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domingo 22 de diciembre de 2024

México, ante la urgencia del consenso (Diálogo Krauze-Ebrard en El País)

EL PAÍS

9 de junio- México necesita consensuar una agenda de reformas –energética, fiscal, laboral- y huir de dos tentaciones: la restauración del viejo sistema autoritario y del caudillismo populista. Este el punto de encuentro del diálogo organizado por EL PAÍS entre el historiador Enrique Krauze y el jefe del Gobierno del DF, Marcelo Ebrard cuando la democracia de habla hispana más grande del mundo se dispone a elegir un nuevo presidente el próximo 1 de julio.

El autor de Biografía del poder y de Redentores considera que construir ese consenso -al que añade un gran acuerdo nacional contra el crimen organizado- es imprescindible para reanimar a la sociedad mexicana y apuntalar la democracia. Desde una óptica liberal, Krauze aboga por el respeto a las instituciones y una izquierda moderna y moderada como la que representa Ebrard, “el mejor candidato a la presidencia y no está en la boleta (papeleta)”.

El alcalde de Ciudad de México -cargo que abandonará en unos meses con una popularidad superior al 60%- opina que su país “necesita un cambio de rumbo”, reducir la desigualdad y una nueva estrategia contra el narcotráfico. Ebrard, que perdió la candidatura de la izquierda en beneficio de Andrés Manuel López Obrador, cree que ese consenso vendrá impuesto porque ni el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ni el Partido de la Revolución Democrática (PRD), favoritos en las encuestas, lograrán la mayoría.

EL PAÍS. El movimiento estudiantil ha irrumpido en la campaña y puesto de manifiesto un sentimiento de frustración con la democracia mexicana, ¿qué ha fallado?

Marcelo Ebrard. Creo que están fallando muchas cosas, lo que los jóvenes están denunciando ahora es la existencia de una gran concentración de poder, particularmente en los medios, lo que parece contradictorio porque crecen las redes sociales. Están poniendo el dedo en esa llaga.

Enrique Krauze. La rebeldía es natural en los jóvenes, pero no creo que sea un descontento con la democracia, porque en México hay división de poderes, un Congreso, una Corte Suprema, un conjunto de gobernadores que no están supeditados al presidente; hay una auténtica libertad de expresión. Y sobre todo hay un instituto autónomo que regula las elecciones. Cualquiera que haya vivido las elecciones en tiempos del PRI sabe muy bien que esta democracia sin adjetivos, con todas sus imperfecciones, está ya aquí entre nosotros. Hay que mejorarla, pero México ya no es el país de la presidencia imperial.

M. E. Evidentemente algo está mal. Hay una excesiva concentración de poderes fácticos, aunque desde luego no estamos en el país que éramos hace 20 años. Pero esta nueva generación ve que hay demasiada influencia en decisiones estratégicas de los grupos de poder. Otra de las razones del desencanto tiene que ver con la desigualdad mexicana, que está creciendo.

E. K. Estamos de acuerdo en que hay que apreciar lo que tenemos, pero sin olvidar lo mucho que nos falta y los enormes problemas antiguos y nuevos que tenemos. Entre ellos hay uno que los jóvenes no están expresando, pero que está en el fondo de lo que reivindican, y es este enorme pesar por la violencia y la inseguridad en México.

EL PAÍS. La violencia ha definido este sexenio. En el primer debate del pasado 6 de mayo ninguno de los candidatos mencionó los más de 55.000 muertos habidos, cuando será uno de los primero retos del nuevo presidente.

M. E. Urge un cambio de estrategia, se necesita cambiar toda la filosofía de guerra y tomar medidas para reducir la desigualdad. Se necesita tener una tasa de crecimiento económico mayor.

Quien gane va a tener que construir una mayoría suficiente, si quiere hacer algo que valga la pena

Marcelo Ebrard

E. K. Es una de las muchas cosas con las que estoy de acuerdo con Marcelo Ebrard y por las que creo que el mejor candidato para la presidencia de México no está en la boleta, y es él. Siempre he pensado en una izquierda moderna, moderada, que piense y actúe como él en esta ciudad. El problema de la violencia no se combate con una retórica de guerra. Se combate con inteligencia, con una policía numerosa y bien entrenada, con programas sociales, con crecimiento económico. Es crecer para que haya oportunidades, es atender de veras esa rehabilitación del tejido social que está absolutamente destruido en tantas partes del país. Si no controlamos las cárceles de México, cómo podemos pensar que podemos controlar todo el territorio. Y una atención particular al tema del secuestro, que es lo que más lastima a las familias, eso reanimaría mucho a esta sociedad que, aparte de oportunidades, necesita reanimación..

EL PAÍS. ¿Cuáles son los obstáculos para el crecimiento económico de México?

