EL MUNDO.ES
Llegó el 1 de agosto y el cielo no cayó sobre Mea Shearim… El barrio ultraortodoxo judío por excelencia de Israel se despierta con la fe de que nada cambiará pese a que el Tribunal Supremo (TS) sentenció que a partir de hoy sus jóvenes ya no gozan del privilegio automático de esquivar el Ejército o el servicio social alternativo.
Teóricamente es una fecha histórica. El inicio de una nueva era que cierra décadas de exención (regulada o no) de los ultraortodoxos o Jaredim (temerosos de Dios). La posibilidad de reclutar anualmente más de 8000 jóvenes de este sector.
En la práctica, no traerá ningún cambio inmediato y drástico ya que el Gobierno no ha logrado pactar una nueva normativa que sustituya la ‘Ley Tal’ (2002). En base a la ley del servicio militar (86), el Ejército es el encargado ahora de regular y no se cree que pueda sancionar a los insumisos. Por un lado, es consciente que a nivel social, técnico, político y económico es imposible reclutar a todos los 57.000 ultraortodoxos exentos. Por otro, está obligado a cumplir la sentencia judicial que elimina este privilegio para los que prefieren el estudio diario de la Torá al uniforme castrense.
“Es un día importante. Lo que ha habido hasta hoy no es lo que habrá mañana. He ordenado al Ejército que en 30 días me presente una propuesta práctica que tenga en cuenta la decisión del TS, las necesidades y valores del Tsáhal y el principio de igualdad en la carga del servicio”, anuncia el ministro de Defensa, Ehud Barak, añadiendo que el Ejército decidirá a quién reclutar hasta que el Parlamento apruebe una nueva ley.
“Para mi es un día más. Ya hay muchos jaredim que están en Ejército. Serviré mejor al pueblo de Israel rezando. No tengo miedo ir a la cárcel si me obligan a reclutarme”, advierte Yaacov, un chaval ultraortodoxo que recibirá un sobre del Ejército. Será la primera llamada. Nada nuevo sólo que a diferencia del pasado habrá una segunda y tercera en el proceso de reclutamiento como cualquier otro joven judío israelí.
El otro gran sector (21%) que no tiene- y de momento no tendrá- la obligación de hacer la mili o servicio social es el formado por los árabes israelíes.
“No quiero fijarme en los últimos 64 años (desde creación de Israel) sino en los próximos 64 años. Presentaremos los planes necesarios al Gobierno y posteriormente los cumpliremos”, afirma el jefe del Ejército, Benny Gantz, que aclara: “El reclutamiento de los ultraortodoxos es un asunto político y no del Ejército”.
Pero la pelota está en su tejado porque en el político, el primer ministro, Benjamin Netanyahu se aleja como si llevara fuego. No vaya ser que los dos partidos ultraortodoxos de su coalición le quemen el patio y destrocen la tradicional alianza Jaredi con el Likud.
Netanyahu rechazó las conclusiones de la comisión auspiciada por Kadima, el partido que había entrado en el Gobierno entre otras razones para pactar una nueva ley al respecto. Hace dos semanas, la facción de Shaul Mofaz regresó a la oposición tras acusar a Netanyahu de «preferir a los insumisos antes que a la mayoría sionista que soporta toda la carga».
Netanyahu apuesta por un alistamiento gradual jaredi y responde a las críticas: “Yo no elegí a los ultraortodoxos sino a la responsabilidad. Ahora hay una ley que obliga a todos a alistarse”.
“Netanyahu ha desaprovechado una oportunidad histórica de hacer un cambio no sólo para el reclutamiento de los ultraortodoxos sino para algo mucho más importante, su plena integración en el mercado laboral”, afirma a EL MUNDO.ES Eleazar Stern, general en la reserva y ex responsable de Recursos Humanos de las Fuerzas Armadas. Stern, religioso practicante, concluye resignado: «Desgraciadamente la fecha del 1 de agosto no supondrá un cambio radical inmediato y todo seguirá más o menos igual».
‘Los Pringados’. No es un grupo de rock sino el movimiento popular que pide igualdad ante el servicio militar. Representa a la mayoría israelí, harta de que a los 18 años sus chicos sirvan 36 meses y sus chicas 24 meses mientras los ultraortodoxos se dedican al estudio en academias subvencionadas en gran parte por el Estado.
El líder de ‘Los Pringados’, Boaz Nul, afirma: “Si ahora todos deben servir independientemente del color de su sombrero, no me imagino al jefe de Gobierno o ministro de Defensa incumpliendo la ley”.
Confiesa sentirse decepcionado. “Al principio fui muy optimista. Netanyahu me miró a los ojos y me prometió que habría una nueva ley de servicio para todos. Fui inocentón y le creí”, recuerda justificando el nombre de su movimiento.
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