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jueves 21 de noviembre de 2024

El cine como expresión Judía

José Kaminer Tauber para Enlace Judío.

Los primeros rastros que hallamos en el séptimo arte del cine Judío se ubican en Polonia. Como una infalible continuación del Teatro Judío Tradicional.

Ese arte escénico que refería la manera pintoresca y llena de ternura y candor de los personajes que moraban de nuestros antepasados en las aldeas y pueblos. Con el advenimiento del cinematógrafo que se pone a disposición para narrar en imágenes figuradas en blanco y negro, un mundo lleno de colores y matices tonales que aún hoy colman nuestros recuerdos de sabores, imágenes y de remotas canciones con el recuerdo de nuestra Bobe.

Pero con la masiva inmigración judía hacia el continente americano, nace otro fenómeno: la necesidad de plasmar en el celuloide la vida en un nuevo entorno. Los problemas de la asimilación, un nuevo idioma que aprender. Nuevas costumbres y principalmente las características que adopta el pueblo judío, esta vez como inmigrante.

Desde 1910 comienza a hacerse cine en Hollywood, implementándose así el largometraje.

Los orígenes del cine

Aun cuando el origen del cine se gestó en Francia, con los hermanos Lumière, el desarrollo y crecimiento de la industria cinematográfica mundial, está ligado a un grupo de inmigrantes judíos, quienes con su empuje y creatividad contribuyeron a generar “The American Life-style” (El estilo de vida norteamericano).

Es de suponer, que todos sabemos que la comunidad judía es parte primordial en la cinematografía norteamericana, pero, ¿quiénes fueron esos hombres? ¿Qué pretendían? ¿Cuál era su identidad Judía? ¿Y cómo eso afectó a la industria?

La historia del cine, en realidad, comienza en Francia.

Auguste y Louis Lumière inventaron y patentaron la primera cámara de proyección de la historia en el año1895.

La primera película en ser exhibida fue “La Sortie des Oeuvriers de L´Usine Lumière”. (La salida de los Obreros de la Fábrica Lumière).

De hecho, lo que nosotros conocemos de la cultura cinematográfica es que viene de Hollywood, creada y distribuida por un grupo de judíos asquenazíes, inmigrantes de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Fue ese grupo que con su voluntad y hasta desesperación de encuadrarse en el nuevo orden mundial y la cultura norteamericana, acabó por crear lo que fue después conocido como “The American Life-style”(El estilo de vida americana).

“El Cantor de Jazz” (1927) dirigida por Alan Crosland fue originalmente una obra teatral de Samson Raphaelson que George Jessel había interpretado en Broadway, y narra la historia de una familia judía ortodoxa, en la cual el padre, el Rabino Rabinowitz quiere que Jakie, su único hijo, continúe con la tradición familiar y se convierta en la quinta generación de rabinos.

Indefectiblemente emergen las complicaciones; Jakie se enfrenta a su padre y decide cambiar el destino que la historia le tenía asignado. Elige otro ámbito y por lo tanto otra forma de expresión para dar rienda suelta a sus aptitudes vocales: decide convertirse en un cantante de jazz. Se va de su hogar y emprende una carrera abierta al talento que lo llevará rápidamente a la cúspide de un papel protagónico en un importante teatro de Broadway. Pero Jakie no ha olvidado aún sus orígenes, sus raíces. La misma noche del estreno, que coincide con IOM KIPUR, irrumpe desesperadamente su madre en los camarines y le suplica que vuelva a casa con ella. Le explica a Jakie que su padre está muy enfermo y que su último anhelo es escuchar a su hijo cantar el KOL NIDREI esa misma noche en la sinagoga. Sin duda Jakie se enfrenta a una decisión que lo trasciende. Debe elegir entre las candilejas del escenario y un lugar entre los más destacados artistas del momento, o volver con su madre y cumplir con la tarea que su propia historia ahora le demanda y aunque sea por una vez consumar el mayor deseo de su padre. Es precisamente alrededor de esta controversia que gira el desenlace del film.