E. K. Creo que hay que hacer una reforma importante en el sector energético y en el laboral. Hay que mantener la disciplina financiera porque en México ha habido baja inflación, pero ha faltado imaginación económica para apoyar a los millones de pequeños empresarios. También es importante atacar el tema de los monopolios, sobre todo los públicos, los sindicales.

M. E. México está discutiendo la misma agenda desde hace 20 años, lo que tiene poco que ver con lo que deberíamos estar pensando hoy: por ejemplo, el mercado interno mexicano no crece; la inversión en infraestructuras es la más baja de América Latina; el 5% de la población tiene más o menos el 30% del ingreso, pero su aportación fiscal no llega a 5%… Eso es un escándalo.

E. K. Tú recibiste a Lula hace unos meses, ¿qué ha hecho bien Brasil que un futuro Gobierno mexicano debiera hacer?

M. E. Hizo bien eso: hacer crecer el mercado interno, de crédito, de acceso a la vivienda, de dar acceso a la educación…

E. K. Y una actitud visionaria respecto a Petrobras, la abrió a la inversión privada.

M. E. Sí, en una situación muy distinta a la que tiene hoy Pemex, pero no estaría de acuerdo sobre cambiar el artículo 27 [de la Constitución], pienso en cambio que lo de la aportación fiscal debiera ser casi el eje de nuestra reflexión estratégica.

EL PAÍS. ¿Qué debe hacerse antes: la reforma política o las reformas energética y fiscal?

M. E. Se necesita un cambio de rumbo, un planteamiento distinto. Quien gane va a tener que construir una mayoría suficiente, si quiere hacer algo que valga la pena, eso llevará a algo inédito en la política mexicana, a un gobierno de coalición. No hay que esperar a una reforma constitucional porque ningún partido va a tener una mayoría suficiente.

E. K. Vamos a tener que construir un consenso sobre las cosas que hay que hacer bien y hacerlas rápido. Creo que se puede hacer un gobierno de coalición, y que esa posición de centro se puede construir,

La rebeldía es natural en los jóvenes, pero no creo que sea un descontento con la democracia

Enrique Krauze

M. E. Hay varias alternativas: una es hacer un esquema de cooptación a la antigua, pero es un modelo frágil, insuficiente y mediocre. Otra es tener mayoría en todo, y lanzarte a hacer las reformas, pero lo veo improbable. Lo más sensato y posible es: o digo que estoy en minoría y no voy a hacer nada, que ha sido el argumento de los últimos 12 años, del cual están cansados jóvenes y adultos, o hacer una coalición, en la que vas a tener que buscar acuerdos y tomar medidas de centro.

EL PAÍS. ¿Qué hacer con la corrupción?

M. E. Reglas de transparencia, es muy sencillo: mira dónde vive la clase política y que te digan cómo llegó ahí.

E. K. La corrupción no es consustancial al mexicano, esas son teorías racistas y tontas. Lo que sí ocurre es que la corrupción era consustancial al sistema político mexicano en el que vivíamos. La corrupción se ha refugiado en los Estados y tenemos que luchar para dar con los responsables y someterlos a juicio.

EL PAÍS. De los últimos 12 años del Partido Acción Nacional (PAN), ¿qué va a servir en el futuro?

M. E. Lograron impulsar iniciativas en materia de transparencia, derechos humanos, policía federal… y la estabilidad económica que tiene México, escamotear eso sería absurdo. ¿Qué no hicieron bien? Una estrategia de guerra que es esencialmente equivocada y que los resultados económicos pudieron haber sido mucho mejores.

E. K. Es natural que a los 12 años, la gente quiera cambiar, la alternancia está en el centro de la vida democrática. El que manda es el votante. Creo que dijeron que el PAN sencillamente no estaba preparado para estar en el poder. [Vicente] Fox fue un gobernante irresponsable y frívolo, aunque fue un catalizador del cambio democrático. De [Felipe] Calderón no se puede decir que haya sido frívolo, creo que su estrategia no fue el planteamiento adecuado, y esto ha desquiciado la vida de México, aunque la responsabilidad fundamental y la culpa de la violencia la tienen los criminales. Este país requiere un consenso nacional en contra de los criminales, de repudio, y junto con eso requerimos extraordinarios programas de rehabilitación social.

M. E. De restaurar el sentido de comunidad…

E. K. Has usado una palabra importante porque México es un país de profunda tradición comunal. El mexicano es un nosotros antes que un yo. Necesitamos fortalecer al nosotros mexicano.

EL PAÍS. Es posible que vuelva el PRI al poder, ¿Se debe a los errores del PAN y a la falta de construcción de una alternativa de izquierda?

