JOSÉ KAMINER TAUBER PARA ENLACE JUDÍO
La lucha en el Norte de África
Se inició con la ocupación del Fuerte italiano Capuzzo (una fortificación de la colonia italiana de la Libia italiana) por fuerzas británicas en junio de 1940. Para finales de julio, tras varias derrotas italianas el OKW (Alto Mando de la Wehrmacht, o el personal militar coordinador del Ejército) ofreció al Estado Mayor italiano una ayuda en la guerra de África con dos divisiones para “apoyar el ataque al canal de Suez” (oferta que fue rechazada), el Alto Mando alemán intensificó la preparación de las unidades para combatir en el desierto creando el Afrika Korps que se entrenó en los campos arenosos de la Alta Silesia donde existían situaciones iguales a las desérticas para entrenar con carros de combate, vehículos, y transporte de baterías pesadas.
La creación del Afrika Korps no entraba dentro de los planes alemanes, Libia era un escenario italiano, pero Hitler tomó la determinación política de salvar del desastre a su amigo Mussolini, cuyo ejército estaba siendo vergonzosamente sacudido por los británicos. Le mandó una ayuda que resultó decisiva y le dio la vuelta a la situación durante casi dos años, pero ese frente no entraba en los grandes planes estratégicos del OKH (Oberkommando des Heeres o Alto Mando del Ejército).
La invasión de Grecia había debilitado también la posición británica en el norte de África y para el 12 de febrero de 1941, Adolf Hitler envió en apoyo de los italianos al Afrika Korps bajo las órdenes del teniente general Erwin Rommel.
A los pocos días de arribar Rommel con su ejército pasó a una posición ofensiva y condujo a las tropas del Eje a unas sucesivas victorias, derrotando a las tropas británicas en las batallas de Gazala, Tobruk y Mersa Matruh. En todo enfrentamiento, el ejército germano-italiano se hallaba en inferioridad, tanto en soldados como en suministros. No obstante, la mala organización del ejército británico permitió que la estupenda experiencia del ejército alemán en la batalla de movimientos lograra triunfos para Rommel. Así fue como el mariscal alemán se conoció como El Zorro del Desierto, naciendo así una leyenda y siendo temido e incluso admirado por sus enemigos, creando un aura de invencibilidad a su alrededor.
El Zorro del Desierto
Erwin Johannes Eugen Rommel nació el 15 de noviembre de 1891. Fue el más famoso mariscal de campo (Generalfeldmarschall), durante la Segunda Guerra Mundial. Apodado el Zorro del Desierto, militar alemán, que participó en la Primera Guerra Mundial con el grado de alférez, y durante la contienda ascendió a teniente, sobresaliendo en el frente occidental y sobre todo en los Alpes, donde efectuó acciones meritorias durante la batalla de Caporetto, y más tarde en la toma de Longarone.
El ascenso al poder del partido nazi y la política hitleriana de rearme dieron un giro crucial a su carrera. Cuando en 1939 se creó un batallón militar de escolta para el führer, Hitler decidió personalmente que su jefe fuese el brillante coronel Erwin Rommel, héroe de la guerra anterior y ya conocido estratega teórico. Ese puesto palaciego puso a Rommel en contacto diario con Hitler, y entre ambos se estableció una buena relación, de admiración mutua, respeto y lealtad.
Ya con el rango de general, formó parte del cuartel general de Hitler desde el principio de la Segunda Guerra Mundial. En la campaña de Francia, al mando de la VII División Acorazada, tuvo un papel importante en la quiebra de las líneas aliadas en el Mosa y la posterior incursión que trajo la victoria los alemanes. Por la rapidez de movimientos, su división fue conocida como “la División Fantasma”.
En 1941 fue enviado a Libia con el Afrika Korps para apoyar a los italianos en la guerra del desierto. Allí, su habilidad se puso de manifiesto al infligir una derrota tras otra a los británicos. En África, la incipiente fama del jefe de la División fantasma se convirtió en celebridad. Tenía una cualidad que todos los soldados aprecian, siempre estaba en primera línea. “El frente está donde esté Rommel”, solía decirse. Además gestionó perfectamente su imagen de Zorro del desierto, siempre llevaba un fotógrafo que tomaba imágenes insólitas en un mariscal prusiano: ropa informal, cubierto de polvo, empujando su coche para sacarlo de un hoyo…
Recibió el apodo de Zorro del Desierto (Wüstenfuchs) por su habilidad como comandante del Deutsches Afrika Korps durante las campañas militares de dicho cuerpo en África del Norte, entre 1941 y 1943.
En África, la incipiente fama del jefe de la División fantasma se convirtió en celebridad. Tenía una cualidad que todos los soldados aprecian, siempre estaba en primera línea. “El frente está donde esté Rommel”, solía decirse. Además gestionó perfectamente su imagen de Zorro del desierto, siempre llevaba un fotógrafo que tomaba imágenes insólitas en un mariscal prusiano: ropa informal, cubierto de polvo, empujando su coche para sacarlo de un hoyo…
Con el desembarco de fuerzas anglo-americanas en Marruecos y Argelia (noviembre del 42) se convirtieron en una amenaza para el Afrika Korps, el OKH reaccionó enviando grandes contingentes, fue demasiado tarde; entre otras cosas, Rommel estaba seriamente enfermo desde mediados de 1942.
