JOSÉ KAMINER TAUBER PARA ENLACE JUDÍO
Primeros contactos
Los primeros contactos comprobados entre judíos y el Japón fueron durante la época de “los descubrimientos” en el siglo XVI, con la llegada de viajeros y de comerciantes europeos de Holanda y Portugal.
No fue hasta el año de 1853, con la llegada del comodoro Matthew Perry, tras la Convención de Kanagawa que daba por concluida la política exterior japonesa de aislamiento, que varias familias judías se asentaron en Japón. Los primeros judíos registrados llegaron en 1861 a Yokohama donde establecieron una comunidad diversa con 50 familias y edificaron la primera sinagoga de Japón. La comunidad se trasladaría más adelante a Kobe después del gran terremoto del 1 de septiembre de 1923. Uno de los peores terremotos en la historia mundial que castigó la llanura de Kanto, con una intensidad cercana a 8 en la escala Richter y destruyó Tokio, Yokohama y alrededores. Cerca de 140.000 personas fueron víctimas de este terremoto y de los incendios causados.
Otro asentamiento judío temprano fue establecido en el año 1880 en Nagasaki. Esta comunidad estaba formada por más de 100 familias. Fue aquí donde la Sinagoga de Beth Israel fue construida en 1894. El asentamiento crecería y seguiría activo hasta su ocaso por la Guerra Ruso-Japonesa a principios del siglo XX. Otra comunidad judía fue la de Kōbe, formada por un grupo de prisioneros de guerra liberados, judíos rusos, que habían formado parte del ejército del Zar y la Revolución Rusa de 1905.
Desde principios de 1900 hasta 1950 la comunidad judía de Kōbe fue una de las comunidades judías más grandes de Japón. Estaba formada por centenares de judíos que llegaron de Rusia y del Medio Oriente principalmente de Irak y Siria, así como de países de Europa Central y del Este, sobre todo Alemania.
El plan Fugu y la Segunda Guerra Mundial
El Plan Fugu, en japonés 河豚計画 (Fugu keikaku), fue un plan urdido por el gobierno japonés en 1930, con la idea de crear una posición ventajosa para Japón en lo económico y en lo político, mediante el asentamiento de refugiados judíos de la Europa nazi en la Manchuria japonesa. La estimulación que había detrás del plan parece haber sido la aceptación sin reservas de la propaganda antisemita, como los Protocolos de los Sabios de Sion, que promulgaba la idea de que los judíos tenían una habilidad intrínseca y casi supernatural de acumular dinero y poder. Los llamados “expertos judíos”, creían que este poder económico y político podía ser aprovechado por Japón mediante la inmigración controlada, y que una política migratoria que fuese en este sentido conseguiría, además, el favor de los Estados Unidos a través de la comunidad judía en dicho país. Aunque se hicieron esfuerzos para atraer inversiones e inmigrantes judíos, el plan estuvo limitado por el deseo gubernamental de no interferir con su alianza con la Alemania Nazi. Al final se dejó la fundación de asentamientos judíos al arbitrio de la comunidad judía internacional, y el plan fracasó por no haber conseguido atraer a una población estable a largo plazo y por no haber conseguido crear los beneficios estratégicos que esperaba el gobierno japonés.
Lo interesante fue que durante la segunda guerra mundial, Japón fue considerado como un refugio seguro del Holocausto, a pesar de formar parte del Eje y ser un aliado de Alemania. Los judíos que trataban de escapar a través de Polonia no podían traspasar las barreras cercanas a la Unión Soviética y el Mar Mediterráneo y fueron forzados a ir por el país neutral de Lituania (que fue ocupado por los beligerantes en junio de 1940, comenzando por la Unión Soviética, luego Alemania, y luego nuevamente la Unión Soviética). Alrededor de 5000 judíos fueron enviados a las Indias orientales holandesas con visas japonesas emitidas por Chiune Sugihara, cónsul japonés en Lituania. Sugihara ignoró sus órdenes y emitió miles visas de entrada al Japón, arriesgando su carrera y salvando al menos 10.000 vidas. La mayoría de los judíos tenían permitido y eran alentados a trasladarse de Japón al asentamiento en Shanghai, China, bajo ocupación japonesa durante la segunda guerra mundial.
En la fase final de la guerra los representantes nazis presionaron a la marina japonesa a diseñar un plan para exterminar a la población judía de Shanghai, y esta presión llegó eventualmente a ser del conocimiento de la directiva de la comunidad judía. Sin embargo, los japoneses no tenían intenciones de provocar aun más la ira de los aliados, y por lo tanto postergaron el requerimiento alemán por un tiempo, eventualmente descartándolo del todo.
A lo largo de la guerra, el gobierno japonés rechazó permanentemente las intimidaciones del gobierno alemán para establecer políticas antisemitas. Al término de la guerra, alrededor de la mitad de estos judíos se trasladó al hemisferio occidental (como por ejemplo los Estados Unidos y Canadá) y el resto se fue a otras partes del mundo, principalmente a Israel
Entre el mito y la realidad
Los Makuya o Makoya (幕屋, son una secta del Japón, con más de 60.000 adeptos, que estudian la Torá y la sabiduría del judaísmo tradicional, basada en el seminario de la Biblia de Tokio, es una nueva religión japonesa pequeña, que se considera cristiana, y es fuertemente sionista. Fue fundada en 1948 por el hombre de negocios y profesor Abraham Ikuro Teshima.
Algunos Makoya sostienen que descienden de japoneses y de la tribu de Zebulón (Zabulón), cuyos miembros navegaron hasta las costas del Japón en la Edad Media. Pero los Makoya no son descendientes de ninguna tribu perdida, sino una religión que surgió en Japón en la época de la posguerra, cuando muchos japoneses empezaron a sentirse avergonzados por la actitud de su ejército durante la Segunda Guerra Mundial, y se agruparon en una nueva religión que enfatizaba un vínculo simbólico con la tribu de Zebulón.
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