¿Por qué soy un judío progresista?

*RABINO JOEL OSERAN

Es un privilegio compartir con ustedes esta declaración personal que define cinco razones centrales de por qué el judaísmo progresista es la aproximación religiosa judía que yo he elegido seguir. Soy completamente consciente que cuando se trata de creencias e identificaciones religiosas, cada uno de nosotros debe adoptar un proceso personal de clarificación de ideas y principios. La declaración que sigue no es representativa de ninguna posición oficial del judaísmo progresista, ni tampoco es ofrecida como una receta para que alguien la tome y use tal como es. La declaración refleja mi camino de tomar sentido al ser judío en el siglo XXI. Si puede asistir a otros en su búsqueda personal de significado del judaísmo, entonces será una gran recompensa.

Razón 1. Me desafía hacer preguntas complejas

Uno de los principios más fundamentales y nobles de nuestra forma de vida judía, que ha estado en el centro de nuestra experiencia religiosa desde los siglos más tempranos de nuestra existencia, es nuestra confianza en la “interpretación” para entender lo que significa ser judío. El registro de la búsqueda de nuestro pueblo por su significado, del esfuerzo determinado de nuestro pueblo para entender las cuestiones últimas de la vida y muerte, amor y odio, paz y conflictos, y todas las otras cuestiones profundas imaginables, es nuestra enseñanza en la piedra angular conocida como Torah (los cinco libros de Moisés).

Como judío progresista, creo que la Torah es el punto de contacto donde Dios y el hombre están juntos. Los autores de la Torah son seres humanos que expresan su fe y compromiso en el Uno que ha creado toda la vida. Sin una fe enraizada profundamente en la existencia de Dios, la Torah no tiene significado. Sin la pasión humana para entender y encontrar significado en Dios y la creación de la vida en todas sus formas, no habría Torah. La Torah y sus enseñanzas, que a través del tiempo, se van develando y desarrollando, son el punto donde Dios y el hombre se encuentran.

Y así, nosotros los judíos hemos aprendido a preguntar cuestiones difíciles desde el comienzo de nuestra marcha a través de la historia; nuestra tradición nos desafía realmente a preguntar cuestiones difíciles y a aceptar el hecho de que las respuestas que recibimos pueden no ser siempre las mismas. Los rabinos de los primeros siglos de la era común se convirtieron en las autoridades de nuestra estructura comunal porque ellos fueron expertos en examinar lo que la Torah estaba tratando de enseñarnos. El rol del rabino era enseñar Torah, explicar el significado más allá de las palabras de la Torah, interpretar lo que las respuestas significaban en el pasado y agregar su aclaración apasionada en la búsqueda eterna para encontrar significado y entendimiento en nuestra relación con Él que creó los cielos y la tierra.

Y puesto que los rabinos no eran Dios, sino seres humanos mortales, influenciados como todos nosotros por el tiempo y el espacio, trayendo a su rol como profesor/intérprete su propia humanidad y alma individual, nosotros encontramos una respuesta rica y variada a las preguntas exigentes que siempre se preguntan en cada una de las generaciones. La literatura rabínica está llena con registros de diversos entendimientos e interpretaciones de lo que la Torah está tratando de enseñar. La diversidad de las interpretaciones continúa hasta el día de hoy.

Yo soy un judío progresista porque rechazo aceptar que los rabinos ortodoxos hoy día sepan precisamente lo que Dios quiere que yo haga y no haga. Esos rabinos ortodoxos saben precisamente que la Torah significa enseñarnos que la interpretación ortodoxa de la Torah es completamente exacta y en mi interpretación judía progresista esto es totalmente inaceptable. Soy un judío progresista porque no me avergüenzo de cuestionarme los asuntos relacionados con la naturaleza de Dios y la Torah, el significado de los mandamientos y cómo vivir mi vida usando todavía esa pequeña voz dentro de mí.

Respeto a los rabinos ortodoxos cuyo compromiso profundo con la Torah y su estudio de la Torah es enorme y que sinceramente creen que ellos entienden lo que Dios quiere que ellos hagan. Sin embargo, yo pido respeto mutuo, respeto mutuo por mi camino religioso y compromiso, respeto mutuo por las interpretaciones que yo entrego de la Torah y de nuestra rica herencia judía.