No podemos dejar de mencionar que esta película tuvo dos versiones posteriores, la primera la realizó Michael Curtiz en 1953, con Danny Thomas, y la segunda la dirigió Richard Fleischer en 1980, con Neil Diamond. Ambas se llamaron “El Cantor de Jazz” .

“El Cantor de Jazz” , sin lugar a dudas, ocupa en la historia del cine un lugar predominante. Han sido varios los factores que confluyeron a que esta película se ganara un lugar magnánimo en el devenir cinematográfico. Desde el punto de vista técnico, este film ha sido considerado como el primer film sonoro de la historia. Aunque habría que hacerle algunos ajustes a esta definición. La idea de ponerle sonido a las imágenes es tan antigua como estas. El propio Edison hacia el 1900 creó un kinetoscopio con fonógrafo cuya grabación se oía mediante auriculares y correspondía a la acción del film.

Si bien hubo muchos otros intentos posteriores de incorporar el sonido a los filmes es recién en el año 1926 cuando se da realmente un paso decisivo. Surge el sistema Vitaphone: los motores del proyector y del fonógrafo estaban regulados por un mismo generador.

El film venía separado en actos de diez minutos y a cada acto correspondía un disco. La aguja se desplazaba partiendo de una señal que se hacía coincidir con la de la película. Un primitivo sistema de amplificación con altoparlante hacía llegar el sonido a la sala. Pero el riesgo de perder el sincronismo era constante debido a los continuos “saltos” de la púa. El primer largometraje concebido para ser musicalizado mediante el sistema Vitaphone fue “Don Juan” (1926) de Alan Crosland, aunque finalmente fue una película básicamente muda con un acompañamiento musical sincronizado y con algunos efectos sonoros (como el entrechocar de las espadas, algunos golpes, campanas, etc).

El intento siguiente fue precisamente “El Cantor de Jazz” . La Warner Bros. Tuvo la idea de contratar al enormemente popular Al Jolson, cuya propia vida tenía mucho en común con la del personaje central.

“El Cantor de Jazz” tampoco fue un film totalmente hablado. Tenía intertítulos, aunque la acción muda se interrumpía en varias oportunidades cuando Jolson cantaba (Toot Toot Tootsie, Blue Skies, Mammy y finalmente Kol Nidrei) o con algunas oraciones sincronizadas tales como la famosa frase que Jolson, sentado al piano e introduciendo una canción, le decía a su madre: “un momento, un momento, aún no has escuchado nada”. Paralelamente se comenzó a desarrollar un sistema sonoro diferente: el Movietone. Este sistema, a diferencia del Vitaphone, contenía el sonido grabado ópticamente en la misma película. Con ligeras variantes y con mejoras técnicas, es el sistema que se utiliza hoy. El primer film entonces, completamente hablado (sistema Movietone) fue “Luces de Nueva York” (1928) de Brian Foy.

Como vemos, “El Cantor de Jazz” fue un intento de alcanzar la sonoridad en el cine. Sin embargo, debido al éxito rotundo que tuvo ha sido clasificada como la primera película sonora de la historia.

Este éxito sin lugar a dudas, se debió a la grandiosidad y popularidad de la figura de Al Jolson.

Ahora bien, podríamos hacernos otra pregunta: ¿Por qué una película de temática netamente judía, ha ocupado y ocupa aún hoy, un lugar de hito en la historia del cine? Si bien deberíamos inmiscuirnos en el terreno de la sociología del arte para tratar de respondernos, vamos a intentar una aproximación histórica tal vez un poco menos ambiciosa.

