LEÓN OPALIN PARA ENLACE JUDÍO
La Problemática Laboral
Cuando establecí mi empresa de fabricación de trajes de hombre no tenía mucha experiencia en el manejo de personal; traía una bagaje ideológico de la organización juvenil a la que pertenecí durante cinco años y de mi estancia, por más de un año en Israel. Por estas razones y por mi juventud, 22 años, mi trato con los obreros era “tibio”, lo que no favorecía que no tomaran con la debida seriedad el desempeño de sus actividades, en detrimento de la eficiencia general. Cambie de estrategia; con respeto a sus derechos y con cordialidad, introduje disciplina, entonces las cosas funcionaron bien. La autoridad dio confianza y seguridad al personal; en este ámbito, creo que la teoría del sicoanalista mexicano, Santiago Ramírez, expresada en su libro “Sicología del Mexicano”, publicado al inicio de los sesentas del siglo pasado, en relación a que a partir de la conquista española de México, cuando un gran número de mujeres indígenas se “arrejuntaron” con los conquistadores, quedando en una posición de concubinas, en los hijos frutos de esta relación, se creó un sentimiento de “padre ausente” que los hizo inseguros, resentidos y simbióticamente ligados a la madre. Así la autoridad, llámese gobierno, cacique o figuras semejantes, restaura la imagen del “padre ausente “, dando seguridad y respeto a quien representa esa imagen.
Los fundamentos de las ideas de Santiago Ramírez las expreso de manera general y quizá no queden muy claras para los lectores de las Crónicas; espero que comprendan mi esfuerzo para tratar de explicar conceptos tan complejos de la personalidad humana. Al final de cuentas, no soy experto en la materia. La relación obrero patronal en mi negocio, no estuvo exenta de conflictos. Pienso que en términos generales, el personal en México, particularmente en los niveles medio y bajos, oculta un resentimiento permanente hacia la autoridad, ello no solo por la huella que dejó la conquista de los españoles aquí comentada, o la derivada de las intervenciones territoriales de EUA y Francia a México, sino también por el “colonialismo interno”, que representa el manejo de políticas de marginación social y racismo, entre otras, y que ha mantenido a una parte importante de la población en estado de pobreza. Hoy día, más del 50.0% de los 112 millones de mexicanos, viven en ese nivel, y de ese total, la mitad se ubican en la pobreza extrema. El resentimiento social de los mexicanos se canaliza en buena medida a los individuos que progresan y tienen algún activo; de aquí que no perdonen el éxito que pueda tener un empresario. Al mismo tiempo, el resentimiento mengua frente a las conductas autoritarias de gobernantes o líderes, principalmente.
En este contexto, tuve una actitud ingenua en materia sindical y por la confianza que tenia en el personal de la fábrica, se me “coló” un sindicato de membrete, que convenció a tres trabajadores para que a nombre de todos los demás firmaran un convenio de afiliación a ese sindicato. Deje el asunto del sindicato en manos de un abogado laboral, que como muchos de ellos, se coluden con los líderes para extorsionar a los patrones; en este sentido, finalmente tomé de manera personal la relación con el líder sindical, sin despedir al abogado para evitar represarías del mismo.
El líder sindical, sin estudios profesionales, provenía de una clase social de bajos ingresos; era carismático y representaba muy bien su papel frente a los trabajadores, y conmigo negoció “con flexibilidad”. Los problemas no terminaron con la firma del contrato laboral; las tres personas que habían introducido al sindicato, se sintieron envalentonadas y a cada rato pretendían tener reclamaciones, defendían a trabajadores que realizaban mal sus tareas y se les regresaban las prendas para que las arreglaran, es decir, que problemas técnicos los planteaban como laborales. Cansado de esta extorción los envié con el abogado para que los liquidará conforme a la Ley. Esta acción amedrento al personal que se calmó en sus absurdos reclamos.
En otra ocasión, mi hermana mayor, que se había incorporado a la empresa y se encargaba del proceso de producción, en el tercer piso donde se ubicaba la fábrica, un día a primera hora me llamó por el interfono al cuarto piso, donde yo tenía mi oficina, indicándome que todo el personal estaba de pie frente a las maquinas y no querían trabajar por que tenían diversos reclamos. Baje enojado, y en tono contundente les explique que los que estaban haciendo era ilegal, que las demandas laborales se llevaban acabo a través de mecanismos específicos, y, que si de inmediato no empezaban sus labores levantaría un acta y quedarían despedidos. A excepción de dos trabajadores, todo el personal comenzó a laborar; a los inconformes los convoqué nuevamente para que iniciaran sus actividades; no obstante, dijeron que no lo harían. Les pedí que abandonaran la fábrica, me contestaron que tampoco lo harían; mi enojo subió de tono y pedí a un tercer trabajador para que fuera una patrulla policiaca para expulsarlos; este último salió de la empresa con ese propósito; entonces los revoltosos se apaciguaron y se sentaron a trabajar en sus maquinas. No tomé represarías y dejé las cosas en paz; posteriormente me enteré que el trabajador que salió a buscar a la patrulla solo hizo “la finta”; fue leal conmigo y con sus compañeros.
Los problemas laborales se repetían frecuentemente; en este ámbito, había un trabajador joven que me imagino estaba resentido, y en lo particular, yo no le agradaba. Su actitud hacia el trabajo y hacia mí siempre era negativa. Aproveche que había faltado más de cuatro días seguidos sin justificación y le llamé a mi oficina para anunciarle que lo despedía, por que de acuerdo a la Ley, con más de cuatro ausencias sin justificante, yo tenía derecho a esa acción sin tener que darle una compensación; sin embrago, le anuncié que le rembolsaría su fondo de ahorro y lo compensaría de acuerdo a la Ley. Firmó el documento de aceptación y cuando le entregué su liquidación, el a su vez me entregó una demanda legal que ya había realizado ante las autoridades laborales, lo que confirmó que era un busca pleitos; legalmente, me asistía la razón y gané el juicio.
Una situación que afectaba negativamente a las finanzas de la empresa eran los robos hormiga de materiales y telas, principalmente, por parte de algunos trabajadores. Un día una empleada me avisó con discreción que una pareja de trabajadores sistemáticamente robaba telas; me dolió mucho el robo realizado por estas personas, ya que eran de mi confianza y los apreciaba. Ellos quisieron justificar tontamente su ilícita acción; les planteé que renunciaran voluntariamente para evitar ir a la cárcel. No obstante el daño pecuniario que me causaron, los indemnice conforme a la Ley.
Hoy día, ante la profunda crisis económica que vive México, el sector laboral de las pequeñas y medianas empresas cuida más su trabajo, empero, su idiosincrasia y cultura laboral no se han modificado sustancialmente, lo que explica, en parte, la insuficiente productividad de la planta nacional, poniendo al país en desventaja frente a sus competidores.
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