La vida no es un cuento, es una realidad maravillosa

JOSÉ KAMINER TAUBER PARA ENLACE JUDÍO

Muchos de nosotros hemos escuchado o leído en nuestra niñez los cuentos de Hans Christian Andersen, que fue conocido como el más famoso autor de cuentos de la literatura europea moderna.

Gracias a su talento literario ya que fue también un novelista, dramaturgo, poeta y autor de libros de viajes, pudo escalar la esfera social, y aquel “patito feo” se convirtió en un bello cisne. Nació el 2 de abril de 1805 en la pequeña ciudad de Odense (Dinamarca). Su padre fue un zapatero pobre aficionado a la lectura y su madre era lavandera.

A partir de 1830 realizó varios viajes por Europa y sus experiencias le inspiraron para escribir poesías y novelas. De lo que quedó particularmente impactado fue su visita a Italia en el año 1834, de ahí le surgió la idea para su novela “El improvisador” (1835), cuya acción transcurre en ese país, esto marcó el comienzo de su notoriedad, que desde entonces fue en aumento.

Los cuentos de Andersen componen la aportación más significativa de Dinamarca a la literatura europea del siglo XIX. Andersen se basó en antiguas historias folklóricas europeas. Sobre ellas escribió cuentos supuestamente ingenuos, impregnados de un humor sutil, en las que se mezclan fantasía y realidad y en las que la existencia aparece en su grandeza y su pequeñez. ¿Quién no recuerda al Patito feo, La sirenita, El soldadito de plomo, La princesa y el guisante, Las zapatillas rojas, El ruiseñor, y otros tantos?…

JUDÍOS EN SU VIDA.

Cuando Andersen tuvo renombre, ya sus viejos amigos habían muerto. Estaba solo y no tenía familia. En ese tiempo es cuando empieza una amistad con dos familias de judíos de Copenhague: los Henriks y los Melchior (Melkior).

Ellos eran unos ricos comerciantes que ocupaban grandes casas y llevaban una activa vida social. En sus hogares hospedaban a las más grandes figuras del arte y de la literatura, y Hans Andersen se contaba entre los invitados preferidos.

En las reuniones musicales y literarias que organizaban las dos familias, ocupaba Andersen el centro de atención. Él entretenía a los invitados, influía en la vida cultural de sus distintos círculos y permitía que ambas familias alcanzaran una posición a la que sólo unos pocos judíos en Dinamarca podían aspirar.

Andersen solía comer en casa de los Henriks los domingos, y los jueves cenaba en casa de los Melchior. Más tarde empezó a prolongar su estadía, quedándose varias semanas, en especial junto a los Melchior. Con ellos se sentía como de la familia, puesto que lo querían y se preocupaban por él.

Cuando Hans Christian Andersen enfermó, Dorotea Melchior lo llevó a su casa. Le compró un tradicional arbolito de navidad, para levantar su ánimo en la que sería la última Navidad de su vida. Lo sacó a pasear en carruaje por las calles de la ciudad. Tuvo para él un trato de mucho apego y no se permitió que muriera en un hospital. Andersen murió el 4 de agosto en el año de 1875, en la casa de los Melchior, en Copenhague.

Los Henriks era una familia asimilada, en tanto que los Melchior, eran judíos observantes de la religión, participaban en Copenhague en la vida comunitaria.

Un descendiente de la familia Melchior, el Rabino Mijael Melchior, inmigró a Israel, fue miembro de la “Knéset” (Parlamento israelí) y llegó a desempeñar un cargo ministerial como también de Vice-canciller del Gobierno israelí.

Andersen tuvo otro enlace judío de amistad. Esta vez fue con la actriz Johanna Louis Heiberg, hija de judíos inmigrantes de Alemania, su nombre de soltera era Jana Pitguis, ella provenía de una familia humilde. A los 15 años interpretó un breve papel en el teatro. Entonces el conocido crítico Johan Ludwig Heiberg que presenció la función, se enamoró de ella y le propuso matrimonio. Así llegó a ser la “primera dama” de la escena danesa.

Andersen y Johanna Louis Heiberg tuvieron una amistad muy especial. Había entre ellos mucho en común ya que ambos procedían de familias pobres, y gracias a su talento habían logrado triunfar. Además Johanna poseía aptitudes literarias, y Andersen por su parte, había querido ser actor cuando era joven.

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