Debido a la gran cantidad de pogroms que tuvieron lugar en Rusia y en Europa del Este, literalmente millones de judíos decidieron emigrar a los Estados Unidos entre 1880 y 1924. Prácticamente un tercio de la población judía de Europa del Este emigró a los Estados Unidos, asentándose mayormente al este del país. La mayor parte de los inmigrantes eran trabajadores no calificados y fueron explotados como obreros en fábricas, talleres o en la industria pesada. La generación siguiente progresó económicamente dedicándose al comercio, pero debido a las estrictas cuotas en casi todas las universidades, sólo unos pocos judíos podían aspirar a trabajar en el campo de las ciencias, el derecho o la medicina.

La única puerta abierta a los judíos en América, además del comercio o la industria textil, era el campo de los entretenimientos. La industria cinematográfica era nueva y estaba abierta a cualquier persona que quisiera penetrar en aquella aventura. Muchos judíos comenzaron procesando y editando los films que se hacían para los nickelodeons. A medida que la industria crecía comenzaron a montar sus propios cines y a producir películas.

Algunos de ellos fueron: Carl Laemmle, William Fox, Adolph Zukor, Samuel Goldwyn, los hermanos Warner, Louis Mayer, etc. Precisamente como la gran mayoría de estos primeros realizadores y productores eran judíos, les interesaba transmitir, en muchos de sus filmes, temas que tuvieran que ver con su propia identidad y por lo tanto, con su historia.

Es así que en el transcurso de los primeros años del cine silente abundaban los filmes de temática judía (“La canción de Salomón”, “El diamante perdido”, “Hija de Israel”, entre otras). Y no es de extrañar que uno de los primeros intentos de introducir el sonido haya sido también un film que narraba la historia de una familia inmigrante judía. Y quién mejor que Al Jolson para protagonizarlo, advirtiéndoles a modo de presagio, a los espectadores de aquel entonces, que “aún no han escuchado nada”.

Los personajes

El más veterano del grupo fue Carl Laemmle, que nació en 1867, en Plaupheim, Alemania. Más tarde, sería el fundador de Universal Pictures. Huérfano de madre a los 13 años de edad, convenció a su padre de dejarlo emigrar hacia los Estados Unidos en pos de una vida mejor.

Muy parecida fue la infancia de otro magnate del cine, Adolph Zukor (1873-1974), fundador de la Paramount Pictures. Nació en Hungría y, huérfano de padre y madre desde pequeño, fue criado en sus primeros años por un tío religioso y estudioso.

El también partió para los Estados Unidos, esperanzado en encontrar una vida mejor, a los 16 años…

Además de ellos está William Fox, quien como su propio nombre lo dice fue fundador de la Fox Film Corporation. Fueron sus propios padres quienes decidieron dejar la dura vida en Hungría por la posibilidad de una mejor vida en los Estados Unidos.

Una vez allí, su padre estuvo tan poco presente en su educación que desde chico William tuvo que trabajar para sustentarse y muchas veces ayudar en su casa.

Louis B. Mayer (1885 – 1957), fundador de M.G.M. (Metro-Goldwyn-Mayer). Él alegaba tener olvidado en cuál ciudad de Rusia había nacido o en qué fecha. Más tarde llegó a adoptar el 4 de julio (Día de la Independencia) como el día de su cumpleaños.

Durante la adolescencia, dejó la casa de sus padres para intentar una mejor vida para sí.

Fue entre todos el más exitoso, al crear el mayor estudio de todos los tiempos con el mayor número de astros y estrellas. Cabe destacar que en 1925, visitando Europa, contrata para la Metro a Greta Garbo.

El eslogan de la M.G.M. en aquella época era: “Más estrellas que en el cielo”.

El estudio Warner Bros, como dice su nombre, fue fundado por cuatro hermanos, Harry, Albert, Sam y Jack. Fue el padre de ellos, Benjamín, quien emigró de Polonia y, una vez establecido, trajo a su esposa e hijos a los Estados Unidos. La compra de un proyector fue el inicio de los que sería uno de los más poderosos estudios de la historia del cine.

Las características

¿Pero qué tenían esos hombres en común?

