El terror es la política de Estado en Siria

EL PAÍS

El régimen de Bachar el Asad y las tropas rebeldes han cometido crímenes de guerra y repetidas violaciones de los derechos humanos, según el informe de una comisión de expertos de la ONU publicado en Ginebra, que precisa que las “violaciones [de los rebeldes] no alcanzan la gravedad, la frecuencia y la escala” de las cometidas por el Gobierno, en el marco de una política de Estado. El informe, de 102 páginas, llega en un momento de desconcierto y pasividad entre la comunidad internacional, incapaz de detener la violencia que devasta el país árabe desde hace 17 meses, con varias resoluciones del Consejo de Seguridad vetadas por China y Rusia, y un enviado especial, Kofi Annan, que acaba de anunciar su dimisión por la imposibilidad de llevar a cabo su plan de paz.

La investigación realizada por una comisión independiente durante más de cinco meses denuncia que “las fuerzas del Gobierno y los shabihas [milicianos del régimen] han cometido los crímenes contra la humanidad de asesinato y tortura, crímenes de guerra y graves violaciones de las leyes internacionales sobre derechos humanos como detenciones, arrestos arbitrarios, violencia sexual, ataques indiscriminados, pillajes y destrucciones de la propiedad”. El informe confirma asimismo que el régimen de El Asad y los shabihas fueron responsables de la matanza de Hula, en la que murieron 108 personas en mayo, la mitad de ellas mujeres y niños.

Los autores del informe no pudieron acceder a Siria y entrevistaron a 693 personas desde los países fronterizos y Ginebra, incluidos algunos testigos del interior del país árabe contactados por Skype. También usaron fotos e imágenes por satélite. La comisión subraya que estas violaciones de los derechos humanos se cometieron siguiendo una política de Estado. “Operaciones a gran escala llevadas a cabo en diferentes provincias, su modus operandi similar, su complejidad y el aparato militar y de seguridad integrado muestran la implicación de los más altos niveles de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, así como del Gobierno”. Los shabihas han perpetrado muchos de los crímenes denunciados por el informe y, aunque la naturaleza, la composición y la jerarquía de los miembros de esta milicia permanecen poco claras, los investigadores creen que han actuado de acuerdo con las fuerzas del Gobierno.

Los rebeldes han cometido “crímenes de guerra, incluyendo asesinatos, ejecuciones extrajudiciales y torturas” contra soldados de las fuerzas gubernamentales heridos. No se les imputan, sin embargo, crímenes contra la humanidad, ya que, según la comisión, sus acciones no se cometieron “como parte de un ataque generalizado o sistemático contra civiles”.

Los investigadores describen el patrón seguido por las tropas de El Asad en sus ataques contra los bastiones rebeldes. En localidades como Tremseh y Homs, el Ejército aisló primero el área que iba a atacar, luego inició los bombardeos, y, por último, llevó a cabo un asalto con fuerzas terrestres, que incluía a numerosos francotiradores. Controlada la zona, los soldados del régimen buscaron casa por casa a desertores, activistas y hombres en edad de combatir. Los heridos y los combatientes rebeldes fueron ejecutados. El informe destaca el uso continuado de la tortura por los dos bandos en los últimos meses. Las víctimas del régimen entrevistadas por la comisión atestiguan haber sido golpeadas en la cabeza y en el cuerpo con cables eléctricos, palos y barras de hierro, haber sido quemadas con cigarrillos y electrocutadas, incluso en los genitales.

Los investigadores pidieron ayer al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que remitiera el informe al Consejo de Seguridad para que actúe en Siria. “El Consejo de Seguridad, sobre todo los cinco miembros permanentes con derecho a veto, deben trabajar juntos para presionar a los dos bandos enfrentados con el fin de detener la violencia e iniciar negociaciones con todas las partes para una transición política en el país”, reza el informe.

Parece, sin embargo, difícil que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas superen el statu quo actual. El jefe del Pentágono, Leon Panetta, declaró el martes que la creación de una zona de exclusión aérea sobre Siria —una de las peticiones de los opositores— no era “ahora mismo una prioridad” para Estados Unidos. El inmovilismo de Occidente empieza a suscitar numerosas críticas. En Francia, el tema se ha convertido incluso en arma política arrojadiza de la oposición.

La Organización de Cooperación Islámica, reunida en La Meca (Arabia Saudí), decidió el miércoles por la noche suspender a Siria de este organismo.

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