Razón 2 – El rabino progresista habla mi lenguaje

El hecho de que los judíos progresistas hagan preguntas difíciles sobre lo que significa ser judío y ser moderno al mismo tiempo, mientras usamos todos los conocimientos disponibles del hombre moderno, requiere que exista una contraparte apropiada, el rabino, para proveer igualmente respuestas convincentes y exigentes. Una de las diferencias más importantes entre el judaísmo progresista y el ortodoxo es el nivel de entrenamiento y la historia personal del rabino en cada comunidad. Puesto que los rabinos ortodoxos consideran que su rol es ser expertos legales en la tradición de la Torah, lo que incluye la ley escrita y oral, el curso singular del estudio para la mayoría de los rabinos ortodoxos y ultraortodoxos (Haredim) es esencialmente el curriculum de la yeshiva, con un énfasis fuerte en el Talmud y en los textos legales derivados. Se espera que un rabino ortodoxo sea un maestro, conociendo lo que los textos legales judíos que nos dicen lo que un judío debería hacer o no hacer.

Sólo un pequeño número de rabinos ortodoxos en Israel o alrededor del mundo (rabinos modernos, con orientación sionista) van a la universidad para recibir una buena educación general (secular). La mayoría de los rabinos ortodoxos (y casi todos los rabinos ortodoxos entrenados en Israel) tienen poco o ningún entendimiento de la historia mundial, sociología, psicología, ciencia, artes, otras religiones y sus creencias, ciencia política, deportes, ecología, y la lista sigue. La mayoría de los rabinos ortodoxos nunca han leído a Platón, Shakespeare, Kant, Freud o Darwin. Ellos nunca han apreciado la maestría de Miguel Ángel, escuchado a Bach o Beethoven, viajado a través del mundo para ver las fascinantes diferencias y similitudes entre todos los hijos de Dios.

En resumen, la mayoría de los rabinos ortodoxos han vivido una existencia judía insular y altamente reglamentada. Lo que ellos saben y a cuyo saber le dan mucho crédito es a la literatura halájica (legal). Sin embargo, la filosofía judía moderna, los estudios críticos de la Torah y otra literatura rabínica, así como los genios de las formas literarias tales como los profetas hebreos, están generalmente ausentes en los rabinos ortodoxos.

En contraste, los rabinos progresistas hablan mi lenguaje. Yo no digo que sea literalmente, yo quiero decir que el rabino progresista es un hombre o mujer que está viviendo en los hogares del mundo moderno, y también está entrenado en el entendimiento critico de los textos religiosos judíos. El rabino progresista, esté formado en Israel, Europa o Estados Unidos, debe ser académicamente competente así como estar enraizado en el judaísmo. Cada rabino progresista debe haber cursado no solo un BA (primer grado), sino también un MA (segundo grado) en un ámbito de estudio académico relacionado. Todo esto, por supuesto, además del completo estudio curricular rabínico, el cual dura aproximadamente cinco años.

El rabino progresista entiende de qué se trata vivir en el mundo moderno. El/ella entiende las presiones que implica vivir una vida judía dentro de la sociedad más amplia, que es una sociedad no judía. El rabino progresista no está amenazado por el mundo no judío, ni él ni ella ven al mundo no judío como un “mal” que debe ser evitado a toda costa. El rabino progresista, en general, puede tener menos educación en Talmud que su colega ortodoxo, pero está más avanzado en la compresión de la historia judía, filosofía, ética, orientación rabínica, y destrezas y prácticas rabínicas. Pero lo más importante, el rabino progresista es un hombre o mujer de este mundo, arraigado en los textos sagrados judíos, pero adiestrado en los matices de la existencia contemporánea y determinado a preservar la tradición judía para la posteridad.

Razón 3. El judaísmo progresista aboga por la completa participación de las mujeres en la vida judía

Yo soy un judío progresista porque creo que no hay razón para que una mujer sea excluida de participar completamente en la vida judía. Es absolutamente claro para mí que las restricciones legales judías que prohíben a una mujer de participar en la vida judía, sea como testigo en una corte de justicia, sea para contar en el minyan (quorum de 10 personas para rezar) o estar titulada para bendecir y leer la Torah, o ser negada de otros numerosos privilegios y responsabilidades religiosas, que colocan a la mujer en un status de segunda clase (al lado de los menores y de los individuos discapacitados), fueron creados por los hombres (rabinos) en un periodo de tiempo cuando las mujeres en la sociedad eran consideradas como menos dignas, menos competentes y menos calificadas. Recordemos que aun en el Nuevo Mundo del iluminado Estados Unidos de América, libre de las tradiciones antiguas del Viejo Mundo Europeo, las mujeres no estaban legalmente reconocidas para votar en las elecciones nacionales hasta 1920, esto es 144 años después de la fundación del país.

