Los Ashkenazim ¿conversos o hijos de Abraham? Parte II

MAX BERY
PARA ENLACE JUDÍO

De acuerdo con records históricos el judaísmo ashkenazim probablemente procedió de una mezcla de comunidades judías de la Diáspora, incluyendo algunas descendientes de Khazaria. Pero muchas, si no la mayoría, seguramente llegaron a Europa vía Italia. La comunidad judía romana se estableció antes de la era cristiana, pero aumentó dramáticamente cuando Jerusalem fue derrotada. En el apogeo del imperio romano, el sur de Italia y Sicilia emergieron como el centro del mundo judío postbiblico.

Los judíos trabajaban como marineros, artesanos, y mercaderes. Pero en el siglo quinto, el envejecido Imperio estaba derrumbándose bajo el asalto de los Ostrogoths, los Hunos, los Vándalos y otras tribus germánicas. Odoacer el Scirio, el comandante y rey de las tribus germánicas en el imperio romano, destituyó a Romulus Augustulus, acabando así con más de mil años de dominio romano en el Mediterráneo. La derrota trajo tiempos difíciles para los cristianos así como para los judíos, mandándolos hacía el norte de Europa, para encontrar una vida más estable y segura.

Hay registros de mercaderes judíos abandonando Italia y el Cercano Oriente para aventurarse a Europa y Rusia al principio del siglo segundo. En el siglo séptimo se encontraban judíos en Marsella, Colonia y otros antiguos puestos comerciales romanos en el sur de Francia y en Alemania. A partir del siglo octavo las restricciones para los judíos en Europa empezaron a aligerarse.

Los Reyes francos, especialmente Carlomagno y sus sucesores, buscaban mercaderes romanos activos y los judíos eran especialmente bienvenidos.

Como no les estaba permitido poseer tierras, no había peligro de que de se implantaran en las posesiones de los señores feudales. Centenares, tal vez miles de judíos se instalaron en Provenza, Alsacia y a lo largo del Rhin, en Colonia, Maguncia, Worms y Speyer, comerciando activamente con espadas, pieles, hasta esclavos para el mundo musulmán, así como especies y perfumes para la India y China. En el siglo décimo, los judíos ya estaban establecidos en el norte de Europa y siguieron a Guillermo el Conquistador en 1066, cuando este conquistó Inglaterra. Los enclaves urbanos judíos se llenaron con inmigrantes que se volvieron obreros, artesanos, y prestamistas.

La Rhenania, que los judíos llamaron Ashkenaz, emergió como el centro espiritual del judaísmo.

Las Cruzadas, lanzadas en 1095 por el Papa Urbano II, dieron al traste con esta modesta prosperidad. El Papa estaba tratando de contener la expansión del islamismo, pero los judíos y otros infieles también eran motivo de su preocupación. En su camino hacía Jerusalem los Cruzados mataron muchos musulmanes y sobre todo judíos. El edicto bizantino, prohibiendo a los judíos establecerse en la capital, tomó nueva vigencia, aunque muchos siguieron viviendo en las ciudades costeras de Palestina.

A los judíos de Europa no les fue mucho mejor. En mayo de 1096 el Obispo local de Worms ofreció a 800 judíos de su comunidad la alternativa de la conversión o de la muerte. Escogieron la muerte. Esta tragedia se repitió en toda Rhenania y miles de judíos escogieron la misma suerte.

A raíz de estas tragedias Raschi de Troya emitió un decreto, permitiendo a los que tenían que convertirse por miedo a la muerte, la posibilidad de regresar al judaísmo, lo que exasperó a los cristianos ya alterados por las alegaciones de que los usureros judíos cargaban intereses exorbitantes. En 1179, el tercer concilio de Latran prohibió a los judíos tener empleados cristianos, y a los cristianos vivir en vecindarios judíos, declaró también que el testimonio de un cristiano, en disputas legales, era más fehaciente al de un judío y prohibió a los cristianos prestar dinero.

En el cuarto concilio de Latran el Papa Inocente III decretó que los judíos y los musulmanes tenían que llevar señas distintivas en su ropa. Unos años después el Rey Enrique III de Inglaterra obligó a los judíos llevar al frente una representación de las tablas de los 10 mandamientos, hecha de lino blanco o de pergamino. Luis IX de Francia por su parte, decretó que todos los judíos tenían que portar en un lugar visible, un parche redondo amarillo, de una palma de largo y de 4 dedos de ancho. El uso de estos distintivos se generalizó en toda Europa en el transcurso de los dos siglos siguientes y perduró como un estigma hasta el periodo de la Iluminación. Revivió con la infame estrella amarilla de David decretada por los nazis.

En contra del decreto emitido por Raschi, el Papa maniobró también para impedir regresar al judaísmo a los que habían adoptado la religión cristiana por miedo a la tortura o a la muerte, “Los que recibieron los sacramentos del bautismo tienen ya la marca del cristianismo y tienen que atenerse a la nueva fe que escogieron a la fuerza.”

Tomó solamente unos cuantos años para que a los judíos se les acusara de robar las obleas que según el culto de la Eucaristía representaban al cuerpo de Cristo. En Norwich, Inglaterra, en 1144 los judíos fueron acusados de haber secuestrado un muchacho cristiano, un viernes santo, de haberle crucificado y después utilizado su sangre para fabricar la matza de Pesaj. Era un invento pero terminó con la masacre de todos los judíos.

