Artículo de junio de 2012
JOSÉ KAMINER TAUBER PARA ENLACE JUDÍO
La tragedia del Struma, parece ser casi olvidada por los países que intervinieron en la historia de este barco griego, construido en 1867, que navegaba con rumbo a la tierra prometida, en ese entonces Palestina, bajo dominio británico.
Al mando de un capitán búlgaro y bajo la bandera panameña, con una carga humana de 769 judíos europeos que intentaban evitar el Holocausto nazi.
El Struma, era un barco metálico, corroído por el tiempo y la falta de mantenimiento, había sido transporte de ganado. Con sólo un baño y sin cocina.
Zarpó el 12 de diciembre de 1941 del Puerto de Constanza, Rumania. Su primera escala fue en Estambul; tardaron tres días en un viaje que se podía efectuar en solo 14 horas. Su viejo motor siempre estaba dañado. Cuando llegaron allí, los certificados de inmigración que los británicos les habían prometido, les fueron negados. Solo les quedaba tratar de entrar ilegalmente a Palestina.
El gobierno turco no les autorizó anclar ni que se les suministrara agua y comida, y la posibilidad de regresar a Rumania estaba siendo sopesada.
Permanecieron anclados fuera del puerto por diez semanas completamente aislados, con varios enfermos. El gobierno turco les anunció que si no tomaban una decisión hacia donde ir para el viernes 16 de febrero, los remolcarían al Mar Negro.
El gobierno inglés, no accedió por ninguna causa la entrada de los inmigrantes judíos a Palestina, pero anunció que niños entre los once y dieciséis años podrían emigrar. Sabían que sería imposible, porque deberían desembarcarlos en Turquía para hacer su viaje y los turcos lo prohibieron. Ningún infante pudo bajar del barco.
Ya vencido el plazo, una semana después, el 23 de febrero de 1942, las autoridades turcas abordaron el barco y se le informó al capitán que serían movidos del lugar, que serían remolcados aunque no se había reparado aun su motor. Tampoco les quedaba agua potable ni combustible a bordo. Los pasajeros trataron de poner alguna resistencia, pero no pudieron por estar débiles y enfermos.
El Struma fue conducido a seis millas de la costa y allí quedó a la deriva. En esos momentos, las esperanzas de estos 769 judíos, hombres, mujeres y niños, entendieron que sus ilusiones se esfumaban en ese desconocido horizonte en el que los dejaron abandonados.
Según se supo de documentos rescatados, el capitán del submarino soviético SC-213, Dimitri Mahelovich, sin mayores reparos, ordenó a su primer oficial disparar un torpedo contra aquel barco a la deriva y hundirlo, sabiendo cuál era su carga.
Ciento tres bebés y niños perecieron allí ese 24 de junio de 1942 por la decisión de unos aliados que completaron la tarea de los nazis. Un total de 768 quedaron allí, sus esperanzas ahogadas en mares extraños.
Los alemanes los habían perseguido, los turcos les impidieron anclar, los ingleses se apegaron a su política y finalmente los rusos los acabaron.
Los turcos mandaron botes salvavidas hasta la mañana siguiente, pero sólo encontraron a un sobreviviente, Davis Stoliar, un joven de 19 años. Todos los demás pasajeros perecieron.
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