A esas mujeres se les negó completamente el acceso a la observancia y participación ritual, esas mujeres eran “celebradas” como las cuidadoras de la familia y las profesoras de los niños (hasta que comenzó el estudio serio del Talmud y los hombres se convirtieron en profesores) y de este modo “excusadas” de los requerimientos de la observancia judía (que conveniente esta racionalización para mantener a las mujeres coartadas en la cocina y cambiando pañales), reflejando claramente actitudes universales hacia las mujeres correspondiente a los tiempos premodernos. Sin embargo, reivindicar que tales regulaciones y leyes antifeministas deben su autoridad a Dios como el responsable de entregar estas leyes, y así como la fuente para esas regulaciones regresivas, es totalmente inaceptable para mí y una gran distorsión de mi herencia judía.

Ahora, seamos claros sobre esto. Hay cientos de miles de judíos ortodoxos en el mundo de hoy (entre ellas muchas mujeres) que absolutamente aceptan la propiedad de limitar la participación de las mujeres en la observancia ritual judía. Para estos judíos, las mujeres deberían sentarse separadamente (detrás de la Mejitza o separador de pieza) en los lugares de culto, deberían negárseles los derechos para leer Torah, deberían ser impedidas de convertirse en rabinas. A estos judíos ortodoxos, yo les digo: si eso es lo más confortable para ustedes, entonces ustedes tienen el derecho de elegir esa forma de practicar su judaísmo. Sin embargo, por favor no me impongan a mí sus preferencias ascéticas. No estamos hablando aquí sobre mandamientos divinos, estamos hablando sobre preferencias humanas subjetivas. Y sus preferencias ortodoxas (aunque estén arraigadas en muchos siglos) no son necesariamente mis preferencias progresistas.

En un mundo donde las mujeres son jefas de gobierno y de las cortes judiciales, jefas de universidades y hospitales, jefas de bancos y dirigentes de 500 mega corporaciones, y están volando al espacio en naves dentro del sistema solar, en un mundo así yo soy simplemente incapaz y no estoy dispuesto a aceptar una prohibición religiosa que impida a una adolescente ser llamada a la Torah en un Bat Mitzvah. Por eso soy un judío progresista.

Razón 4. El judaísmo está comprometido con las preocupaciones universales y con nuestra distintiva (particular) forma de vida

Para el judío que seriamente estudia su herencia judía, es claro que el judaísmo, desde los tiempos bíblicos más tempranos hasta hoy día, ha estado comprometido con la “perfección del mundo”, Tikkun Olam, incluso ha estado comprometido con la preservación del Brit, el pacto con Dios. En la actualidad, ambos están ligados: el judío defiende y honra la alianza con Dios cuando él/ella ayuda a asegurar la perfección del mundo más grande que existe alrededor nuestro.

Yo soy un judío progresista porque tomo seriamente mi tradición judía cuando me veo en la obligación de tratar al extranjero con dignidad, porque nosotros los judíos fuimos también extranjeros en la tierra de Egipto; o cuando me veo en la obligación de actuar con compasión hacia aquellos menos afortunados que yo, dar de comer a los hambrientos, vestir a los desnudos, preservar la dignidad humana de todos los hijos de Dios.

Yo soy un judío progresista porque lo que sucede en la sociedad mayor en la cual yo vivo es importante para mí, y no menos importante que lo que sucede en mi particular comunidad judía. Cuando los rabinos progresistas de Estados Unidos en el siglo XX confrontaron la maligna doctrina de la segregación, que continuó manteniendo como esclavos a los negros estadounidenses y negándoles derechos igualitarios a toda la población negra, esos rabinos estuvieron obligados por su herencia judía a hablar en contra de esos abusos y negación de derechos humanos. No todos los rabinos en Estados Unidos entendieron que su judaísmo tenía un rol que jugar en lo que estaba pasando en la sociedad en general. Pero, los rabinos progresistas entendieron completamente su rol y responsabilidad como líderes religiosos y profesores, para hablar en contra de los males en la sociedad, porque los profetas hebreos les mostraron a ellos este camino muchos siglos antes.

