JOSÉ KAMINER TAUBER PARA ENLACE JUDÍO
“Diamantes son para siempre”
James Bond
El diamante es el material más resistente que se conoce, es un carbón cristalizado mediante presiones y temperaturas altísimas. En la naturaleza se forma bajo las condiciones de una profundidad de 150 a 200 km por debajo de la superficie terrestre. En las erupciones volcánicas se empujan rocas incrustadas de diamantes llamadas ”kimberlita” y ”lamproita” que es de donde se extraen los diamantes.
El acabado De los diamantes depende exclusivamente de la habilidad y maestría del tallador y a una sucesión de procesos de transformación que incluyen la exfoliación, que consiste en partir el diamante en bruto a lo largo de uno de sus planos, los cuales presentan una estructura cristalina más débil; el aserrado que consiste en cortar el diamante lo largo de uno de sus planos cúbicos o dodecaédricos; el desbastado que consiste en redondear los vértices de la piedra para generar su forma básica, a partir de la cual se creará la gema terminada y el pulido, este proceso comienza con la fase de pulir las primeras 17-18 facetas, la tabla, las ocho principales de la corona y las ocho principales de la parte inferior. El acabado se valora a la luz de la calidad del pulido y la simetría de la piedra.
La calidad de un diamante se establece mediante las 4 C, criterios así denominados por las iniciales en inglés. Peso (Carat), Color (Colour), Pureza (Clarity) y Talla (Cut).
Los diamantes se pesan en quilates. ¿Qué es un quilate? Un quilate es igual a una quinta parte de un gramo. Lo puro se obtiene situando las facetas de la piedra han sido situadas en perfecta armonía, si no la piedra carece de brillo
Color en los diamantes
El color se produce por medio de anomalías estructurales y elementos no carbónicos en el entramado cristalino que crean centros de color. Esto se debe al defecto que crea una mescla de elementos residuales ya que alteran la manera en que el diamante absorbe los colores del espectro de la luz, estos elementos como el nitrógeno o el boro. El nitrógeno es la causa más frecuente del color amarillo. Por su parte, el boro produce tonalidades de azul.
Esto no significa que la distorsión sea una falta de “pureza” que resta belleza y valor a un diamante. Son precisamente estas “rarezas” las que convierten un buen diamante en una de las piedras preciosas más raras e históricas del mundo. Pensemos por un momento en el diamante azul The Hope, o en el Dresden Green. Por otro lado, los diamantes genuinamente naranjas y violetas son tan raros que muchos gemólogos no verán ninguno en su vida profesional
Los judíos y los diamantes
Un poco de Historia
La primera referencia escrita a los diamantes aparece en un antiguo manuscrito en sánscrito, el Arthsastra, en el que leemos que la clase rica de la India ya disfrutaba de los diamantes desde el siglo IV a. de C. Si bien las grandes dinastías de la India, Persia y Asia Menor portaban una rica variedad de gemas y diamantes de color.
El uso de diamantes en Europa estaba poco extendido pero a principios del siglo XIII, con la extensión de las rutas del comercio, los diamantes comenzaron a introducirse en las ropas de ceremonia y la joyería reales. Se creía que los diamantes daban poderes místicos a quienes los llevaban. Se sabe que María Antonieta reina de Francia llevaba su diamante favorito, un solitario azul, en el dedo meñique.
En el Siglo XV, cuando un judío cortador de diamantes de Amberes, Lodewyk van Berken en el año 1456 inventó el scaif (scaif es una rueda de pulir impregnada de una mezcla de aceite de oliva y polvo de diamante), se hizo posible pulir todas las facetas del diamante simétricamente en ángulos que reflejan la mejor luz. Este invento revolucionó la industria de la talla de diamantes y en consecuencia aumentó la popularidad de los diamantes.
Amberes fue saqueada en el año de 1576 por los españoles, entre las consecuencias esta la que los ricos mercaderes y talladores de diamantes que ahí vivían se refugiaron en Amsterdam llevándose con ellos sus habilidades y fortunas.
Los Países Bajos, por su lado, se liberaron de la tutela española en 1579, lo que facilitó que llegaran a sus tierras grupos importantes de judíos obligados a convertirse al cristianismo en España y Portugal, atraídos por el espíritu abierto y tolerante de los holandeses.
El siglo XVII se considera el Siglo de Oro de Amsterdam, Que en ese momento era una de las ciudades más ricas del mundo, el principal puerto comercial de Europa y el centro financiero más importante mundial, donde se instalaron la primera Bolsa de Valores y la primera Casa de Cambio del mundo. La historia de Amsterdam con los diamantes se remonta al siglo XVI y a partir de ahí, sobre todo impulsada por los judíos, comenzó una floreciente (casi como los tulipanes) industria joyera.
Sin embargo con la segunda Guerra Mundial, la situación entra crisis, ya que muchos de los trabajadores del diamante, de origen judío, viven un destino muy lejos del brillo que un diamante desprende. Durante la Guerra Mundial desaparecieron más de 2000 talladores judíos de diamantes de Amsterdam en los campos de concentración en Alemania y Polonia.
La industria Israelí del diamante se inició en el año 1937, mucho antes de la Declaración de independencia del Estado de Israel, cuando Shira Ami abrió la primera planta de tallado de diamantes en Petaj Tikva. En 1947 se creó la Bolsa Israelí del Diamante, y el año siguiente la creación del Estado de Israel en 1948. Luego de la independencia, la economía de Israel fue cambiando de una economía austera de guerra a una economía de mercado orientada al consumo. Desde ese momento, la industria israelí de diamantes fue creciendo, convirtiendo a Israel en un líder mundial en la industria del diamante.
La industria de diamantes de Israel esta localizada en Ramat Gan en un Distrito de Tel Aviv. Este complejo, el más grande centro de comercialización diamantífera del mundo, está formado por cuatro edificios, interconectados con pasarelas. Todas las operaciones comerciales relacionadas con los diamantes en Israel se llevan a cabo en este complejo, que se ha convertido en el símbolo de la ciudad de Ramat Gan.
La industria de diamantes en Israel garantiza que todos los diamantes que procesa y comercializa son 100% naturales y además participa en el Esquema de Certificación del Proceso de Kimberley, un esquema de certificación internacional cuya meta es asegurar que no se comercialicen diamantes de guerra que estén financiando guerras y abusos de los derechos humanos con la comercialización de los mismos.
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