Los nuevos retos de la Primavera Árabe: escenarios para Egipto e Israel.

NELLY HUSNY SMEKE PARA ENLACE JUDÍO

Los movimientos políticos y sociales que han surgido en el mundo árabe desde el 2010 han provocado, con su “efecto dominó”, diversos cambios, con la capacidad suficiente de causar cierta estabilidad regional, o por el contrario, un agravamiento de las relaciones internacionales y el orden dentro y fuera de la región.

En el caso concreto de Egipto, la población de este país árabe tiene un verdadero anhelo de cambio, de concluir con viejas formas de gobierno, que al parecer, no han permitido un efectivo crecimiento y desarrollo económico, político, social y cultural de su país.

El cambio que hoy en día sustentan los dos candidatos a las elecciones secundarias en Egipto es completamente opuesto, basado en ideologías, propuestas y políticas incompatibles que sin duda alguna, modificarán de manera esencial las relaciones, interacciones y dinámicas de la región y el mundo árabe.

Una posibilidad de que se presente una problemática en cuanto a la seguridad regional y a la balanza de poder en Medio Oriente, se daría, si llega al poder, Mohamed Mursi de la Hermandad Musulmana, sobre todo respecto a la relación Egipto-Israel, ya que los cambios que ésta corriente sustenta, afectarían, sin titubeos, la buena y larga relación de amistad y cooperación entre estas naciones.

Un Egipto teocrático, liderado por fundamentalistas, extremistas e integristas políticos, no augura nada bueno para Israel, al contrario, podríamos presenciar un retroceso en la histórica relación bilateral y un agravamiento en las dinámicas de la región, la balanza de poder y seguridad regional. Israel estaría, como antaño, rodeado de vecinos hostiles y agresivos que sólo buscan su destrucción y aniquilación.

En este penoso escenario Israel tendría que incrementar su aparato bélico y su esfera de seguridad. De igual manera, le será necesario el soporte y la ayuda de sus aliados, clave para su supervivencia y su capacidad para fungir como muro de contención frente a un bloque de agentes hostiles y belicosos que buscan el control y el liderazgo, no sólo regional.

Lo óptimo para Israel sería que Egipto lograra implementar una verdadera democracia liberal y electoral, que pudiera, de cierta manera, “contagiar” y propagarse en toda la región de Medio Oriente debido a los valores e ideales que ésta sustenta y protege.

La democracia liberal es y ha sido históricamente anhelada debido a que promueve el respeto a las garantías individuales, la tolerancia, persigue la seguridad jurídica, evita la tiranía, garantiza los derechos esenciales, y genera prosperidad e igualdad política.

Ojalá que la población egipcia se de cuenta de los grandes beneficios y paz que provee, y luche para erradicar el fanatismo religioso, la teocracia, el terrorismo, el odio, que sin duda alguna, solo les traerá crisis, conflictos, oscurantismo y retraso.

Si en el Medio Oriente y Egipto se logra con éxito implementar verdaderas democracias liberales, se podría visualizar un panorama alentador en la región y específicamente en cuanto a la situación y relaciones del Estado de Israel con sus vecinos árabes.

Si Israel estuviera rodeado de democracias liberales, podría comenzar a forjar buenas relaciones con sus vecinos geográficos, basadas en la tolerancia, el respeto y la soberanía. Con este comienzo positivo y alentador, la región puede llegar a gozar de estabilidad y paz.

La llamada “Primavera Árabe” ha marcado, sin lugar a dudas, un verdadero parteaguas en la historia de la humanidad y sobre todo en la memoria histórica de las sociedades árabes.

Es la oportunidad de luchar para forjar cambios positivos que traigan desarrollo y bienestar a la población, que fomenten tolerancia, fraternidad, respeto y paz.

Los cambios internos son importantes para fortalecer a las naciones y así poder crecer regionalmente, con relaciones y aliados que deseen un verdadero crecimiento y desarrollo y no sólo la destrucción y la guerra.

Es momento de que el mundo árabe cambie su enfoque destructivo y lleno de odio; para que pueda superar obstáculos y pueda destacar en el escenario mundial, de una manera positiva y comprometida con el mundo en el que vivimos.

Un Egipto liberal sería un verdadero aliado de Israel y esto provocaría que las interacciones regionales cambien de rumbo a favor del progreso, el entendimiento y la cooperación.

Es la manera en que Israel y sus vecinos van a poder mantener relaciones e intercambios de todo tipo para fortalecer la región. Sin embargo, el gran paso, no depende de Israel.

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