Los judíos de Amsterdam


JOSÉ KAMINER TAUBER PARA ENLACE JUDÍO

Antecedentes

Cuando Juana La Loca, la hija de los Reyes Católicos se unió en matrimonio con Felipe el Hermoso, heredero del Sacro Imperio Germánico de occidente, con esa boda su hijo Carlos I, luego Carlos V de España, recibió como legado, uno de los mayores imperios que se conocieron.

En este imperio “donde nunca se ponía el sol” que comprendía a los Países Bajos, quienes durante el reinado de Felipe II instalaron el protestantismo calvinista y se rebelaron contra el intolerante catolicismo español.

En 1568 los holandeses se declararon por la independencia que dio el inicio de una guerra durante ochenta años.

En 1492 España había expulsado a su población judía. Muchos de ellos emigraron a Portugal, el asilo más cercano y accesible para ellos. Allí terminaron sufriendo más de lo que sucedió en España, con el bautismo forzado al que fueron sometidos en 1496 por el rey Manuel I, yerno de los Reyes Católicos Isabel y Fernando.

Cien años más tarde, sus descendientes perseguidos por la Inquisición, que deseaban vivir libremente como judíos, se dirigieron a la ciudad de Amsterdam, que el historiador Cecil Roth denominó como «la Jerusalén holandesa».

Liberados de la intolerancia religiosa y de la opresión de la monarquía española, se establecieron allí, además de otras regiones de Europa.

En la ciudad se creó una nueva comunidad de judíos sefardíes, que creció rápidamente con características muy especiales. Los judíos de origen portugués y de tradición sefaradita se dedicaron a navegar los mares del mundo, muchos hicieron fortunas y fundaron nuevas comunidades en Brasil, el Caribe y hasta las Colonias Inglesas.

Si pudiéramos recorrer Amsterdam en el siglo XVII es evocar a los judíos Rodríguez, da Costa, Bueno, Nunes, Osorio y más, que residieron allí muy cerca del lugar en que vivió Rembrandt.

Al otro lado de la casa de Rembrandt, en el No. 6, vivía Salvador Rodríguez, que era un mercader y su hermano, Bartolomé Rodríguez en Breestraat n°1, en la esquina de enfrente a la casa de Pinto, cerca del pintor Pieter Isaacszon, vivió Isaac Montalto, el hijo de Elías Montalto, quien había sido el médico de Maria de Médicis, la Reina Madre, en la corte francesa.

En la calle de Houtgracht, a una manzana de la casa de Rembrand, vivía Miguel Spinoza. Su hijo, Baruch, fue uno de los filósofos más radicales y denigrados que fue excomulgado permanentemente.

Los nombres españoles y portugueses eran muy visibles para sus vecinos, pese a que se vestían, se peinaban y se arreglaban como holandeses, lo mismo que sus apellidos que también fueron transformados en holandeses con fines comerciales.

Como el de José de los Ríos que lo modificó a Michel van der Riveren, o Luis de Mercado como Louis van der Markt para protegerse de las persecuciones. Sus casas estaban construidas en estilo holandés, y ellos se enorgullecían de su habilidad para pasar por típicos burgueses en su nueva patria. Pero nadie se confundía, ellos importaron un sabor cultural distinto.

El puerto de Vlooienburg (hoy llamado Waterlooplein) fue el corazón del mundo judío de Amsterdam. Rembrandt desde el frente de su casa podía ver la ventana del Rabino Mortera; y desde el piso de arriba de su casa tenía una visión de la sinagoga de la comunidad.

Manasés Ben Israel el gran rabino de Ámsterdam

Entre los hebreos que escaparon de la inquisición de la Península Ibérica se encontraba la familia Soeiro, cuyo padre, Josef Ben Israel, había sido atormentado por la Inquisición. Su hijo Manasés Ben Israel (Manoel Dias Soeiro 1604-1657), había nacido probablemente en la isla de Madeira; arribado a Holanda a los seis años de edad, también Manoel fue uno de los grandes impresores durante dos décadas, su industria impresora relució en el mercado internacional del libro hebreo bajo el nombre de Manasés Ben Israel llegó a ser el gran rabino de Ámsterdam, y con el tiempo una de las figuras impresionantes de finales del Renacimiento.