Hijos de inmigrantes o inmigrantes ellos mismos, fueron todos víctimas de preconceptos y persecuciones. Por eso intentaron de todas maneras no aferrarse únicamente a su pasado y sus raíces, y procuraron irrumpir en la sociedad en formación con novedosos proyectos.

Querían ingresar a la nueva sociedad, de la cual comenzaron a participar como “americanos” en todo y no sólo como judíos inmigrantes.

La alta sociedad norteamericana, esnobista y elitista, se negaba, en su mayoría, a aceptar a estos hombres en su seno.

Por eso, la nueva industria que comenzaba a formarse era propicia para esos hombres de negocios, ambiciosos, arriesgados y decididos.

Cuánto mayor era la fuerza de querer ingresar y participar de la nueva Norteamérica, más se sentían rechazados. Inicialmente, todos los inmigrantes se habían radicado en la costa Este, principalmente en Nueva York, pero con la creciente xenofobia y antisemitismo fueron de a poco partiendo para la costa Oeste e invirtiendo en la nueva industria.

Con cuatrocientos dólares se montaba una sala de cine.

La razón por la cual ellos fueron extremadamente exitosos en la industria cinematográfica y en la explotación de salas de proyección de películas es que todos, antes de iniciar su aventura en el cine, tuvieron experiencia en el comercio, así como también en el negocio de la moda.

Fue así que entendieron mejor el gusto popular y las fluctuaciones del mercado.

Y como inmigrantes, tenían una mayor sensibilidad por los sueños y aspiraciones de otros inmigrantes y trabajadores, la gran masa del público de cine.

Por ejemplo, la M.G.M.- concebida como la principal fábrica de ilusiones con películas acarameladas, románticas y musicales- se tornó entonces en un imperio.

Con esta forma de ser, estos hombres crearon así su propio mundo, en el cual ya eran aceptados. Un mundo en el cual iba casi desapareciendo el antisemitismo y la discriminación a los judíos.

Lo que ellos realmente crearon fue un abanico de valores, tradiciones, padres fuertes y protectores, familias estables, personas atrayentes y felices. Ellos fundaron “The American Way of Life” (El modo de vivir americano).

Grandes nombres crean el fenómeno que hasta hoy se conoce como Hollywood. Hablamos de nombres tales como Leimbler y Goldfisch quienes fundan la Metro Golden Meyer. Zukor se convierte en el dueño de los estudios Paramount.

William Fox de los estudios Fox. Y los hermanos Warner crean la Warner Bros. Quienes en 1927 producen la primer película sonora de la historia: “The Jazz Singer (El cantor de Jazz) Junto a la inolvidable actuación de Al Jonsohn quien puso su voz al servicio de un futuro que ya había llegado.

Entonces llega el momento de plantearnos la incógnita que nos llevó a escribir esta nota: ¿Existe el cine judío como género en sí….?

¿O acaso hablamos de grandes figuras del arte, que eran judíos y que realizaban el mejor de los cines…?

Woody Allen, por ejemplo, ¿hace cine judío? ¿O es un Judío que reconoce su origen como tal, admite haber sido criado por una verdadera Idishe Mámele con la influencia que eso tuvo en su personalidad y en su manera de expresar y que hace cine neoyorquino?

Todas estas son preguntas que nos llevan a la reflexión…

El caso de Bárbara Streisand es diferente al de Allen, ella se acerca más al judaísmo al filmar por ejemplo “Yentl” y al producir actualmente para la televisión, una serie sobre las vidas de hombres y mujeres No Judíos, que se jugaron la vida en tiempos del holocausto, salvando vidas. Una serie llamada “Rescates”.
En ella se ve un compromiso más profundo con su identidad de mujer judía.

Pero continuemos con el análisis cronológico de los rastros del judaísmo en el cine, a través de las décadas.
Según nos comentó Isidoro Wichelewski: “La imagen judía en el cine fue variando según la década”

Como ya dijimos en 1927 “The Jazz Singer” pone punto final al cine mudo. Al Jonsohn representa al hijo de un Jasan que se enamora de una chica no judía y que aprende a recorrer el camino de la asimilación por su propia necesidad de ser igual a los demás. Era un fiel espejo de lo que los Judíos que en aquella época llegaban a los EE.UU intentaban lograr. Sentirse aceptados y respirar la libertad.

