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Hay una Torá externa–una historia de hombres y mujeres, de guerras y milagros. Y hay una Torá interna, según antiguas tradiciones, en que cada palabra revela sabiduría insondable, belleza y luz.
Éste es el secreto de las palabras de la sabiduría de Salomón, “Una mujer de valor es la corona de su marido”. Como una corona está arriba de la cabeza y más allá de ella; de la misma manera la luz interna de lo femenino es de una calidad esencial, de un lugar que la mente no puede tocar.
1) Javá (Eva)
“Entonces Adán llamó su esposa Javá, porque ella era la madre de toda la vida”. (Génesis 3:20)
Ella era el otro lado de la imagen de Di-s. Di-s no es sólo una luz ilimitada, más allá de todas las cosas. Di-s es algo que está aquí, ahora, dentro de todo, dándoles vida, cualquier cosa que sea. Es la fuente de origen, la “Shejiná”–la Presencia Divina mora dentro.
Esto es lo que llevó a Javá a comer la fruta: este anhelo de conectar con esta Shejiná, de experimentar el sabor de la vida, estar sumergida en ella. Con esto ella transgredió–pasó del reino de lo Divino a un mundo donde todo lo real es el aquí y ahora, donde no hay ningún mirador del cual discernir el bien del mal, ninguna luz para discernir la fruta de su cáscara. Y se llevó consigo la Shejiná, encarcelándola también, para que el estrago sucediera a lo largo del cosmos.
Pero el deseo detrás de su transgresión era el sagrado deseo que la Shejiná permeará todo. Y en el final, ella tendrá éxito, y la vida misma también será divina.
Mientras el drama de este universo permanezca incompleto, el Shejiná está callada, no canta. Vemos el mundo que Ella vivifica, pero no oímos su voz dentro de él. En las mentes de las personas, Ella juega un rol secundario–para el marido conquista y domina, mientras que para las mujeres, dicen, sólo provee vida y nutrición. Así piensa un mundo inmaduro.
Hay un tiempo por venir, cuando el secreto de la Luz Interior se revele. Entonces la Madre de la Vida cantará ruidosamente sin límite.
2) Sara
“Todo lo que te diga Sará, préstale atención, le dijo Di-s a Abraham. (Génesis 21:12)
La primera en sanar la herida que hizo Javá fue Sará. Ella descendió a la guarida de la serpiente, al palacio del Faraón. Resistió a su señuelo y retrocedió. Viviendo dentro del palacio, ella permanecía unida a su origen.
Fue Abraham quien autorizó a Sará para que lo hiciese. Ni siquiera el propio Abraham era capaz de semejante cosa. Éste es el papel de un hombre–activar el poder que está latente en una mujer. Sin la mujer, el hombre no tiene ninguna unión con la Shejiná. Sin el hombre, la mujer no puede ser Shejiná. Un vez que hay un hombre, la mujer se vuelve todo.
Sará es la encarnación del poder cósmico de purificación y sanador de almas. Lo que Javá confundió y revolvió, Sará cierne y refina; donde Javá entró en la oscuridad, Sará enciende la luz. Su trabajo continúa a través de cada generación: mientras que el alma de Abraham atrae las almas y los sostiene cerca de la Luz Infinita, el alma de Sará discierne las manchas que deben limpiarse y la escoria que debe rechazarse. Cuando un alma o chispa de luz se sana y vuelve a su fuente, usted sabrá que el toque de Sará estuvo allí.
3) Rivka
“Toma… y también sacaré agua para tus camellos, hasta que terminen de tomar”. Génesis 24:17-18)
Con estas palabras, Rivka se desposó a Isaac y se volvió madre de dos grandes naciones. No solo por su acto de dar, sino por su avidez: no perdía ninguna oportunidad de hacer el bien, con alegría y contento, con toda su alma y su ser.
Y ella lo implantó dentro de nosotros como nuestra herencia. Sólo necesitamos despertarlo y encontraremos la Rivka que hay en nosotros.
