NUEVA SION.COM
El historiador y ex magistrado cordobés Adolfo Kuznitzky publicó “De la Inquisición española a Franco y el Holocausto. Una controversia historiográfica”, donde analiza el particular antisemitismo de España, que ya desde la época pre inquisitorial tuvo características ontológicas -étnicas y casticistas- que trascienden al odio religioso clásico del medioevo, y lo hacen comparable al de la Modernidad. El cierre de la apasionante obra analiza las contradicciones ideológicas de Franco, quien profesó un amor manifiesto por los sefaraditas sin dejar de ser antisemita, y tuvo frente al Holocausto una actitud ambivalente y controversial.
“Encuentro en el antisemitismo hispano preinquisitorial y el inquisitorial un precedente del antisemitismo moderno, tanto en el aspecto racial como en el de la teoría del complot”, explica a Nueva Sión Adolfo Kuznitzky. Esta particularidad del antisemitismo español se complejizó aún más en el siglo pasado, cuando ciertos sectores tradicionales de derecha y nacionalistas reaccionarios manifestaron abiertamente su simpatía por los judíos sefaraditas, sin presencia ya en la península, pero sin dejar de odiar por ello a los ashkenazis del resto de Europa. Sucede que en el ámbito académico se vio en la tradición cultural y oral de los judíos de Marruecos un testimonio vivo de su españolidad.
Según se explica en el libro, es conocida la sefardofilia de Francisco Franco, quien al ser enviado a Marruecos durante la Guerra del Rif mantuvo amistad con varios notables judíos de ese territorio, algunos de los cuales colaboraron activamente durante su levantamiento de 1936. En el film Raza, escrito por Franco en 1941, el protagonista principal (que sería él), guía a su madre por Toledo y frente a la Iglesia Santa María la Blanca -que fue anteriormente sinagoga- le cuenta que los judíos se purificaron al contacto con España. De modo que en el punto álgido del dominio alemán sobre Europa, manifestaba una clara simpatía hacia los judíos españoles. De ahí Kuznitzky concluye que las diversas expresiones antijudías de Franco no tuvieron naturaleza racista, dado que si bien su intención era subrayar la buena influencia española, admite la posibilidad de que un judío podía “cambiar”.
Pese a profesar un profundo odio antijudío, y ser aliada y simpatizar con Hitler, frente al Holocausto España tuvo un rol paradojal. Por eso, tal como destaca Kuznitzky, el historiador Bernd Rother sostiene que “A través de la España franquista, de la que apenas nadie esperaba que ayudase a los judíos, se pudieron salvar no pocos perseguidos. Pero, de haberlo querido, el gobierno de Madrid podría haber salvado a muchos más”.
– ¿Dónde nace su pasión por la Historia judía, y puntualmente, qué lo llevó a interesarse por las controversias en torno al proceso histórico que va desde la Inquisición española hasta el Holocausto?
– No tuve educación judía, porque nací en el medio de un océano de gentilidad, y cuando estuve en edad escolar no había prácticamente nada, ni sinagogas ni escuelas. Mi conexión con lo judío era por el yiddish que hablaban mis padres, y por las costumbres gastronómicas y algún viaje a Buenos Aires durante las vacaciones para visitar parientes. De manera que todo lo que conozco, poco o mucho, corresponde a una formación autodidacta, ya de grande. Cuando me jubilé hice cursos de posgrado en la Facultad de Filosofía de Córdoba sobre cuestiones judías. Mis tres libros revelan un interés sobre los judíos de Italia y de España, porque siempre noté fuertes diferencias idiosincráticas con los del resto de Europa. Veía en ellos aspectos que me recordaban mucho a los gentiles que me rodearon toda la vida.
– ¿La persecución que sufrieron en España los cristianos descendientes de judíos se relaciona puramente con lo ontológico, lo racial, o más bien con la protección de intereses económicos y sociales ante el peligro que supuso la eliminación de las incapacidades de los judíos conversos?
