EL MUNDO.ES
12 de Agosto 2012.-El mariscal Husein Tantaui, a quien el presidente egipcio, Mohamed Mursi, retiró este domingo, pasó de recibir los elogios por el papel que el Ejército desempeñó en la revolución de la plaza Tahrir a marcharse ahora como un villano por su gestión de la transición.
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Tantaui fue jefe de la Junta Militar que dirigió los destinos de Egipto desde la salida de Hosni Mubarak, el 11 de febrero de 2011, hasta que Mursi fue elegido presidente, en junio de este año.
Dieciséis meses fueron suficientes para dilapidar el crédito que le había valido la actuación de las Fuerzas Armadas en la revolución contra Mubarak.
En aquellos días de comienzos de 2011, el cántico más repetido en Tahrir era “Id wahda” (“Una sola mano”), en alusión al Ejército y al pueblo, una sola mano contra Mubarak, mientras los niños se encaramaban a los tanques para ser fotografiados por sus padres.
Aunque muchos desconfiaron siempre de Tantaui -al fin y al cabo un hombre de Mubarak y ministro de Defensa desde 1991-, la negativa de los militares a participar en la represión le granjeó un respeto popular innegable. Mientras la policía masacraba a los manifestantes, el Ejército se mantuvo neutral y, según aseguran algunos expertos, fue en última instancia la cúpula militar quien obligó a Mubarak a retirarse.
Carrera militar
Nacido en El Cairo en 1935 y de origen nubio, Tantaui comenzó su carrera militar en 1956 y participó en las principales campañas bélicas de Egipto desde entonces: la guerra por el Canal de Suez (1956), la guerra de los Seis Días contra Israel (1967) y la guerra del Yom Kippur (1973).
Tras ostentar varios cargos en el ejército de su país y servir como agregado militar en Pakistán fue nombrado ministro de Defensa y jefe máximo de las Fuerzas Armadas en sustitución de Yusef Sabri Abu Taleb en mayo de 1991.
De su experiencia en Pakistán, Tantaui abogaba en privado por un modelo de Estado similar al de aquel país, con un Ejército poderoso que controla las riendas de un país con elecciones democráticas.
En medio de la revolución egipcia, fue nombrado viceprimer ministro en el nuevo Gobierno surgido el 29 de enero, manteniendo la cartera de Defensa. El 4 de febrero, una semana antes de la renuncia de Mubarak, visitó
Tahrir e instó a los manifestantes a que dialogasen con las autoridades.
Esos días, Tantaui mantuvo varias conversaciones con su homólogo estadounidense, Robert Gates, con cuyas Fuerzas Armadas siempre guardó una estrecha relación.
‘Perrillo faldero’ de Mubarak
Unos cables diplomáticos estadounidenses filtrados por la organización WikiLeaks en 2011 recogían el desprecio que parte de los mandos intermedios sentían hacia Tantaui, a quien veían como un “perrillo faldero” de Mubarak.
Solo un día después de la renuncia del expresidente, la Junta Militar que encabezó Tantaui anunció la suspensión de la Constitución, la disolución del Parlamento y el inicio de un período de transición de seis meses.
Sin embargo, esos seis meses se convirtieron en dieciséis, plagados de denuncias contra los militares por torturas, abusos, uso desproporcionado de la fuerza y por lo que se percibió como un intento de perpetuarse en el poder.
‘Que caiga el poder militar’
En ese tiempo, las apariciones de Tantaui en público fueron contadas, y menos aún las veces en que se dirigió al pueblo, algo que se reservó para los momentos más dramáticos de la transición, como a finales de noviembre de 2011, cuando Tahrir se convirtió en un campo de batalla poco antes de las elecciones legislativas.
Los gritos de “Que caiga Mubarak” se convirtieron en “Que caiga el poder militar” y Tantaui se convirtió en el nuevo blanco favorito de los manifestantes, mientras Mubarak respondía de sus crímenes ante un tribunal de justicia.
Pese a todas las críticas, Tantaui honró finalmente su promesa y, tras la celebración de unas elecciones presidenciales limpias, transfirió el 30 de junio el poder ejecutivo a Mursi.
Sin embargo, los militares se guardaban un último as bajo la manga: antes de que Mursi tomase posesión, aprobaron unas enmiendas constitucionales que les reservaban el poder legislativo y plena autonomía para las decisiones concernientes al Ejército.
Con el paso al retiro de Tantaui, el nuevo presidente sepulta las aspiraciones del mariscal y pone tierra de por medio con el poder militar.
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