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miércoles 13 de noviembre de 2024

Cuando Israel -y CADENA- brindan ayuda a los árabes desterrados

MILENIO

Mafraq.-Al menos dos mil familias procedentes de la vecina Siria llegaron al país en los últimos meses, huyendo de la represión oficial ante la rebelión de un sector de la población contra la dinastía de los Asad. MILENIO conversó con ellos.

La organización civil Cadena, de origen judío y con sede en México, me contactó para acompañarlos a Jordania. Dos mexicanos miembros de esta ONG cruzarían la frontera para entregar víveres a ciudadanos sirios refugiados en Jordania por la guerra civil en su país.

La entrada a Jordania fue por el norte. En el puente fronterizo de Sheij Hussein los oficiales de migración preguntaron el motivo de la visita a Jordania. Turismo fue la respuesta. Íbamos a dormir en Amman, la capital jordana, y después visitar Petra, donde existe una ciudad esculpida entre las rocas, habitada hace miles de años por los nabateos. Al menos esa era la coartada para ingresar como turistas.

Después de pasar por un escáner de iris, estamparon la visa en nuestro pasaporte y seguimos hasta Mafraq, la ciudad más cercana a la frontera siria. Solo 12 km la separan de su vecino país. Es un punto obligado para los viajeros que van a países vecinos, pues ahí se bifurcan los caminos que conducen a Damasco y Bagdad.

Tras hora y media de camino llegamos a una tienda de materiales para construcción. Alí Rashed, representante de la Media Luna Roja en Jordania, despacha ahí. Aunque también utiliza el inmueble como bodega o lo renta para las fiestas de la comunidad.

Alí conoce la dinámica de la migración hacia Mafraq. Por eso estima que al menos dos mil familias han llegado a esta ciudad huyendo de la guerra civil. Cree que unas veinte mil personas han llegado en los últimos cuatro meses huyendo de los abusos del gobierno de Bashar al Asad, presidente de Siria desde el 2000 y cuya familia ha gobernado el país desde hace 40 años. A las oficinas de Alí llegaron tres camiones con ayuda: el primero repleto de colchones, el segundo con cobertores y el último con cientos de cajas blancas con dátiles empacados al alto vacío.

“Son para el mes santo del Ramadán. Los musulmanes ayunan todo un mes y solo comen dátiles“, explica Rashed. Añade que la ayuda sigue faltando pues el mes del Ramadán, que iniciará el 21 de julio, es uno de los más calurosos del año. Por esto esperan que las ONG’s provean pronto de ventiladores para los refugiados.

De Homs a Mafraq

La mayoría de los desplazados sirios en Mafraq conocieron el infierno en Homs, bastión de la resistencia siria contra Al Asad, hasta hace muy poco importante aliado de Estados Unidos en Oriente Medio.

Ahmed Rajad, como muchos sirios, llegó en febrero pasado. A diez de sus familiares los encarcelaron. Otros seis de sus amigos fueron ejecutados o murieron en los choques contra policías y militares. La orden es extinguir la ola de protestas que creció al calor de la primavera árabe, que arrancó en diciembre de 2011 en Túnez, replicó en Egipto, continuó en Libia –alentada por las grandes potencias occidentales– y se extendió a Siria.

Ahmed no tiene trabajo, aunque tiene que conseguir rigurosamente 150 dólares mensuales para pagar la renta del pequeño apartamento donde viven él, su esposa, suegra y sus hijas.

En total diez mujeres y él habitan el pequeño espacio donde no hay más que tres alfombras, cortinas improvisadas, unas cuantas cacerolas y un televisor, donde están al pendiente de las noticias. Ahmed quiere regresar y seguir combatiendo, pero hoy tiene que pensar primero en la seguridad de sus mujeres. Aunque asegura que en la primera oportunidad regresará a las filas de la rebelión en Homs.

Por lo pronto toma el detergente, el shampú, el paquete de jabones, azúcar, harina y té que le brindan afuera de su domicilio. Sabe que esto le ayudará a pasarla un poco mejor mientras piensa en el retorno.

Un poco más lejos las organizaciones humanitarias ubican la casa de Shamsa Hawash. Ella y su hermana cuentan los horrores vividos en Homs. Los militares golpearon a una mujer embarazada, después le abrieron el vientre con un cuchillo y mataron a la madre y al producto.

La mayoría de los refugiados en Jordania son mujeres y niños, ahora viudas y huérfanos. Los hombres se quedaron a pelear o murieron en batalla. Al resto de la familia no le quedó más opción que marchar a Jordania.

“Al Líbano no van porque la tienen más difícil. Los árabes sirios son musulmanes sunitas y en el sur del Líbano está Hizbolá, que son musulmanes chiítas y tendrían problemas. Por esto es que la opción es Jordania, donde pueden vivir seguros, incluso las mujeres“, explica Rashed.

Hay historias que sacuden. Como la de dos viudas que hoy viven en la misma casa tras la muerte de su marido en la guerra. Una doble tragedia en un mismo hogar. O la de un niño de 13 años a quien los militares torturaron en la frontera para lograr información de los rebeldes. Como él no sabía nada, los policías quisieron refrescarle la memoria a culatazos. Golpeaban una y otra vez su rodilla derecha, donde el chico tenía una placa de acero por una cirugía previa. Se detuvieron hasta ver destruido el trozo de metal. La víctima llegó a Jordania con una inflamación crítica y a punto de perder la pierna.

Siete horas de cirugía lograron quitarle los pedazos de metal y colocar una placa nueva.

Benjamín Laniado es un mexicano de origen judío que dedica su tiempo libre a encabezar Cadena, organización de apoyo en desastres humanitarios. Junto a Eitan Kraus ingresaron a Jordania el 14 de mayo pasado para entregar víveres a los sirios desplazados por la guerra.

El grueso del trabajo de Cadena se realiza en México, el resto en el exterior. Han atendido desastres en Oaxaca, Tabasco, Michoacán o la Sierra Tarahumara, pero también en Kenia, Haití, Turquía y ahora en Jordania.

No es común que organizaciones judías se ocupen de damnificados en países que en algún momento estuvieron en guerra con Israel. “Esta ayuda humanitaria es una gran propuesta de paz, donde los israelíes podemos demostrar que estamos para dar el paso que sigue, para conseguir la paz y lograr ser amigos. Judíos han vivido en Siria por siglos conviviendo bien. La ayuda humanitaria no tiene fronteras.

Israel es un país de paz y haciendo estas colaboraciones en conjunto podemos demostrarle a la gente de Siria que, una vez que acaben con su conflicto, Israel y los israelíes estamos dispuesto a conseguir la paz“, explica Benjamín Laniado.

Luego de dos días de misión en Jordania los miembros de Cadena se retiraron con la promesa de enviar más ayuda en el futuro.

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