Yo soy un judío progresista porque los mayores problemas de nuestro tiempo, desde los reparos ecológicos al calentamiento global, desde el hambre mundial al tráfico de mujeres, desde los horrores de Darfur a la explotación de los trabajadores extranjeros en Israel, todos estos son temas de relevancia y me preocupan religiosamente. No puedo separar mi identidad religiosa como judío de mi identidad humana como criatura de lo divino. Recuerdo que los primeros seres humanos creados por Dios, Adán y Eva, fueron creados no como judíos, sino como hijos de un Dios único. Comparto con toda la humanidad – judíos, cristianos, musulmanes – una relación común. Mi camino religioso único no viene para negar los caminos religiosos de los otros, ni tampoco liberarme de la responsabilidad de servir a Dios siendo comprensivo con todas sus creaciones. Esta es la razón por la cual soy un judío progresista.

Razón 5. Creo que existe más de una forma de ser judío.

Con frecuencia explico a los estudiantes en mis clases que en la lengua hebrea no existe una palabra para “religión”. El término habitual que usamos es Dat, el cual realmente tiene el significado de Ley y no tiene relación con lo que nosotros entendemos por religión. El judaísmo no puede ser concebido para corresponder con una construcción moderna de religión, a diferencia de lo que ocurre con el cristianismo y el islam. El judaísmo es mejor entendido como una civilización completa (observen los escritos del filósofo judío del siglo XX, rabino Mordechai Kaplan), una integración amplia de muchas partes y componentes diferentes que juntos componen la forma de vida que llamamos judaísmo. Los elementos claves de nuestra civilización son: un pueblo, una tierra, una narración histórica, una teología, un lenguaje, una literatura sagrada, diversidad cultural, humor, tradiciones culinarias y la lista sigue.

Durante siglos esta civilización evolucionó confrontando cambios internos y condiciones externas, realidades históricas, nuevas ideas y fuentes de conocimiento, etc. Nosotros, judíos del siglo XXI, podemos ver hacia atrás esta larga y venerable historia de nuestra civilización que evoluciona y ver que ha habido, que hay y que continuará existiendo más de un camino para ser un judío. Esta variedad de expresiones, un pluralismo verdadero de aproximaciones, refleja el hecho de que algunos judíos se identifican de manera diferente con los distintos componentes de nuestra civilización.

Por ejemplo, algunos judíos derivan su significado judío y arraigan su identidad judía solamente de forma secular; ellos no están cómodos con las observancias y rituales religiosos judíos, sino que prefieren ver su conexión al judaísmo a través de su pertenencia al pueblo judío o a través de la identificación con la historia judía (incluyendo feriados del calendario judío) o a través de su identificación con el Estado de Israel como expresión nacional del pueblo judío en los tiempos modernos.

Otros judíos permanecen comprometidos con la aproximación ortodoxa tradicional de la identificación religiosa con la civilización. Estos judíos prefieren conectarse primeramente con esas partes componentes de la civilización que se enfocan en Dios, dirigiendo a su pueblo a través de la Torah en su forma oral y escrita. Para estos judíos, seguir la ley judía según es interpretada por los rabinos ortodoxos o ultraortodoxos es la única aproximación legítima, puesto que según su entendimiento, Dios mismo está detrás de esta aproximación, ¿y qué puede hacer el hombre mortal sino obedecer el mandamiento de Dos?

Y luego hay otros judíos, religiosos en orientación pero progresistas en interpretación, que viven cómodamente en el mundo secular y mundo no judío que los rodea, pasionalmente comprometidos en preservar las enseñanzas esenciales y eternas de su civilización judía. Son los judíos progresistas, judíos que han elegido vivir en el mundo secular, moderno, y también en su mundo religioso judío. Judíos cuya aproximación a ser judíos es tratar e integrar la mayor parte de los componentes de la civilización judía en un todo orgánico y unificado.

Soy un judío progresista porque quiero asegurar el futuro de mi civilización judía y creo que esta aproximación es más apropiada para mí. Creo que debo ser honesto y leal con mi propio espíritu humano contemporáneo y, al mismo tiempo, fomentar las creencias y principios de mi antigua civilización.

* Vicepresidente, Desarrollo Internacional, Unión Mundial para el Judaísmo Progresista

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