– Es cierto que lo que ocurrió en España respondió a factores religiosos y socioeconómicos, además de lo ontológico, pero en la Edad Moderna el racismo antisemita también contó con esos factores, aunque el religioso muy debilitado y, por ello, al ser laico era más peligroso. Ese antisemitismo moderno pretendió tener fundamentos científicos, que en realidad resultaron ser pseudocientíficos, porque la ciencia demostró que las razas no existen y que las etnias diferenciadas por algunos aspectos físicos externos responden a adaptaciones geográficas. Ni siquiera Hitler creía en las razas como algo científico, porque para él el judío más peligroso era el que no podía identificar. Es por ello que los cientistas sociales sostienen que el racismo no es el desprecio al otro, sino el temor a que el otro se nos parezca.
– ¿Qué particularidades hispanas tuvo la Inquisición? ¿A qué se le puede atribuir el hecho que fue España el país que implementó esa política persecutoria del Vaticano durante más tiempo y con más fuerza?
– Sin duda alguna hubo un problema cuantitativo. En ninguna otra nación hubo tantos judíos, ni tantos conversos como consecuencia de oleadas de violencia. La Inquisición, exclusivamente dirigida a los conversos de origen judío, entendía en las transgresiones religiosas, como era judaizar secretamente. Benzion Netanyahu sostiene que si bien ello existió, fue algo totalmente exagerado por razones raciales, ya que en realidad muchas veces la Inquisición no “quemó” a herejes sino a auténticos cristianos que molestaban. Tanto Fray Luis de León como Teresa de Ávila, incuestionablemente cristianos, fueron molestados por el pecado de tener origen judío.
– ¿El vínculo que usted describe en su libro entre la persecución casticista ibérica y el völkisch (el romanticismo populista alemán que inspiró a Hitler), es un fenómeno específico del medioevo hispánico o un tipo de proceso sociológico-político habitual en la Historia?
– Entiendo que existe un vínculo entre la persecución medieval española, ontológica y casticista, con el völkisch alemán, porque esta última modalidad discriminatoria recién surge en la Modernidad con el antisemitismo.
– ¿Cómo es posible analizar el antisemitismo en una época y en un país sin judíos, como es la España post Inquisición?
– En realidad fue un antisemitismo simbólico, enfocado a la versión conspirativa, porque no había judíos sobre los que ejercer el odio. Pero fuera de algunos tics étnico-religiosos dirigidos contra supuestos descendientes de judíos, no hubo nada serio de carácter racial ni siquiera en el franquismo, salvo en el caso de los Chuetas de Mallorca que sufrieron una discriminación después de varias generaciones de haberse convertido, pero era de origen social y sin responsabilidad del Estado.
– El apoyo a la República por parte de grupos de judíos ashkenazis tiene cierta lógica, debido a la efervescencia que en la década del ’30 generaba en vastos segmentos de Europa Oriental la causa republicana. En cambio, resulta muy llamativo que entre los sefaraditas haya habido apoyo al bando nacionalista, habida cuenta del espíritu inquisitorial de los falangistas. ¿En qué modo se evidenció ese apoyo y qué lectura hace del mismo?
– En realidad no fue importante cuantitativamente y es discutido si el apoyo fue espontáneo o se debió a que como Marruecos ya se encontraba ocupada por los nacionales no tuvieron otra opción. No obstante, algunas publicaciones parecieran indicar ciertas simpatías en lo referente a poner distancia con el comunismo y el anarquismo. Puede haber habido motivaciones económicas por el temor que provocaban en ese aspecto los republicanos.
– ¿Qué relación tuvo la dictadura de Franco, durante sus diferentes etapas, con los pocos judíos que vivían en España? ¿Qué vínculo estableció su gobierno con el Estado de Israel, desde su creación hasta la muerte del dictador?
– Hubo una época en que existió prácticamente una restauración inquisitorial, porque estaba prohibido el ejercicio de toda otra religión que no fuera la católica. Las decisiones relacionadas a los sefaraditas se enfocaron en el aspecto cultural, sin medidas relevantes tendientes a fomentar una inmigración. Y con Israel hubo muchos enfrentamientos diplomáticos porque España votó en contra de su creación en las Naciones Unidas.
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