En 1930 se filma una de las primeras versiones de la vida de Emilio Sola, escritor francés, autor de “Yo acuso” sobre el caso Dreyfus que se filmaría en 1958. Con José Ferrer.

Observemos que hacia fines de la década del ’40 y en la del ’50 cuando se habla de los judíos se plantea la igualdad pero siempre a través de la asimilación.

Luego se busca destacar figuras relevantes de origen judío como por ejemplo: “El diario de Ana Frank” que se filma en 1959. Un film en blanco y negro que aún hoy se sigue repitiendo por TV.

El cine que podemos rescatar de esa época es del judío asimilado dentro de la sociedad. Pero sin rasgos de discriminación.

En 1960 Bárbara Streisand protagoniza: “Funny Girl” que si bien no es de temática judaica, se trata de una muchacha judía llena de características típicas.

Mel Brooks, un humorista de primera línea lleva a la pantalla grande en la década del ’60 su obra “Con un fracaso, millonarios” que incluye una sátira sobre Hitler donde éste aparece cantando y bailando. Y que finalmente se convierte en una exitosa comedia musical de Broadway diez años después

Ya en los ’70 aparece “El violinista sobre el tejado” que fue nominada al Oscar y que ganará numerosos premios internacionales.

En 1974 se estrena “Herster Street” una película que describe la vida de los primero inmigrantes judíos en Nueva York. Un film hablado en idish, en un cincuenta por ciento. El idioma de los inmigrantes.

Ya llegando a 1980 aparecen películas como “Los chicos de Brasil” y The Maraton Man” con Dustin Hoffman ganadora de un Oscar.

Otra gran obra que pinta detalladamente el surgimiento de la mafia judía norteamericana en Nueva York y el deseo de superarse de los hijos de los inmigrantes fue “Erase una vez en América” Con Robert de Niro entre otros.

En los ’90 llegan muchísimas películas sobre el genocidio judío durante la segunda guerra mundial y sobre los judíos después del Holocausto.

“La decisión de Sofía” con Meryl Street; “La Lista de Schindler” de Steven Spielberg; también ganadora de varios premios Oscar; Señal de esperanza o Jakob el mentiroso con Robin Williams; “La vida es bella” de y con Roberto Bellini; son solo algunos ejemplos, sin incursiona en el cine Europeo que tantos kilómetros de celuloide dedicara al tema.

Por ejemplo Claude Lelouche con “Los unos y los otros”

En el 2000 “The Sunshaine”, un film que describe al judío a través de todo el siglo.

En el cine argentino se encuentran películas como “Los Gauchos Judíos” “Esperando al Mesías” o “Un amor en Moisesville”

Recordemos que dentro de importantes films argentino se encuentran fabulosas caracterizaciones de personajes judíos como las hechas por el inolvidable Markos Zucker y el gran Adolfo Streik.

Dentro del cine argentino actual, Norma Aleandro y Federico Luppi protagonizaron la historia de un amor otoñal entre una mujer judía y un hombre no judío. “Sol de otoño” un verdadero grito al derecho de amar.

No sé si es correcto hablar de “Cine Judío” esa es la pregunta que queda planteada. Pero lo que es innegable es la influencia del pueblo judío sobre las diversas manifestaciones del arte, la cultura y el pensamiento del hombre en su totalidad.

El judío, un pueblo errante que deja su huella imborrable sobre las arenas del tiempo.

Queremos agradecer enormemente a la Profesora de Cine Gisela Manusovich por su aporte intelectual para esta nota.

Y muy especialmente al Dr. Isidoro Wichelewski por la información puntual y el tiempo dedicado al armado cronológico de la misma.

 

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