LEON OPALIN PARA ENLACE JUDÍO
Ante la insuficiencia de recursos fiscales para promover el desarrollo de la economía de México, las diferentes administraciones gubernamentales han utilizado los ingresos petroleros como un salvavidas para evitar la quiebra de las finanzas públicas. En el presente, la aportación del petróleo representa aproximadamente 38.0% del total de los ingresos fiscales. El boom de las cotizaciones internacionales del crudo ha sido un factor para que el gobierno mexicano difiera una reforma hacendaria de fondo a través de la cual pudiera obtener recursos diferentes a los petroleros, que son inestables y que no podrán mantener una tendencia permanente al alza; asimismo, la reforma buscaría una mayor transparencia y eficiencia del gasto público.
La contribución de Pemex al fisco, 876,000 millones de pesos en el 2011 y su elevado pasivo laboral, superior a 700,000 millones, han provocado un serio deterioro en las finanzas de la paraestatal, restringiendo, entre otros factores, su capacidad de inversión y para mejorar su productividad, lo que determinó una pérdida de 192,000 millones el año pasado, el doble del monto observado en el ejercicio previo. No obstante, la quiebra técnica de Pemex fue eliminada al inicio del 2012 por la aplicación de una nueva metodología que modificó parámetros contables, de acuerdo a los cuales, en vez del patrimonio negativo que Pemex registró en el 2011, fue positivo desde marzo del 2011.
Analistas petroleros han cuestionado la nueva metodología, al considerar que al tener Pemex utilidades, le permitirá al gobierno federal instrumentar el programa de emisión de Bonos Ciudadanos (BC) aprobado por el Congreso en el marco de la Reforma Energética del final del 2008, el cual la candidata presidencial del Pan ha promovido activamente en su campaña. Los BC serían títulos de crédito emitidos por Pemex que otorgan una prestación (utilidad) a sus tenedores vinculada al desempeño de la empresa. Con un enfoque político se busca que los BC se visualicen como la participación del pueblo en la paraestatal.
Cabe destacar que Pemex ha enfrentado una declinación sistemática de la producción, desde su nivel máximo de 3.4 millones de barriles al día en el 2004 a 2.5 millones en el cuarto trimestre del 2011; el descenso de los volúmenes extraídos ha sido compensado por el aumento extraordinario del precio de la mezcla de crudo en el mercado mundial, el cual ascendió hasta 100.92 dólares en promedio por barril en el 2011, frente a 72.07 en el 2010. Buena parte de los recursos extraordinarios obtenidos de la exportación del crudo, la cual totalizó casi 50,000 millones de dólares el año pasado, se han destinado al gasto corriente del gobierno y para la creciente importación, a mayores precios, de gasolina, gas, diesel y otros productos petrolíferos cuya producción interna ha sido insuficiente para satisfacer el consumo interno por el dinámico ascenso de la demanda frente a la incapacidad de la planta nacional para satisfacerla.
Las importaciones petroleras se han comercializado en el mercado nacional a precios subsidiados; los subsidios totalizaron 55,144 millones de pesos en el primer trimestre del 2012, comparado con 23,462 millones en ese lapso del 2011; en los tres primeros meses de este año se rebasó el presupuesto programado para este rubro de 51,569 millones para todo el ejercicio del 2012. La política de subsidios a los energéticos es evaluada como regresiva, empero, además, es insostenible para el fisco; sin embargo, la Secretaría de Hacienda ha señalado que no tiene intención de quitarlos y proseguirá con el incremento mensual de las cotizaciones de combustible; ello es explicable en el contexto actual del proceso electoral, en virtud de que el retiro de los subsidios generaría un importante impacto inflacionario en el corto plazo, que podría causar descontento social.
En este marco, una política de mayor independencia de Pemex de la Secretaría de Hacienda en el manejo de sus finanzas, que determinaría, entre otras cosas, que no tuviera que realizar elevadas contribuciones al fisco, además de tener autonomía en su gestión, son factores claves para que mejore su eficiencia. Simultáneamente, Pemex precisa una mayor apertura a la inversión privada iniciada en 1993.
Hoy día casi todas las empresas petroleras paraestatales en el mundo, permiten la participación privada, particularmente la del exterior, aunque los Estados mantienen la propiedad de las mismas. En este sentido, en los esquemas globalizados de las economías, resulta anacrónico pensar que la participación privada en Pemex pudiera poner en entredicho la soberanía nacional; igualmente, a todas luces resulta antieconómico que Pemex opere como una entidad monopólica; ello no ayuda a mejorar su competitividad; la operación de Pemex, y en general del sector energético de México, bajo las reglas del mercado, resulta atractiva para la participación de la inversión foránea, sobre todo al tener presente sus bajos costos de extracción, alrededor de 5 dólares por barril, frente a más de seis dólares en promedio de la empresa francesa Total, de la inglesa British Petroleum, la estadounidense Exxon y de 10 dólares de la brasileña Petrobras y de la Chevron de EUA, entre otras.
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