Esta difamación nunca tuvo gran acogida entre los cristianos educados y fue condenada por lo menos por 5 papas, pero el mito de esta práctica siguió muy enraizado, resurgiendo periódicamente con acusaciones, juicios y ejecuciones.

En la mayor parte de los casos la difamación servía de pretexto para atacar al judaísmo directamente. Los cristianos consideraban a los judíos como adherentes obstinados a una religión arcaica en vía de desaparición. A partir del siglo 13 muchos católicos prohibieron la difusión del Talmud. Pensaban así que los judíos se convertirían con más facilidad, si del Antiguo Testamento quedaba su única referencia. En un incidente infame, en Paris, en 1240, el primero de una docena de acontecimientos similares, 24 cargamentos de libros escritos a mano del Talmud fueron quemados, a raíz de un juicio ordenado por Luis IX.

Abrumados por las revueltas de los campesinos tanto en Francia como en Inglaterra los Reyes realizaron que los judíos eran los únicos chivos expiatorios. Eduardo I expulsó su población judía y declaró nulas todas las deudas contraídas con los judíos. Felipe el Hermoso les expropió todos sus bienes antes de expulsarlos en 1306. En los dos siglos siguientes las expulsiones se generalizaron en centenares de ciudades de Alemania, Hungría, y Austria. Algunos judíos se reagruparon en la Provenza y en Aviñón, hasta que en el siglo 14 fueron también victimas de motines en su contra. Cuando Francia absorbió esta región en 1481, los judíos de la Provenza se convirtieron o fueron forzados al exilio.

La población judía del Este y del Centro de Europa rápidamente bajó a un mínimo histórico. Expulsiones y pogroms se multiplicaron a raíz de la gran catástrofe de esta época, la Muerte Negra. La plaga bubónica sembró la destrucción en el Cercano Oriente, antes de de expandirse por Europa, eliminando más de una tercera parte de la población, entre 1348 y 1351. Los Judíos estaban casi siempre acusados de diseminar la plaga, al envenenar los pozos, y fueron torturados hasta que confesaran su complicidad. El Papa Clemente IV decretó que estos cargos eran absurdos, echándole la culpa al demonio, pero los campesinos ignorantes desconocieron ese laudo, y miles de judíos fueron masacrados, algunos quemados en la hoguera. Desaparecieron centenares de comunidades del sur y centro de Europa.
Decimados por las Cruzadas y la Muerte Negra, parias en Francia y Alemania, los judíos de Europa fueron empujados hacia el Este a Bohemia- Moravia, Lituania y el Reino de Polonia.

En el siglo XVI Europa fue el centro universal de la cristiandad. El Papa inició la Inquisición Romana, que fue impuesta en Italia y en el sur de Francia. En la Europa occidental, después de 1520 únicamente subsistieron unas pocas comunidades, cada vez más reducidas. En el Este, los reinos de la Polonia feudal y la de Lituania otorgaron a los Judíos ashkenazim una cierta autonomía, pero que fue estrictamente circunscrita. Según unas estimaciones, para el principio del sigloXVI, las comunidades judías europeas no pasaban de unas cuantas decenas de miles de almas.

Tratando de escaparse de las persecuciones, con su antigua religión en peligro de desaparecer, el Pueblo del Libro empezó a sacar ventaja de los prejuicios en su contra. Donde quiera que se estableciera , trajo consigo una forma de organización comunitaria. Desarrolló su propio idioma, una mezcla de idiomas eslavos, alemán y hebreo conocida como el yiddish, que se volvió la lengua franca del judío errante. Poblaciones segregadas se constituyeron, manejadas por leaders religiosos, que sacaron su legitimidad de la Halakah, la ley judía interpretada por los rabinos. La religión y la educación se volvieron el foco del diario vivir.

El tema central del judaísmo ashkenazi- separación y devoción religiosa , imprimió un papel muy importante en el carácter genético de los judíos. Hay una amplía evidencia , en las distintas etapas de su historia, que su población crecía más rápidamente cuando más estaba en peligro su vida .

El desastre más dramático ocurrió de 1648 a1649. Los Cosacos, los Ortodoxos ucranianos y el campesinado polaco se sublevaron contras la nobleza polaca y los nobles católicos, pero dieron rienda suelta contra los judíos, ya que muchos de ellos actuaban como recolectores de impuestos. Miles de judíos fueron masacrados y muchos más obligados a relocalizarse en las zonas desérticas del Este o huir hacía el Oeste a lugares tan distantes como Alsacia -Lorena, dejando en Europa y el resto del mundo una población inferior a un millón de individuos, el punto más bajo desde los tiempos bíblicos.

A partir del siglo siguiente la población judía se recuperó gradualmente y creció en forma exponencial. La mayor parte se instaló en Ucrania, en Lituania y en Bielorusia, provincias que más adelantado fueron anexadas al Imperio Ruso. En 1791 la zarina Catalina II la Grande, estableció una infame línea divisoria, para formar una demarcación entre la Rusia Imperial y el Centro de Europa- un ghetto continental , creado para contener el movimiento judío. Las condiciones eran difíciles: dentro de los limites así establecidas, los judíos tenían que pagar el doble de impuestos , no podían rentar tierras, manejar cantinas o recibir una educación secular de alto nivel. Pero esto no frenó la expansión de la población que en 1900 creció hasta los 5 millones y mundialmente alcanzó los 10 millones de individuos. La singular historia de los judíos europeos estaba ahora indeleblemente impresa en sus genes.

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