GABRIEL ROZILLIO PARA ENLACE JUDÍO
Unos días antes del debate platicaba con una amiga analista política en que lo importante no era el debate como tal sino el post debate; en otras palabras, cómo los analistas y periodistas calificarían el desempeño de cada candidato y lo más importante, quién sería el supuesto ganador.
Esto se debe a que el debate no es de interés general de la audiencia y tiene mayor peso el veredicto de los líderes de opinión que el de la audiencia misma. Y efectivamente, el lunes por la mañana, los puntajes indicaban que el programa de “Pequeños Gigantes” había superado por 7 puntos de rating al debate y el partido de fútbol sólo quedo un punto abajo; se repite el escenario de las últimas elecciones en el Estado de México, pero esta vez desde los medios: ganó el abstencionismo y la apatía hacia los políticos.
Durante toda esta semana no ha habido programa de radio, televisión o columna de periódico en que no se mencione el debate; sin embargo, siempre es abordado desde la misma arista y con la pregunta obligada ¿quién ganó y quien perdió?
Me pregunto, por qué no hablar sobre quién dio las mejores propuestas o sobre el contraste de ideas reflejadas, o quién ofreció las mejores soluciones a las problemáticas actuales, acaso no es más relevante preguntar ¿cómo despertarán al México somnoliento en el que vivimos? o ¿cómo se llevarán a cabo las reformas estructurales que nuestra sociedad grita con clamor y desesperación?
La respuesta es muy simple y se encuentra en el marketing político que funciona del mismo modo que las encuestas. Déjeme le explico: Actualmente empresarios y políticos están invirtiendo millones de dólares al electorado indeciso, el cual representa el 20% aproximadamente de los votantes, números nada despreciables, podríamos pensar que son los mismos que prefirieron ver el futbol o el programa de reclutamiento artístico, esto se debe a que este número es lo suficientemente generoso, en cuanto a votos se refiere, como para hacer la diferencia en los resultados.
De modo que si usted es uno de ellos, lo que la maquinaria política hace es autoproclamarse ganadores constantemente, de modo que en su momento de decisión se vea influenciado en base a quien está arriba en las encuestas o “quien ganó el debate”; El mensaje que mandan las campañas políticas hacia el electorado que simpatiza con el candidato que se encuentra en tercera posición es el siguiente: “Darle tu voto a él o ella es desperdiciarlo, a fin de cuentas, no va a ganar”; si usted se pregunta el por qué de esta guerra intensa para ocupar un segundo lugar más que un primero, la respuesta es la misma, porque aquel que logre ocupar esa posición en la encuestas, se pondrá en la mira de los votantes indecisos, además de ganar el voto útil que pierda la tercera y cuarta posición, lo que lo llevaría a emparejarse con el puntero.
Si tomamos en cuenta que 90 por ciento de la ciudadanía en este país es informada en base a medios televisivos y principalmente por el duopolio, se entiende por qué los comentarios en el post debate abundan en la insistencia de querer proclamar un ganador y la razón es la misma que expresé anteriormente: los periodistas y comunicadores guían la opinión ciudadana, es por eso que se les llama líderes de opinión; y bajo el dogma idiosincrático de que si está en televisión o lo dijo tal o cual personaje es la verdad absoluta, las voces de estos analistas y periodistas tienen un peso social de igual o mayor importancia que las voces de los mismos candidatos; así es que si usted se cuestiona el por qué de esta pregunta reiterativa, vacía y sin sentido de quién gano o quién perdió? Ahí tiene la respuesta.
Pero ¡bueno! regresando al título de mi columna y de está pregunta absurda que me incomoda, Quadri resultó ser el expositor más puntual y elocuente, sin embargo, éste es sólo la cara bonita de un partido podrido, por lo que la ganadora indiscutible se llama Elba Esther Gordillo, quien seguramente alcanzará el 2% para mantener su partido a flote. Sin embargo, al no haber ganadores dentro de los candidatos, el más beneficiado fue Enrique Pena Nieto, ya que a pesar de su falta de reflejos retóricos y capacidad de improvisación, reaccionó por arriba de las expectativas, librando este primer round con una corona abollada y liderando tanto en las encuestas como en las redes sociales, ya que el protagonismo inusitado de la edecán fue de gran ayuda a su grupo de twitteros los cuales, entre boots y trolls, blindaron a su candidato durante las 2 horas que duró el debate.
¿Quien perdió?
Todos los ciudadanos que esperábamos verdaderas respuestas y no hicieron más que vendernos con el discurso demagógico que los caracteriza y la politiquería barata de siempre.
Saciamorbos
Formidable la capacidad de coordinación de los periodistas de Tercer Grado para acorralar y atacar con sagacidad y coraje a Josefina Vázquez Mota; lo único es que ellos solitos se la complicaron, porque donde no hagan lo mismo con los otros tres- y en especial con Peña Nieto- ya sabremos de qué están hechos y bye bye a toda la credibilidad que han ganado como objetivos e imparciales. Mientras tanto, le sugiero se abstenga de tomar en consideración esas voces para decidir su voto.
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