Hay pocas historias tan detalladas en la Torá como la narración de la unión de Rivka e Isaac–se cuenta y recuenta tres veces. Dado que en este relato yace el nacimiento de nuestro pueblo y nuestro propósito. En él yace el secreto por el cual todo el cosmos fue creado: la fusión de los contrarios, la paradoja y belleza de la vida. Para esto estamos aquí–para unir cielo y tierra. Y en la unión del Hombre y la Mujer ello se encuentra.
¿Y quién es el casamentero de este drama cósmico? Es el simple sirviente de Abraham que le habla al Amo del universo desde la sinceridad de su corazón, que está obsesionado con su misión y se deleita a cada paso. Es cada uno y cualquiera de nosotros.
4) Rajel & Leá
Una voz se oye en lo alto, lamentándose, llorando amargamente.
Rajel llora por sus hijos
Se niega a que la consuelen
Porque ellos se han ido.
“Detén tu llanto,” le dice Di-s. “Oculta tus ojos de tus lágrimas.
“Tu trabajo su premio tiene y tus niños volverán.” (Jeremiah 31:14)
Rajel es la encarnación de la Shejiná: Ella desciende a cuidar a Sus hijos, incluso cuando viaja al exilio con ellos. De esta manera Ella asegura que volverán.
Su hermana, Leá también es nuestra madre, la Shejiná. Ella es el mundo trascendente, oculto; lo oculto de la Mente Divina, demasiado profunda de sondear para los hombres. Ella es la Esfera de Realeza cuando se eleva en la meditación silenciosa.
Rajel es el mundo de las palabras los hechos revelados. Ella tiene la belleza que Iaakov pudo percibir y desear. Pero Leá era demasiado noble, lejana, más allá de todas las cosas, y Iaakov no pudo unirse a ella de la misma manera.
Sin embargo es de Leá que desciende casi toda la Nación Judía.
5) Seraj
Cuando los hijos de Iaakov volvieron a su casa con las noticias sobre Joseph, ellos temieron que su padre no les creyera. Entonces Seraj, la hija de Asher, tomó su arpa y se paró fuera de la tienda de Iaakov. Compuso una balada sobre Joseph y sus viajes, concluyendo cada estrofa con el estribillo:” …y Joseph todavía vive.”
“¡Sí!” exclamó su abuelo finalmente, “¡Joseph todavía vive!”
Y entonces sus hijos pudieron hablar con él.
Por esto, Iaakov bendijo Seraj con la vida. Todavía estaba viva para mostrarle a Moisés dónde estaba la tumba de Joseph. Todavía estaba viva como una mujer sabia que salvó la ciudad de Abel en los tiempos del Rey David. Y ella todavía vive, es una de las pocas en entrar viva al Paraíso.
Si la Shejiná es un diamante y cada mujer una faceta diferente, entonces Seraj es la chispa de esperanza que brilla en cada uno de nosotros y emana de lo más profundo. La chispa que nunca se distanció, que permanece por encima e incluso más allá, aún si la Shejiná que la contiene se haya extraviado. Una poderosa chispa que ningún río de destierro puede llevar muy lejos ni los océanos de lágrimas la pueden extinguir. Seraj vive, ella vive en el Paraíso, y así el Paraíso vive dentro de nosotros.
6) Miriam
La hermana se ubicó a cierta distancia para estar al tanto de lo que pasaría con él. (Éxodo 2:4)
Una muchacha joven está de pie entre las cañas que abrazan el banco del río, quieta y silenciosa, mirando hacia lo lejos. Ella es la guardiana de la promesa, de todo lo que su pueblo ha anhelado y no permitirá que esa promesa no se cumpla.
Su nombre es Miriam y Miriam quiere decir amargo, un amargor la maneja, todo el amargor nacido del sufrimiento de su pueblo. Sólo su visión puede suavizar ese ardiente dolor y ella sola lo soporta. Es una visión poderosa, una que transformará lo amargo en dulce, la oscuridad del destierro en la luz de libertad.