El 21 de junio de 1943 fue reconquistada Tobruk por los británicos a pesar que para el 30, Rommel llegó al El-Alamein, a unos 100 km de Alejandría contando con escaso aprovisionamiento y combustible, fue vencido por el VIII Ejército Británico en El-Alamein y tubo que retirarse. En este punto comenzó a sentirse el peso de la participación norteamericana con las grandes cantidades de material enviadas a los ingleses y sobre todo a la ayuda aérea estadounidense que produjeron dificultades a las posiciones de italianos y alemanes. El alto mando británico fue reorganizado: el oriente medio fue encomendado al general H. Alexander y el Ejercito VIII quedo a las órdenes del general B. Montgomery, que tras cuidadosos preparativos ataco en el sector de El-Alamein. Esta batalla prolongada desde el 23 de octubre al 4 de noviembre los ingleses lograron conquistar nuevamente Tobruk, Derma y Bengasi y derrotaban la ultima línea defensiva enemiga en El-Agheila.
Posteriormente recibió el mando de las unidades alemanas estacionadas en Francia para contener la previsible invasión aliada, que acabó materializándose en Normandía.
Rommel fue afortunado, de caer en desgracia para su fama. Fue mandado asesinar por Hitler el 14 de octubre de 1944 por su implicación en la operación Walkiria, el golpe de Estado militar que intentó derribar al führer aquel verano. Lo más asombroso es que Rommel en realidad era un nazi convencido. No era un genocida insano como otros, pero había sido seducido por Hitler y su política y había sido leal al führer; en realidad, no quiso saber nada del atentado contra el dictador. Debido al prestigio y carisma que el mariscal gozaba fue que Hitler no se atrevió a castigarlo como lo hizo con otros generales revoltosos. Como el caso del almirante Canaris, jefe del servicio de espionaje militar, los SS lo ejecutaron cruelmente con una cuerda de piano. Al mariscal Rommel le dieron un veneno, presentaron su muerte como natural y tuvo un funeral con honores de Estado.
Los planes nazis para exterminar a los judíos del norte de África.
Durante los años 30, el compromiso británico con el establecimiento de una patria judía hecha en la Declaración de Balfour de 1917 se encontró inmerso en una enorme presión por la oposición árabe a la inmigración judía a Palestina. En 1934, la Italia fascista inició transmisiones en su estación de radio de Bari en árabe. Junto con impresos distribuidos por sus di0plomaticos en la región, los italianos aprovecharon la oportunidad creada por la oposición árabe al sionismo y al colonialismo británico y francés y por el crecimiento de la ideología panislámica en los años 30.
De los árabes en Berlín, los nazis descubrieron que su odio a los judíos no era único y que, en ese sentido, tenían varios aliados en el Norte de Africa y el Medio Oriente. La judeofobia de los árabes pro nazis era unida a nociones ya existentes en las crónicas del Islam, enfatizando algunos elementos y rebajando otros.
Fue esa lectura selectiva del Corán, combinada con las denuncias nazis del imperialismo occidental y del comunismo soviético, lo que le dio a los nazis sus puntos de contacto con los árabes en el Norte de Africa: Egipto, Palestina, Siria, Líbano, Irak y con los musulmanes del Medio Oriente en general. La Alemania nazi subrayaba ser un enemigo incondicional del sionismo, una posición que encontraba eco mucho más allá de los activos simpatizantes del nazismo y el fascismo.
Llamar a los árabes a levantarse contra el colonialismo británico y francés había sido un elemento de la política alemana durante la I Guerra Mundial. Algunos veteranos de la diplomacia alemana en el Medio Oriente durante la I Guerra Mundial, como Werner Otto von Hentig, jugarían un papel en los esfuerzos, mucho más vastos, que se desarrollaron en la II Guerra Mundial.
Al examinar los archivos del ejército y de los SS, dos historiadores alemanes, Klaus-Michael Mallmann y Martin Cupper, descubrieron que las SS ya tenían un equipo paramilitar en África bajo la dirección de Walter Rauff, un Obersturbannfuhrer (el mismo rango que Adolf Eichmann), listo para trabajar tras las líneas del Afrika Corps de Rommel y extender la Solución Final de la Cuestión Judía a los judíos del Norte de África y el Medio Oriente.
Se elaboraron planes para deportar a los judíos por barco hacia Italia y de allí hacia los campos de la muerte de Europa del Este. Si no se llevaron a cabo fue porque las fuerzas navales alemanas tenían otras prioridades y no disponían de suficientes barcos.
La propaganda alemana que se dirigía a los árabes que los incitaba a “destruir a los judíos y sus bienes” no dejo ninguna duda sobre su intención de aplicar administrar la “solución final” a los 400.000 judíos del norte de África y a los 450.000 en Palestina,
En realidad, Hitler, Ribbentrop y toda una serie de altos funcionarios, así como Henrich Himmler y oficiales de la Seguridad de los SS, mostraron un persistente interés en hacer llamados a los árabes y musulmanes. Sus fracasos no se debieron a falta de esfuerzos sino a la victoriosa contraofensiva militar de los Aliados.
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