M. E. La inevitabilidad del PRI hoy no la veo. Estamos viendo un cambio en las tendencias electorales, hay un grado de incertidumbre muy importante. Hay posibles desenlaces diferentes: Uno, el PRI regresa, pero en qué condiciones, y si llega a ocurrir, hay que evaluar a qué se debió. En el caso de que sea López Obrador, al día siguiente hay que sentarse y decir: o hacemos un acuerdo muy grande o no hay manera de gobernar esto.

E. K. Como demócrata y liberal, hay dos temas que me preocupan, que no quisiera ver a partir del 1 de enero: el liderazgo populista y la restauración del viejo sistema. Quisiera que quien quiera que arribe a la presidencia, pueda evitar esas dos conformaciones porque la moderación, la inteligencia, y el consenso, temas que está dibujando Marcelo Ebrard, presuponen que no haya restauración y que no haya liderazgo caudillista.

M. E. Yo no veo condiciones objetivas en México ni para una restauración autoritaria ni veo la posibilidad de un caudillismo populista cuando tienes un Congreso al que rendirle cuentas porque no tienes mayoría.

E. K. El líder populista es el que reúne a las masas en la plaza pública y establece un contacto hipnótico con ellas y empieza a atacar a las instituciones. Yo no estoy diciendo que eso vaya a ocurrir, porque creo que es difícil dado el entramado democrático que hemos construido, pero nunca subestimemos el poder carismático de un redentor político. No obstante, prefiero ser optimista y espero que no ocurra.

EL PAÍS. A veces, López Obrador parece más preocupado por tener razón que por ser presidente…

M. E. Suele suceder en la historia de México.

E. K. A diferencia del resto de América Latina, México desde 1934 ha tenido una sucesión presidencial que desemboca en la toma de posesión del presidente el 1 de diciembre. Es muy importante ser consciente de que la continuidad institucional ha sido un logro. Logramos pacíficamente la democracia en el 2000. Entre los muchos defectos que tenía el viejo sistema político mexicano, que no debe restaurarse, no estaba el de ser caudillista, era un sistema institucional.

M. E. El populismo más reciente fue el de Vicente Fox.

E. K. Era populachero, no populista.

M.E. A partir del 1 de diciembre, no veo cómo se podría organizar una restauración del antiguo régimen, ni un modelo populista latinoamericano.

E. K. Desde una posición liberal, tengo más dudas que Marcelo.

EL PAÍS. ¿No está disminuido el papel internacional de México?

M. E. Estamos en una posición marginal .

E. K. Ha sido un error garrafal, necesitamos replantear nuestra diplomacia. Por ejemplo, en el Caribe y EE UU van a venir cambios importantes.

M.E. En la medida en que planteas una estrategia de guerra y el eje es el apoyo de cierto ala de la Administración de EE UU… México cambió la esfera de su acción respecto a EE UU, nos cambiamos de sala. Es una cosa que no había ocurrido desde los años cuarenta. Ahora hay que sacar la política exterior de México de esa área para que podamos mantener un diálogo político distinto. EE UU está desarrollando una idea en sentido contrario a la de guerra de México, están en la vía de legalizar las drogas.

E. K. México tiene que volver a tener el papel digno y creativo que tuvo a lo largo del siglo XX. Por la violencia hemos entrado en una especie de depresión. Y tenemos que salir de ella, y sí comparto una actitud de moderado optimismo porque este es un país que ha salido de muchas crisis.

M. E. Hace no mucho tiempo, la visión sobre el DF era el apocalipsis: la contaminación era terrible, las aves se morían en el Zócalo, los recursos naturales no alcanzaban… Por supuesto tenemos problemas, pero el devenir de la ciudad ha sido completamente diferente.

E. K. Como ciudadano que vive en el DF, atestiguo que es verdad. Los grandes cambios están hechos de pequeños cambios. La izquierda moderna de Ebrard no necesitó mítines en el Zócalo, necesitó eficacia en medidas prácticas. Ese mérito explica el por qué de esa alta aprobación con la que vas a salir del Gobierno del DF. Yo sí hago votos porque quien quiera que gane, no se cristalice una restauración del viejo sistema ni la tentación del liderazgo populista, sino que se siga construyendo con tolerancia una democracia de hombres comunes y corrientes.

M. E. Yo tendría una perspectiva optimista, no vería los dos riesgos que se plantean. Visto desde la izquierda mexicana, si ganamos el 1de julio: vamos a sentarnos con el PAN y con el PRI y establecer acuerdos; no veo otro camino. Y en el caso del PRI también lo va a tener muy difícil porque no va a conseguir la mayoría y va a tener que aceptar una serie de cambios que, a lo mejor, no están en su programa.

E. K. A mí me gusta mucho la idea de un gobierno de unidad nacional, de ese consenso… Hay muchos mexicanos que buscan el acuerdo, el pueblo mexicano, contra toda la mitología, no es violento, es un pueblo que ama la paz.

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