En su libro La esperanza de Israel (1650), fundamenta la fe mesiánica del pueblo hebreo en el añorado retorno a la Tierra de Israel. Al poco tiempo fue publicado también en latín, y más tarde traducido a media docena de idiomas; aun hoy en día es frecuentemente reditado.

La Esperanza de Israel consta de 20 capítulos, de los que el décimo es el corazón del libro con un programa de readmisión. En el texto se mezclan versículos bíblicos con citas talmúdicas; descripciones de países lejanos y de extraños pueblos, con aventuras por la selva virgen; descubrimientos misteriosos, con sucesos dramáticos criptojudíos.

Un año después de la edición de su libro La Esperanza de Israel, Arribó a Ámsterdam una delegación de Londres encabezada por Oliver St. John, con el fin de negociar una alianza anglo-holandesa (Cromwell se hallaba en posible guerra con Portugal).

Los delegados ingleses fueron autorizados a contactar al ya afamado rabino, y le informaron que ya había en su país un clima favorable para el retorno de los judíos, que habían sido expulsados en 1290 ordenada por Eduardo I de Inglaterra.

El intrépido rabino salió de Ámsterdam el 2 de septiembre de 1655, acompañado por su hijo Samuel. El había preparado siete puntos que se proponía entregar a Cromwell: “Estas son las gracias y favores que, en nombre de mi nación hebrea, yo, Manasés ben Israel, pido a Vuestra Serenísima Alteza”… para que sean admitidos y protegidos; que puedan ejercer públicamente su credo contando con sinagogas y cementerios; que comercien libremente, y que se deroguen las leyes contra ellos.

En 1655 se produjo el encuentro entre Manasés y Cromwell, y los oponentes de éste esgrimieron de inmediato las frecuentes difamaciones anti judías como Cromwell es judío, los israelitas son asesinos rituales, y que existe un plan judío para apoderarse de la Catedral de San Pablo; desatada la polémica, el comité de Cromwell no llegó a ninguna decisión el debate fue abandonado.

Sin embargo en 1656, en plena guerra anglo-española, los criptojudíos en Londres fueron autorizados a quitarse su disfraz de españoles y obtener permiso oficial para abrir una sinagoga y derechos limitados como residentes ingleses.

La llegada de los judíos askenazíes a Amsterdam

Los judíos askenazíes llegaron de las tierras germánicas, escapando de las penurias y la miseria ocasionada por la Guerra de los Treinta años y de Polonia de las masacres realizadas por las hordas del Atamán Bogdan Jmelnytsky durante la rebelión de los cosacos (1648 y 1649). Durante las guerras de los polacos contra los rusos y los suecos se destruyeron numerosas comunidades judías en Europa Oriental.

Desde el principio las diferencias de condición y de clase entre los dos grupos judíos uno sefaradí y el otro ashkenazi fueron muy profundas y notorias. Los sefardíes eran gente acaudalada con un elevado nivel de educación, mundano y refinado en tanto que los ashkenazim eran extremadamente pobres, de condición marginal aun en sus comunidades de origen, pocos de ellos sabían leer y escribir algún otro idioma que no fuera el Yidish o el hebreo.
Limitados en poder unirse a los gremios, los askenazíes se dedicaron a trabajar para su sustento en tareas como el comercio minorista, la nueva manufactura del tallado de diamantes y las actividades como prestamistas. Las diferencias entre las dos secciones judaicas eran muy notorias, los sefaradíes grababan sus cubiertos y objetos ceremoniales con sus escudos de armas.

Con el trascurrir del tiempo las cosas fueron cambiando, a comienzos del siglo XVIII la comunidad portuguesa se había estancado, las condiciones económicas se habían tornado dificultosas, los problemas financieros se agudizaron y numerosas fortunas se habían esfumado con la bancarrota.

Por otra parte la comunidad ashkenazi había crecido y se adaptaba mejor a las nuevas circunstancias. Ambas comunidades residían juntas en la misma ciudad y en el mismo barrio.

La Revolución Francesa y la proclamación de la República de Batavia en 1796 cambiaron radicalmente las cosas, en la Asamblea Nacional, libre y directamente elegida por los habitantes de las Provincias Unidas se estableció que desde ahí en adelante los judíos serían ciudadanos holandeses logrado así su emancipación.

