LA GACETA
La no exigencia a Irán de cumplir los puntos de un acuerdo entre Estados Unidos e Israel hace sospechar a Netanyahu que ya se ha llegado a algún entendimiento a sus espaldas.
La división fundamental sobre el conflicto con Irán entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, salió a la luz el pasado lunes 16 de abril cuando altos funcionarios israelíes cercanos a Netanyahu acusaron directamente al presidente norteamericano de incumplir unos acuerdos suscritos entre los dos países antes de las conversaciones de Estambul sobre el país persa.
Más allá de la puesta en escena interpretada en la ciudad turca, Israel denuncia que Estados Unidos e Irán habrían llegado a varios acuerdos secretos tras haberse reunido clandestínamente en París y Viena.
Las suspicacias ya aparecieron el domingo cuando Netanyahu afirmó que Estados Unidos y las potencias mundiales habían llegado a un acuerdo para continuar las conversaciones en Bagdad el próximo mes de mayo, con lo que se había dado un respiro de cinco semanas a Irán para continuar enriqueciendo uranio sin restricciones.
La respuesta de Obama no se hizo esperar. En una rueda de prensa al final de la Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias comentó brevemente: “Podría pensarse que les hemos dado algo de cancha y esto podría significar que Irán ha conseguido algo, pero no se olviden que ahora están sufriendo sanciones que no serán nada con lo que tendrán que sufrir si no salen adelante las conversaciones”.
He aquí el punto en el que Israel acusa a Estados Unidos de engañarles. Tal y como publicaron algunos medios israelíes a principios de abril, Tel Aviv y Washington habían suscrito un principio de acuerdo antes de la reunión de Estambul en el que se permitíría a Irán a mantener 1.000 centrifugadoras para el enriquecimiento de bajo nivel de uranio hasta el 3,5 por ciento de pureza. Por primera vez Israel habría aceptado el principio de enriquecimiento de cualquier tipo, algo inédito hasta la fecha. Estos acuerdos, conocidos como el “acuerdo de 1.000” pretendería representar el resultado final de las negociaciones formales con Irán, un consenso en que los diplomáticos estadounidenses aspirarían conseguir en el menor tiempo posible.
Sin embargo, en la reunión de Estambul, la delegación de EE UU no presentó ninguna exigencia a los iraníes que asistieron a la primera ronda de conversaciones. De ahí las sospechas de Netanyahu.
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