IRVING GATELL PARA ENLACE JUDÍO (PARTE I)
Algunas observaciones para el México con el que despertamos este lunes 2 de julio
Creo que todos, de un modo u otro, agradecemos que haya terminado el rijoso proceso electoral. Naturalmente, hay quienes ahora ponen en perspectiva continuar con su “combate” en una nueva fase. La mayoría, en cambio, simplemente agradece que el pandemonium concluyó (si acaso ya concluyó). Asumiendo que, en realidad, estamos en una fase de trancisión y que todavía falta mucho por ver, quiero presentar algunas ideas que me parecen obligadas en este momento.
Las encuestas
En términos generales, estoy sorprendido por lo bien que funcionaron las encuestas en este proceso. Recordemos, de entrada, que una encuesta NO ES UNA PREDICCIÓN. Se trata de un ejercicio para retratar lo mejor posible una realidad determinada en un momento determinado. Por eso, la lectura de dicha realidad es imposible -por lo menos en el caso de un proceso electoral- a partir de UNA SOLA encuesta. Se requiere de varias: lo mismo que varias encuestas levantadas por diferentes empresas, que varias encuestas levantadas en diferentes momentos.
Cuando se tiene todo esa información, entonces se puede elaborar un diagnóstico. Y creo que, hasta el miércoles de la semana pasada (cuando se publicaron las últimas encuestas, debido a que a partir del jueves y hasta el domingo de la elección estarían prohibidas), el panorama era claro: Peña Nieto tenía una ventaja que, prácticamente, le aseguraba el triunfo.
Hay más: la ventaja inicial de Peña Nieto era enorme. Paulatinamente, fue disminuyendo. Todas las encuestas, vistas en conjunto, lo mostraron claramente: de haber comenzado con una preferencia superior al 50%, fue disminuyendo hasta quedar alrededor de 42% en las últimas encuestas publicadas.
Pero ¿no contradice eso el dato ya verificado de que recibió un 38% de los votos?
No, si se sabe leer. En México, todas las encuestas FALLAN en el último dato. ¿Por qué? Porque los últimos cuatro días no se pueden actualizar. Se trata de una ley a la que no le veo sentido, pero es la ley. Y resulta que en esos cuatro días, es cuando la mayoría de los indecisos -que, en esta ocasión, eran muchos- definen su voto. Ante esta lógica, el que Peña Nieto haya recibido un 38% de la votación sólo corrobora la tendencia señalada durante tres meses por las encuestas: una disminución paulatina en la preferencia electoral. Obviamente, en esos cuatro días fue cuando más puntos perdió, porque fueron los días cuando más gente decidió por quien votar.
Las tendencias favorables a Peña fueron coherentes en todo momento: empezando un poco arriba del 50%, y disminuyendo hasta 38% en la elección. Una vez que se entiende que las encuestas no son oráculos proféticos, sino información que nos permite leer una realidad, se puede corroborar que, en términos generales, las encuestas que se estuvieron publicando fueron bastante objetivas y acertadas, ya que nos permitieron prever lo que efectivamente sucedió: un triunfo de Peña, aunque no de manera avasalladora.
Sucedió exactamente lo mismo con Lópezo Obrador y Josefina. Las encuestas señalaron muy bien que las preferencias por el primero habían subido, y las preferencias por la segunda habían bajado. Las primeras encuestas ubicaban a López Obrador en un rango de 15 a 18% de preferencias, y las últimas lo ubicaron en 28% o 29%. Perfectamente lógico, entonces, que el resultado haya sido de 31%. El comportamiento de Josefina fue más irregular, cayendo mucho durante un poco más de media campaña, repuntando ligeramente después del segundo debate, y estancándose de manera definitiva en el tercer lugar. Todas las encuestas señalaron esa ruta, y por ello resulta perfectamente coherente que el resultado final haya sido de entre 25 y 26%.
A lo largo del proceso hubo múltiples intentos por descalificar el trabajo de las casas encuestadoras. Sin embargo, la información que ofrecieron resulta perfectamente coherente con los datos finales que ahora nos ofrece el PREP.
Cierto: faltan las impuganciones, pero eso -en estricto- es otro asunto, y no es posible medirlo con las encuestas.
El conteo rápido del IFE
El IFE integró un Comité Técnico Asesor con destacados científicos mexicanos: Carlos Fernando José Jaimes Pastrana, Salma Leticia Jalife Villalón, Rafael Pérez Pascual, Ciro Murayama Rendón y Víctor Manuel Silva García. Ellos se encargaron, entre otras cosas, de realizar un Conteo Rápido (más adelante explico en qué consistió), basado en los resultados de 7,500 casillas.