Comunidades, tanto askenazíes como sefaradíes se habían dividido entre los sectores dominantes ricos y poderosos a otro grupo progresista también, integrado por miembros de ambas comunidades que lucharon por los derechos de los nuevos ciudadanos.

Fue así que los judíos, en 1848, pasaron a formar por primera vez, parte del gobierno de la ciudad y de la Asamblea Nacional. Los judíos de Amsterdam eran el diez por ciento de su población.

La industria judía del diamante prosperó a través de todo el siglo XIX, llegando a ser una de las principales industrias de Amsterdam (denominada con el nombre de la Ciudad de los Diamantes) famosa por su tallado de Ámsterdam.

fines del siglo XIX varios de los judíos se mudaron a un nuevo vecindario de Amsterdam donde erigieron la sinagoga en Gerard Dou 238. Que es una de las más antiguas sinagogas askenazíes que esta en funcionamiento en Amsterdam. Construida en el año 1892 por la sociedad “Israëls Hulpe” (Ayuda de Israel), que tiene un lugar especial en la comunidad judía ortodoxa de Amsterdam.

Durante el Rosh Hashana de 5703 (1943) la sinagoga ofreció su último servicio en los años de la guerra. Ocultada entre dos casas en la angosta calle la sinagoga permaneció guardada de los ojos de los nazis, el edificio sobrevivió a la guerra.

El primer servicio en Holanda después de que la Segunda Guerra Mundial fue la segunda mañana de Shabbat después del 5 de mayo de 1945. En ese tiempo fue la única sinagoga ashkenazi que puedo ser usada en Amsterdam.

La Segunda Guerra Mundial y el Holocausto

En la mañana del 10 de mayo de 1940 los holandeses se despertaron con el sonido de la aviación alemana surcando el cielo. Alemania nazi había empezado a ejecutar el Plan Amarillo atacando Holanda, Bélgica, Francia y Luxemburgo, suprimiendo una anticipada declaración de guerra ya temía que los británicos desembarcasen y emplearan los aeropuertos holandeses para atacar Alemania, por lo que Holanda fue derrotada en pocos días.

La ocupación alemana comenzó oficialmente el 17 de mayo de 1940. Que duraría 5 años, en los cuales más de 250.000 holandeses perecieron, antes de que Holanda recuperase su libertad.

inicio de las deportaciones fue el 14 de Julio de 1942; el personal SS del campo de Westerbork revisó a los prisioneros para separar a los útiles en las tareas internas y enviar a las cámaras de gas a los demás. Al día siguiente, el 15 de Julio y bajo el pretexto de traslados a campos de trabajo partió el primer tren desde la estación de Hooghalen con 1.137 prisioneros judíos hacia Auschwitz. Antes de acabar el mes ya eran más de 6.000 los enviados al exterminio.

Desde el 15 de Julio de 1942 hasta el 13 de Septiembre de 1944, se mandaron desde Westerbork a los campos de exterminio a un total de 103.940 prisioneros judíos de Holanda y Alemania con 93 trenes llenos de vida para su aniquilamiento.

Entre los remitidos estaba la familia de Anna Frank (Annelies Marie Frank, conocida como Ana Frank que fue una niña judía alemana, mundialmente conocida gracias a su Diario íntimo, donde dejó constancia de los casi dos años y medio que pasó ocultándose, con su familia y cuatro personas más, de los nazis en Ámsterdam); el 4 de Agosto de 1944 por la policía en el escondite construido en la parte trasera del número 23 de la calle Prinsengracht de Amsterdam, y enviados a Westerbork el 8 del mismo mes.

Anna Frank y su familia permanecieron en el campo Westerbork hasta el 3 de Septiembre de 1944, la fecha en que partió el último tren hacia Auschwitz; los 8 detenidos en su casa se encontraban entre los 1.011 prisioneros. Llegaron al campo durante la noche del 5 al 6 de Septiembre de 1944. En Octubre de este mismo año se realiza una evacuación de prisioneros y Anna Frank es trasladada a Bergen Belsen en Alemania; en una epidemia de tifus declarada en el campo Anna Frank enferma gravemente muere en Marzo de 1945 a tan solo a unas pocas semanas de la liberación.

*Algunas partes de este artículo fueron tomadas y modificadas de Internet.

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