En su mérito, nosotros fuimos liberados de la esclavitud. Y en el mérito de mujeres de fe, hoy, el mundo entero se liberará de su oscuridad.
7) Dvorá
“Dejaron de vivir en los pueblos no amurallados de Israel, cesaron hasta que yo, Dvorá, me levanté; Me levanté como una madre en Israel”. (Juzga 5:7)
A la sombra de una antigua palmera de dátiles en las colinas de Efraim, encontrará a una mujer sabia, una profetisa a quien todo Israel pedía consejo, guía y esperanza.
Ella convocó a Barak, un guerrero poderoso, y le dijo que emprendiera la batalla contra los opresores de su pueblo. Pero Barak insistió en que él no iría a menos que Dvorá lo acompañara, y por esto ella lo desdeñó.
Dvorá no quiso trascender emulando las cualidades de la masculinidad–luchando, ganando y conquistando–sino como una madre en Israel, como dadora de vida, nutriendo a su pueblo con bondad y con fe.
8) Ruth
“Donde vayas, yo iré. Donde mores, yo moraré. Su pueblo es mi pueblo y su Di-s es mi Di-s”. (Ruth 1:16)
Ella es el paradigma de esas antiguas almas que descubren que están perdidas y anhelan volver a casa. Deben atravesar un duro camino, cargado de sacrificios y desafíos, curvas retorcidas e incluso raros caminos, pero sólo porque el cargamento es tan precioso y su entrega tan vital.
En este caso, era una chispa de pura santidad perdida desde Abraham, destinada a aparecer como el bisnieto de Ruth, David, el redentor de Israel. Y, muchos milenios después, como el último redentor.
9) Batsheva
Hay almas que viajan una autopista aterciopelada a través de la vida, encontrando su compañero y guiándose según un nítido guión cósmico.
Otros viajan en un laberinto de pasajes oscuros, golpeándose la cabeza contra las paredes con repetidas experiencias no aprehendidas, otra vez abriendo algún pasadizo secreto hacia lo desconocido.
Según la antigua sabiduría, ésta es la única manera que las almas más elevadas pueden adentrarse en nuestro mundo limitado, donde las fuerzas de la oscuridad ejercen tal dominio. Y de la unión de Batsheva y David, una unión forjada a través del escándalo y la deshonra, un hijo, Salomón, nació para construir el Templo, un portal para la Luz Infinita en Jerusalén.
10) Esther
“Iré a ver al rey, contrariamente al protocolo. Y si falleciera, falleceré”. (Esther 4:16)
Una mujer de secretos, de misterios, cubriendo su verdadera identidad bajo muchos vestidos–hasta que llegó su hora. Una mujer como una estrella de la mañana–a ese lugar imposible donde la noche se pone tan oscura que sólo le queda revelar el alba.
Alguien que se atrevió a meterse en la más profunda cámara del mal, elevando a Amán como príncipe al pináculo de gloria–sólo para que luego él moldee su propia extinción.
Cuando ella se quitó su máscara y estalló su luz interior, las apariencias de casualidades, coincidencias e intrigas del palacio se abrieron como un telón para revelar maravillas y milagros detrás del escenario. De esta manera, Esther trae la última redención, porque ella juntó lo milagroso con lo mundano, descubrió la Infinita Luz dentro de una nube de oscuridad.
Últimas palabras
De las almas más elevadas y eruditas, muchos tenían esposas más nobles que ellos, e hijas más grandes que sus hijos. Así fue con Abraham, Isaac y Iaakov. Así con Rabi Akiva y Rabi Meir. Así con muchos Sabios de la Cábala.
Esto es porque estos grandes hombres, en sus vidas personales, ya estaban saboreando el Mundo por Venir. En ese tiempo, la cualidad de lo femenino prevalecerá sobre el hombre.
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