En el marco del viaje de KH México a Israel, comimos con los jóvenes de Hadassah Neurim, una aldea juvenil que data de los principios del Estado.
Hace una veintena de años, y a raíz de las declaraciones de Yossi Beilin, se discutió acerca de si Israel aún necesita a la Diáspora. Beilin pretendía que Israel ya era económicamente independiente, pero el nuevo siglo mostró el surgimiento de una clase socio económica desfavorecida en pleno crecimiento. Esto se hizo patente en la voz de escritores como Amos Oz, y hace poco, cuando los llamados “indignados” tomaron las calles, protestando por el costo de las viviendas: la economía israelí, que había resistido el embate de muchas crisis, dejaba ver su debilidad. Quien recorre Israel y se aventura fuera de los lugares “turísticos” alcanza a vislumbrar, “las paredes descarapeladas del Estado”, una pobreza extrema a la cual no se ha podido atender.
Por ello, la intervención de la Diáspora- por pequeña que sea- puede ser indispensable para mantener la estabilidad de una nación que sigue luchando por su supervivencia, por crecer a pesar de los obstáculos.
Esta gran necesidad explica por qué el apoyo de KH México en Hadassah Neurim, el cual consistió en rehabilitar una aulas derruidas, es tan significativo. Una aula es simplemente un cuarto con unos cuantos escritorios y un pizarrón; sin embargo, al introducir en ella un ser humano, un espacio digno puede hacer la diferencia.
La Aldea Juvenil Hadassah Neurim fue creada en 1948 para alojar a los alumnos evacuados de la aldea agrícola de Ben Shemen en la Guerra de Independencia de Israel- así como a los huérfanos que la Shoá dejó a su paso. La aldea está situada a lo largo de la costa del Mar Mediterráneo, cerca de Netanya.
La organización sionista femenina Hadassah se ha adjudicado la responsabilidad de la aldea desde 1953, en cooperación con la Agencia Judía para Israel.
En esta ocasión, Rani Trainin, Vice Presidente de la Agencia Judía, estuvo presente.
Unos 400 alumnos asisten actualmente a la escuela secundaria de la aldea, además de los alumnos que residen en dormitorios, como los jóvenes de pueblos cercanos que acuden a las aulas.
Los jóvenes del internado han tenido que ser extraídos de familias desde francamente abusivas hasta disfuncionales; gozan de la protección del Estado, siendo alimentados, vestidos educados y atendidos. “A algunos, tenemos que obligarlos a visitar a sus familias: les damos alimento para llevar a casa, porque conocemos las carencias del lugar. Al volver, estudian con doble ahínco- porque saben lo que NO quieren llegar a ser” confiesa la administradora, quien benefició de sus instalaciones en su juventud. “Quieren abrir un nuevo camino lleno de dignidad, ser productivos e independientes…”
En Hadassah Neurim, vimos jóvenes felices. Cabelleras rubias se entremezclaban con ojos rasgados y tez de color. La aldea también recibe refugiados y huérfanos. Las risas suenan en los pasillos. En la escalera del comedor, escuchamos hasta 17 idiomas distintos, entre ellos el español, que una alumna hablaba porque era de Perú y otra porque lo había aprendido viendo “Rebelde”.
En la recepción que la directiva del colegio organizó para KH México, dos jovencitas de distintas etnias cantaron el salmo “Shir Hamaalot”. Sus voces, entrecortadas por el paso de los helicópteros, repetían las palabras del Rey David quien, desde entonces, pedía a nombre del Pueblo de Israel: “¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro vendrá de D-os”.
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