El resultado al que llegaron después de aplicar diferentes métodos estadísticos, fue que Peña Nieto obtendría una votación entre el 37.93 y 38.55%, López Obrador entre 30.90 y 31.86%, y Josefina Vázques Mota entre 25.10 y 23.06%. Dada la precisión de los métodos aplicados, se anunció que el margen de error sería apenas del 0.5%.
Ya con el 96.72% de las casillas computadas por el PREP, el resultado es de 38.08% para Peña Nieto, 31.68% para López Obrador, y 25.43% para Josefina Vázquez Mota.
Es evidente la precisión del cálculo hecho por estos científicos mexicanos. Mi más amplio reconocimiento a su trabajo.
Naturalmente, hay muchos detractores de este trabajo. No importa que haya sido elaborado por distinguidos personajes de la UNAM, por ejemplo. De todos modos, siempre hay una posibilidad de cuestionar las cosas, aunque -generalmente- se basa en la desinformación.
Veamos.
La desinformación rampante en los críticos del IFE
Anoche, a partir de las 23:15 horas, las redes sociales se empezaron a llenar de quejas. En esencia, la molestia es que cómo era posible que, si el PREP apenas mostraba un 10% de la información, ya se diera por ganador a Peña Nieto.
Expliqué a muchos que no se estaba usando como fuente de información el PREP, sino el Conteo Rápido del IFE. Y algunos todavía me objetaron que la exactitud de una encuesta de sálida no podía ser la base para declarar ganador a nadie. Comentario extraño, porque evidenciaba que no distinguían entre una encuesta de salida y un conteo rápido. Repasemos las diferencias:
Una encuesta de salida se aplica con la gente que sale de votar. Es totalmente aleatoria, y como todas las encuestas, tiene un margen de error que se puede reducir si se aplican buenos criterios. En general, las encuestas de salida dieron como resultado que Peña Nieto obtendría ALREDEDOR del 41% de las preferencias, y López Obrador ALREDEDOR del 30%.
Tomando en cuenta el margen de precisión de estos ejercicios, los resultados fueron bueno: Peña Nieto obtuvo casi 3 puntos menos de lo previsto, y López Obrador un poco más de punto y medio de lo que se calculó.
En cambio, el Conteo Rapído DEBE ser más preciso, porque NO ES UNA ENCUESTA, sino un resultado obtenido de INFORMACIÓN REAL. Se toma un grupo de casillas que reproduzcan lo mejor posible el panorama nacional, y se cuentan los votos que hay allí. El grupo de científicos contratados por el IFE para asesorar este ejercicio, se encargó de que se siguieran los criterios óptimos para la selección de 7,500 casillas de todo el territorio. Luego, se hizo el conteo de los votos allí registrados y, finalmente, se aplicaron tres diferentes mecanismos para interpretar la información.
Dado el rigor científico y estadístico, se pudo calcular que el margen de error sería mucho menor al de las encuestas (0.5%). Y, efectivamente, así fue. El resultado previsto por el Conteo Rápido coincidió perfectamente con el resultado que nos ofrece el PREP en este momento.
Finalmente, el PREP es la acumulación de TODOS los resultados obtenidos en TODAS las casillas.
Por ello, aunque a las 11:15 pm apenas disponíamos de un 10% de la información del PREP, el Conteo Rápido ya ofrecía un panorama claro, objetivo y preciso del resultado a nivel nacional, y esa fue la base para que el IFE pudiera señalar la tendencia, y para que -eventualmente- el presidente Felipe Calderón pudiera felicitar a Peña Nieto como el candidato virtualmente electo.
Es curioso: quien entiende en qué consiste cada ejercicio, puede ver la perfecta coherencia que hay en toda la información. Quien no lo entiende, puede ceder a la tentación de creer que hay un complot en todo esto.
Personalmente, no lo puedo ver así. Lo único que veo es información coherente, consistente, desde las encuestas de hace meses y semanas, hasta el trabajo de cinco científicos de reputación impecable y profesionalismo probado.
Ahora bien: yo no soy especialista en estos temas. Me enteré de todos estos detalles el mismo domingo 1 de Julio, durante todo el proceso. Mi pregunta es: si yo pude leer todo esto en la red y entender de qué se trataba, ¿por qué tanta gente NO LO HIZO? Y es que las quejas o críticas que estuve leyendo en redes sociales, evidenciaban una total desinformación respecto a los modos y recursos para computar una elección (aparte de un flagrante desmemoria: en todas las elecciones, a eso de las 11 de la noche ya suele haber resultados claros).
En realidad, no me extraña esa desinformación. Se trata de un síntoma característico de la república de Facebook (y del resto de las redes sociales).
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