Juntos venceremos
lunes 25 de noviembre de 2024

Efectos secundarios

FEDERICO REYES HEROLES/REFORMA.COM

“Nuestra amistad inspira a Europa”. El escenario es Reims, la ciudad francesa devastada durante la invasión nazi. Angela Merkel, autora de la expresión, y Francois Hollande están parados frente a la placa que recuerda ese horror. Es un día lluvioso, el 50 aniversario de la reconciliación franco-alemana. Los dos mandatarios estrechan sus brazos y muestran, en acto simbólico, cómo sus países miran hacia enfrente, trabajan a diario para enterrar odios y resentimientos graves. Recordemos los brutales bombardeos sobre las ciudades francesas, a los cientos de miles que perdieron todo, comenzando por sus familias. Recordemos la arrogancia de Hitler paseándose debajo del Arco de Triunfo. El dolor de una guerra no muere, pero la actitud civilizatoria es clara: construir una cultura de paz y tolerancia.

Si el 8 de julio de 1962, también en Reims, Konrad Adenauer y Charles De Gaulle, a menos de dos décadas de terminada la gran guerra, fueron capaces de reiniciar una relación, los franceses y alemanes de hoy deben ser capaces de cerrar las heridas. Hubo y hay fines superiores: reconstruir Alemania y Francia entonces, hoy -en plena crisis europea- continuar con una alianza estratégica que mucho bienestar ha traído a las dos principales economías europeas. Brinco a México.

¿Tiene algo de malo señalar el riesgo mediático que acompaña a las democracias de nuestra era? Para nada, está allí en potencia. Karl Popper, el gran liberal del siglo XX, lo señaló en el que fuera su último texto. Sartori también ha tocado el tema. El caso Berlusconi pone los pelos de punta. Tiene algo de malo delatar la compra del voto. Por supuesto que no, por el contrario, al señalar esa corruptela se le hace un bien a nuestra inacabada democracia. La responsabilidad es compartida entre quien compra y vende, y en una sociedad donde todavía hay porciones importantes de pobres, el riesgo seguirá estando ahí. ¿Tiene algo de malo impugnar una elección cuando hay elementos y los cauces legales para hacerlo? De nuevo, no. Entonces, ¿dónde está el problema?

El primer problema está en el necesario respaldo moral del demandante. Ladrón que acusa a ladrón no puede reclamarse como juez del pueblo. Si algún uso perverso hubo durante las precampañas fue la exposición de AMLO en los tiempos oficiales de los partidos de la alianza. Era el único con esa posibilidad. Fue entonces que rebasó a Ebrard en población abierta y disminuyó sus negativos. Sacó raja de un resquicio de la ley, que ya nadie menciona. El candidato que mayor exposición acumulada tuvo no tiene la autoridad moral para hacer ese señalamiento. Durante el 2006 fue él quien consiguió un programa cotidiano en una televisora. Sobre el segundo tema, la compra del voto, el PRD da lecciones. Tampoco procede erigirse en juez.

AMLO sabe que es casi imposible que el TEPJF decida a favor de una violación generalizada al Artículo 41 constitucional, sabe que la nulidad absoluta ya no es causal, sabe que la elección ha sido la más vigilada y regulada de toda nuestra historia. ¿De verdad está dispuesto a acatar la decisión de la última instancia? De ser así, ¿por qué convoca desde ya a una movilización nacional para “defender” a la democracia mexicana? No hace sentido. ¿Qué van a hacer con las frustradas expectativas de miles de jóvenes? Pero hay algo más grave, los efectos secundarios.

“¡JUDÍOS-SIONISTAS=ASESINOS DE MIERDA!”; “… eres un anti-México… me das vergüenza maldito judío”; “… ¿intelectual? Jajaja bueno… Si no es más que un sucio judío”, “fulano y zutano (omito los nombres) Primera lealtad Israel, luego EU y lo que queda para su ‘México neoliberal'”. La lista de tuits es infinita. Pero ahí no acaban los efectos secundarios. Hay de otra índole, también con procedencia de los demócratas puros de nueva generación.

“Haz patria. Mata a Peña” leí el sábado pasado en la marcha convocada por las redes sociales, justo frente al magnifico Museo de la Tolerancia, nueva visita obligada de la ciudad. Y como esa consigna había decenas más. ¿Qué van a hacer con todos los odios que están desatando? Porque cuando anden “rescatando” a la democracia mexicana, los odios seguirán aquí. ¿Cómo es posible que la izquierda no condene actitudes xenófobas, racistas, fascistas? ¿Qué izquierda es ésta? Quizá por eso la transición en México se dio por la derecha, porque la izquierda está desdibujada en sus principios democráticos. Porque de nuevo va a provocar la imagen de peligro que el ciudadano condena, porque el caudillo que ratificaron para ganar votos y dineros está dispuesto a enterrar a la izquierda liberal con tal de seguir en las candilejas.

Hará todo lo posible por estar en el 2018, hiriendo así de nuevo a la izquierda moderna que sí podría ganar una presidencial. No lo den por “muerto”. Dos cosas quedan claras. Una, como dijera un sabio, los políticos no se retiran de la política, la política es la que los retira. AMLO no lo entiende. Dos, no es Adenauer ni De Gaulle, es un profesional del odio.

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