzach Israel Lo Yeshaker
(La Nación de Israel vive, y el Eterno de Israel no miente).
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